27 de enero de 2007

El tierno engaño

La brumosa entraña de lo que no es superado.

La celosa condescendencia de lo descartado.

Lo apenas, la tan previsible, lo ya amado,

Todo lo que duele con tan solo pensarlo.

Eso somos.

Los tres ojos en llanto.

Las manos sin saber que hacer.

El cuerpo con una pesadez de barco encallado.

Cuando la melancolía se almuerza,

Cuando somos almorzados por la ira oculta

Del que ya sabe que de nada sirve.

La lluvia en cada uno de los tejados.

Y la seguridad torpe de que un día más no va a matarnos.

Calles

El paso lento o apurado

de las gentes que en la calle

tejen su andar cotidiano.

Los aires en los tipos

de otras tierras y de esta,

sus trajes y vestidos,

la maravilla extraña

de este callado lenguaje.

La musica suave de una ocarina

tocada por una mujer oriental,

pequeña y clara sostiene

notas que recuerdan a un manantial.

Unos minutos detenido

en una acera de Madrid.

Preparado

Esta subiendo la marea.

Estamos plantados en una orilla,

esta subiendo la marea

y nadie quiere moverse.

Pareciera que no nos damos cuenta

de lo que va a suceder cuando termine de subir.

Veo caras tranquilas, otras ocupadas, todas miran.

El horizonte que sigue estando

tan lejos como lo estuvo siempre.

Mis pies son tan de arena como la playa

pero mis pies son mis pies todavía

y lentamente obedecen a mis pasos

que son caminos en mi mente,

que son una huida en cada músculo

de cada dedo que logro mover,

de cada pliegue en mi piel de arena

que se tensa en busca de la carrera que me salve.

Carta de un cierto día

Querida Paula:

Hoy entré en un bar de mi pueblito a encontrarme con un proveedor.

Hoy entré a un bar unos minutos antes que un joven de no más de treinta y su novia, borrachos como cubas, decidieran buscar pelea con el dueño del bar que hacia lo posible por no liarse.

Hoy entré a un bar minutos antes de que un joven sacara una navaja, cruzara la barra e intentara clavársela al dueño del bar que se defendía como podía.

Tarde un segundo en llegar pero me pareció una eternidad.

Me vi esquivando navajazos doblándole el brazo a un hombre joven y deteniéndolo sobre el mostrador.

En mi apuro por ir a ayudar se me salieron las sandalias y me corte con los vidrios que se iban rompiendo a medida que la mujer histérica estrellaba vasos contra el espejo sobre nuestras cabezas.

Por un momento sentí como la vida se convertía en un carrusel descontrolado y las caras llenas de sangre y los golpes y el estomago cerrándose en un nudo que aun me dura.

La policía tardó medio hora en venir y mientras gritos, conatos de pelea, mentiras y sobretodo...

Sobretodo:

La violencia como forma, la violencia como paso, como aire, como ámbito.

Se come violencia, se la escucha, se la sufre, se la produce, se la calla.

¿Estamos tan locos como parecemos los seres humanos?

Será que si, que no hay más, que es eso y ya está.

Este mundo sigue siendo para mí un misterio absoluto.

Cuando llegaron los guardias confirme que estaba todo aquietándose, que había testigos suficientes y me fui, aparte no hacia falta tener más problemas con lo de mis ya difíciles papeles.

Cuando llegué a casa vomité. Ya no tengo nada pero seguiría, inútilmente, porque lo que me tragué ya me forma, ya es mi carne y mi humor.

Al otro hombre joven, al dueño del bar, le pincharon la cabeza con una navaja.

Fue porque si, porque el otro hombre estaba borracho. Nada más.

Entonces recuerdo tu carta y tu voz y me alegro de saberte también en el mundo.

Llama Bárbara que encontró casa y que su embarazo del Ronie sigue adelante, tres meses ya, del tamaño de un puño se lo ve en la ecografía, seguro que si acercaran la cámara estaría sonriendo: va a tener unos padres geniales.

El mundo da y quita, quita y da.

Las cosas se van equilibrando.

El nudo sigue.

Después de todo esto vuelvo a tener perspectiva.

Todo solplo es un soplo.

Y lo único que vale la pena vivir en esa brisa son tus ojos y los míos, solo todos los ojos rojos como oro que saben mirarse y cuidarse y dar y continuar la rueda de la paz.

Tal vez nunca nos veamos, no lo sé yo, pero quiero decirte que están siendo un honor, un placer, una puta maravilla nuestros intentos por comunicarnos, por leernos los labios en la oscuridad. Que a esta humanidad no le dará lo mismo que lo estemos tratando, digo yo, y si le da igual es que a mi no, como parte de ella, a mi no me da igual y estoy seguro que a vos tampoco.

Ni a Bárbara, ni a Ronie, ni al hijo por venir ni al otro que ya esta aquí.

Seguramente te costará entender este revoltijo, pero esto soy hoy, creo que es diez y seis y estoy seguro que de mayo y del dos mil uno. Esto soy ahora tratando de remontar la alegría. Al mediodía vinieron Pato y Luis, Belén y Maripaz, Víctor, Sara, Teresa. Vinieron con sopa de cocido madrileño y yo hice champis con ajito, alcauciles con jamón y pan de carne estilo árabe.

Tomamos cerveza y de postre chocolate con frambuesas y café. Sacamos la mesa al sol y cantamos canciones de Serrat y José Luis Perales.

Esta mañana me tiré en el pasto y jugamos con Poema a los besos y los revolcones.

Anoche tardé una hora en hacer dos cuadras volviendo de casa de Ari y Belén mirando las estrellas enormes del cielo de aquí.

Hace unas semanas que estoy extrañamente lúcido conmigo mismo que me he lucido, tía, escuchándome los crujires, los desgarros de viejas estructuras.

Creí estar más cerca de volar y no va a ser este hondazo que me baje.

Dentro de los planes para que no se me abra la puerta del mundo feo esta concentrarme en lo bueno que me rodea y te agradezco.

No te preocupes y muchos besos, amigalma. Perdón por el bajón.

Pablo

21 de enero de 2007

Volver a ligar

Perdidos como estamos asistimos a la lenta pero constante desilusión con los demás. Lo cierto es que el problema es la ilusión, digo, hacérsela.

Si fuéramos lo suficiente no haría falta declarar esta verdad siempre tardíamente.

La vergüenza que debería salvarnos parece no existir en este mundo de mentira. De los que se preocupan porque la tienen no me ocupo, ellos la usan como herramienta y no se doblan porque las circunstancias doblan.

Son los que parecen espirales pisados por un gigante los que me cambian los planes, ellos, nada más que ellos.

Reconozco que uno no puede saber que va a pasar en el futuro pero eso me incluye, coño, y yo si tengo que respetar los pactos porque si soy el feliz poseedor de una vergüenza que me asiste y decora. Soy ese y no hay mas que hacer, me sirve y me mantiene, engalanado ando con mas agradecidos que ofendidos, esos pestilentes, contaminantes con su silencio, sus caras de tontos y su esfuerzos desesperantes para no poner la mueca, el gesto del huevón, regalo de la última dignidad que les queda.

No hablo de los indecisos, esos solo están llegando a los talones de los hijos de puta tema de mi particular religión.

La piel

La soledad no es mas cierta que la mentira acompañada pero es mas paciente como maestra. En ella se descubre de a poco pero lo cubierto se revela, se muestra, se expone. En medio del desfile nos quedamos con una de las certezas y el resto espera su turno.

Por ejemplo: en medio de una ducha notamos con asombro que nuestro cuerpo se puede limpiar solo. Toda la vida repitiendo un patrón y de pronto sucede que la mano no necesita mapas para llegar al culo. La sensación de ser acariciado por tu propia mano que va por donde quiere es nueva. Viviste mil años, pero no había pasado eso todavía. Entonces todas las caricias se reviven, se revolucionan en el disco duro que las guarda y que las inhibe cada vez que vamos a sentirlas, esa memoria que las congela pre-viviéndolas cada vez que vamos a recibirlas.

La prisión del que nunca ha sido violentamente arrancado por una pasión es tan firme que lo que lo arrasa son esas caras de éxtasis, de explosión, de revolución ante lo penetrante, lo que penetra y es penetrado como un barco que iza velas en un mar de pronto embravecido y golpea con el agua confundiendo el arriba con el adentro, el afuera con la sal y la espuma que le llena la boca ahogada hasta el suspiro de terminar y vuelta a empezar, las manos agarradas en garra a los bordes de la calma, haciendo fuerza oponiéndonos para que el otro llegue mas y duela y no se pueda parar. En ese instante nada más existe igual que ese instante no existirá cuando nos despertemos con el olor a café de una mañana que lo funde todo.

Le escribí un mail diciéndole que me gustaría que viniera, ella me respondió que le gustaría venir. Eso es una sensación.

Después de la ducha resulta que la vida va por donde lo fácil va. No es un consejo, es una revelación. Avanzamos como topos sin salir a la superficie, chocándonos con las piedras y las raíces, invadiendo madrigueras ajenas creyendo que eso es algo de lo sublime.

Entiendo

Estoy agarrado a tu mano amigo y dejo que hagas lo que yo quiero conmigo.

Despues vivimos

La tensión de ser quien somos, esa ínfima, esa desbordante, la tensión que nos cuesta ser quien somos. No la distinguimos porque a esa tensión aquí en la tierra la llamamos vida.


En el fondo todo empieza ahí. Y recorremos los monumentos de nuestros logros y nos perdemos a cada paso, a cada paso. Distinguir esa apenas fuerza tensa de lo que somos esta tan lejos, tan lejos. Está tan oculta bajo miles de capas que consideramos importantes, a cada una. Cada una de esas capas serviría para explicar porque estamos aquí en el segundo correspondiente pero ninguna de ellas es cierta, es apenas lo que pasa mientras estamos vivos sin saber apreciar el lento ritmo interno confundidos con toda esta velocidad.

Tan constante, tan de todo el tiempo que creemos que esto es vivir y lo otro una quietud insoportable. Espantados con el congelado paso arbóreo elegimos lo que no somos con tal de no ser eso que somos: Una lenta cadencia que va aprendiendo y que jamás adquiere mas velocidad que una hoja en ruta anual, una estación, luego otra, aunque queramos ver muchas en cada ciclo. Es eso lo que nos mata: el nunca atrevernos a ser como un árbol, pero no somos mas, no lo somos. Nuestras épocas se suceden con una regularidad exasperante pero solo avanzamos si hemos decidido hacerlo.

Es la desconfianza que tenemos lo que nos detiene. Venimos montados en un cuerpo que parte de una sola célula y somos en ese momento lo que moriremos, igual que una semilla es olmo o nogal. Lo será por más o menos tiempo, llegará a dar frutos o no, caerá de viejo o se cruzará en el camino del hacha como de la bala, de la enfermedad o del olvido pero habrá sido. Empieza con la apenas diferencia de la nada y se monta en caminos de venas y temblores hasta que un día los líquidos fluyen porque algo late, ya no se detiene hasta que lo hace. Sabe como seguir y sigue, inconscientes a todo nos desarrollamos sumergidos en lo tibio que la madre nos guarda, en lo blando que su cuerpo es para nosotros, en las sensaciones de los ojos cerrados para un cerebro que solo distingue lo primario de donde ya esta el placer. Así nos pasamos nueve meses hasta que el primer ciclo termina.

Tu amor

Se me parten los húmeros al mirarme. Se me parten las tibias al mirarte y ya de tibias nada. Con tus huesos conquistas a los míos que solo intentan rendirse a tu paso. Son mis palomas vitales esas que alimentas despreocupadamente. Son tus trocitos de pecho el solo alimento que reclaman las carnes.

Quisiera creerme esta exclusividad de regaderas, pero hay tantas otras que me importan.

Te quiero, pero eso no se contradice con el querer olvidarte, ni con no soltarte, ni siquiera con darte las espaldas suficientes para que vos puedas matarte. Si me descuido no se opone a nada de lo que vos no quieras cuidarte, pero las dobles negaciones me cansan porque suenan como tambores deshechos, con sus gritos de flecos y sus aires ya marchados. Prefiero las negaciones simples o las afirmaciones leves, vaya, pero lo dicho y lo redicho me cansa como me terminaría desesperando con las segundas bombas que fallan.

Así y solo así soy, pero no sé que significa esto ni para que sirve. Me imagino que el no retirarme de los bombardeos aumentará mi póliza de seguros, pero tardan tanto en enterarse y como igual no pagarían, las he usado como papel de eliminar que es para lo poco que sirvieron. Así soy, pero no puedo vivir de ello, nadie valora lo importante que los estúpidos somos, lo imprescindible que resultan los bastardos para la realeza, lo fundamentales que son los dormidos para todos los despiertos.

Esto mismo que estoy escribiendo se aparece como escaparate viejo, mal iluminado, ajeno… ¿es esto que escribo lo que soy? Hoy diría que no, cuando lo estés leyendo lo aseguro, será lo único que soy. Aunque no haya muerto, aunque me tengas al lado, aunque hayas entrado al baño de ese bar justo después que yo he cagado, ni respirando lo mas fuerte que puedas podrás saber quien soy, no lo sé yo que me vengo digiriendo como arena, hace las décadas que me quedan, y aún no he reconocido ninguna de mis huellas. Todas me suenan pero no se me quedan.

Mi madre guardó mis primeros pasos y mi padre los recuerda de sobremesa en sobremesa. Ahí estaría la lámpara que rompiste, acá los cubiertos que perdiste, siempre guardamos ese cuadro de honor que no pudimos llenar la vez que nos gritaste. Alguno de estos tesoros se perderán con las mudanzas de la herencia, pero seguro que otros me los cruzaré. Pobres, ellos no han podido amarme pero tampoco vos con tu eterna devoción y todas tus conferencias.

Vos

No caigo en los lugares que solía, eso debe ser la madurez. Voy y vengo igual que vengo y voy, ni siquiera distingo los lugares que solía, pero no me caigo. Aretes de mar, dos pequeñas olas que nos cuelgan, así son las convicciones para nosotros. Las sentimos murmurar y la gente nos las mira, pero son lejanas como aros, nada más lejano que un aro en la punta de la oreja propia. Hoy siento que la vida sucede. Es presente donde lo espore. Ya no estoy guardando recuerdos usados, lo que encapsulo esta vivo, esta sucediendo. Creo que por ello vale mas, pero aún no he aprendido nada, lo que creo que conservo en realidad agonizo, ignoro hasta el ahogo, finalmente cenizo lo poco que encuentro y se me vuela. Canto en el coche lamentando no tener un grabador y sueño con poder comprar uno que grabe desde el volante con solo mirarlo. Creo saber que si me detengo a escribirlo lo perderé igual, entonces lo disfruto. No me sirve para salir en la tele pero me divierto un rato.

Me pierdo en las marismas de lo ajeno y en eso pierdo todo el día, juro no perderme mañana pero bajo la alfombra, a los pies de la cama, había una. Uno debería tener derecho a tener libre, mas no sea, su lado de la cama, pero si te ponen una marisma y encima ajena, como quieren que no pierdas el día libando extrosidades terrenas. Si es domingo puedes pisar aquellas arenas, que de movedizas te dejan el día entero entre rejas, y pedís pizza y te ves todas las pelis y te vas quebrando por dentro transpirando las siete de la tarde, los amigos que llegan y vos intentando sonreír, que si no es esta noche será mañana, vamos, que esta noche estoy viviendo el lunes y que no me gusta, y vamos un esfuerzo y te colocas a las diez de la noche y te ves, ella te ve, hay como unas sombras y un frotarse levemente. Que lejos queda todo cuando te atreves a mirarte, que cerca que esta ella cambiando el foco hacia sus ojos que de fosos te rescatan de la autocompasión y la fatiga. Eso es el otro, cuando nos gusta.

Mensaje

Estaban escondidas en la caja del reloj sobre la chimenea. Estas son las palabras de un hombre desesperado:

No se quien soy y vos tampoco lo sabes. Yo no sé quien soy, nadie lo sabe. Ni siquiera sé que significa saberlo. Tampoco sé si importa. Que frase hecha más absurda, apenas sé para lo que no he servido. Acorralado por la suntuosidad del cretino, atrono con mi destino y con los demás como si latir fuera. Me quiebro sin respeto por las normas del error, me parto como arena seca de una gota congelada. Me derrito y me apelmazo, me descompongo, me avecino, me doy lastima, me lastimo, se me pasa la fecha y me caduco, se me rompe el sello y me descartan sin haberme pecado todavía y yo en pleno abuso de mis facultades no me defiendo, entiendo a los que me sofocan, quien no pudo, no pudo y yo sin estrenarme me he podrido, pero solo un poquito, casi nada, todavía mis lacto bacilos pelean contra microbios imaginarios, ya sin el mismo brío de la fecha en que me fabricaron, pero con dignidad y arrojo, que es lo que importa, vamos, hombre.

Con ojos ciegos me odio en el espejo de la peluquería, me quitan pelos de donde no quiero verme. Sin los anteojos no llego a tocarme las raíces y solo distingo quien anda de quien camina. Las manos que me cortan me acarician, como en la vida misma. Los restos me caen en el pecho de la toalla y algunos en el suelo del abismo. Los veo pero también sé que cayeron, que están cayendo, que seguirán cayendo para siempre de mi tumba que los guarda. La madera del cajón no es otra que el amasijo de lo que me he perdido. La tierra ya se abre parte a parte y reclama de lo que apenas me queda. Les daré su porción a los gusanos pero si alguien pensaba alimentarse con mis reclamos, le aviso, ya los he dado casi todos en la carretera.

Es que los confundí con las manos y en cada estrechar dejé que los oyeran. Como a todos a mi también me pareció gratis el crujir de las esteras y como cuando llega la cuenta ya no hay vueltas, temo haberme jugado las herencias de mis hijos no llegados. Espero que las deudas se licuen en los mares del marzo en que me hallen.

Chan Chan

Un sonido rítmico cadencia que sofoca, que no hace bailar, que agobia, que no alegra ni distrae, al contrario, sobrecoge.

Los nervios del que corroe las telarañas se sienten aún desde el lugar de la presa.

La agonía incluye escucharlo dudar sobre el menú del almuerzo.

No debería poder hacer nada excepto verlo venir, al cabo y sobretodo al cabo es mi muerte.

Pero no, me olvido y en la espera de la definición hago que vivo.

Me levanto en el sillón, camino con los pies del frío baldosal, espero lo caliente, me acomodo, me enfundo, salgo, hablo, como, cago, follo, duermo, me drogo y todo el tiempo falso en que esto transcurre yo no dejo de sentir en mi grasa el perturbador sonido rítmico del tam tam del carcelero que no veo pero que me esta mirando.

Te lo dije

Las manos heladas como tanzas que no dan más. Me deshago de sus papeles pero me siguen pidiendo más, a cada instante hay un formulario que no estoy llenando. Andres dice que lo que derrota al obstáculo es la experiencia. A la nieve no tocar el freno pero eso solo no basta. Hay también que cuando queremos enderezar el coche tenemos que tocar suavemente el acelerador, que debemos doblar lentamente y lo principal: nuestra velocidad no debe superar a la de Don Barbosa con un tronco al hombro y subiendo la cuesta del Anfiteatro. Entonces no es una experiencia en la nieve, son muchas y aplicadas en el orden correspondiente. La que último se aprende es que hay nevadas que mas vale no enfrentar.

Vida cerda

La marrana no se cansa de hocico hociquear, busca y rebusca y siempre encuentra algo para engordar. Es el sueño del dueño que la sueña al asar lo que la provee de restos que manducar. Ella cree que es el destino y que la vida es inagotable pero es su costillar futuro lo que la hace confiar.

¿Y nosotros?

Heridos de mala vida nos vamos muriendo sin realmente creer que podamos cesar. Sabemos que los altares se ahuecan cuando untan a los feligreses. Las limosnas como monjas se ajan y no alcanzan pero siempre hay.

Es el peso específico de mi nuca nunca.

La fuerza para mover el esternocleidomastoideo como video de lo que vendrá.

El derretir de la mandarina helada: así puede terminar un día.

La crisma de cristal.

El ventrículo de papel de arroz.

Los huesos como única prueba.

Crepitando jugamos a la muerte que se lleva lo cierto y lo tonto.

Y nos hacemos mayores como de plástico en el carnet, pero nada mas, nuestra foto se ofende cada año que nos parecemos menos y busco, busco no perderme.

Soy yo, uno más de los que intentamos el camino, sin saber nada, con esta sensación pertinaz de desconcierto, de no estar en el concierto, de soñar despierto y no distinguir que es cagar y que es dormir. Como un dedo en la nariz me resbalo y me trabo cuando hay presa. No es nada pero así se pasa el día. Así.

Habrá

A veces pienso que he errado el camino, así de simple y de siempre. Cuando termine los embajadores me dirán que no era por ahí, que me lo intentaron decir de mil maneras pero que estaba distraído con las mareas. ¿Me dirán que todo se trataba de esa sensación? Me dirán que estuve en el primer paso trescientas cuarenta y tres veces y que no lo di, perdido en tener que entender antes.

Se trataba de sentir gritan los poros. Se trataba de dejarse ser invisible para llegar lo mas cerca del otro. De ser para desapare-ser. De eso se trataba y yo ni aún tratando estoy pudiendo.

Es sin duda un salto sin retorno porque si uno retorna del gran salto es que ese no era, que todavía falta. Habrá que entender. Habrá que hacerlo.

Buenos días

¿Una ventana es una ventaja respecto a que? La sordera de los inmundos es un chapoteo constante en sus oídos. Inútil hablarles a quienes te creen loco por mover la boca sin emitir sonido. Tienen la piel trabada de los asesores de seguros y la desquicia de quienes los contratan. En este mundo previsor hasta nuestros pedos tienen fecha y lo sórdido es un grito no dicho en la cárcel del que ama. Una tristeza, una escama, un ladrón que roba su cama. Una mañana en la que me despertaré libre. Un despertador que de verdad me despierte no como estos ridículos tic-tacs que me recuerdan que no bebo, que no bailo, que no canto, que no hago malabares con o sin fuego, que no toco batucadas, que mi arte no esta en lo bien que uso los zancos, ni en los ojos, ni en las alas.

Digo despertador como podría decir cepillo, colutorio, vaso de agua, medias impares, toallas mojadas, dolor de cuello, apuro incesante que no pega, no encaja, no rima con esta canción que siento dentro tan pocas veces, tan pocas, y cuando la escucho me lleno de vergüenza de estar haciendo esto, perdiendo el tiempo así, amordazando lo que soy con lo que me entretengo, me tengo mientras me sujeto, me inmovilizo y solo me despierto a veces en las que rápidamente deseo dormirme otra vez para que todo vuelva a ser como antes.

Y los veo en otra frecuencia. Me despertaré un día y no habrá mañana que valga para taparme las mierdas, se me corregirán todos los huesos y no habrá fluido que se me resista. Un día de estos será y yo estaré ahí para verlo.

El juicio

Escucho el quilombo de mi mente y me pregunto ¿Servirá para algo que yo este sufriendo? A lo mejor somos ropas que alguien ha olvidado tendidas, y todo este lío es un simple flamear mezclado con los chasquidos de lo que se rompe. Me han enquistado un huevo con las pinzas y mi flameo es tan tonto, tan escueto, tan asimétrico. Desde que me colgaron de un huevo he pedido reunión en las cortes pero me la negaron: ellos no hacen cirugías donde no hay capacidades y yo solo pude ver la copa de sus sombreros, tan bajo que estaba el taburete.

14 de enero de 2007

Ya no hace falta ir

Como una tradición mal escrita la lluvia nos moja sin dejar mensaje, o dejando el equivocado, o dejándonos estupefactos a la espera de un tren, de un humo, húmedos de la vergüenza persistente de no haber sabido como detener las ventanas empañadas, las de tus ojos suplicándome un poco mas de azúcar, con tu tacita en la mano, tan en lo vano de la puerta.

Quieto dejo que mi alma tome la forma de la planta en la que me he convertido en todo este último verano sin escarcha y sin llantos. No ha ido mal, ha ido regular, pero se ha ido.

Exactamente como la utilidad de una botella de vino cuando ya la hemos bebido.

Partido, marchado, fui ido por las circunstancias de tu ya no venir. La tristeza de echarte de menos no me tuvo engullido, tan solo levemente ajeno a lo mío, a lo tuyo, a lo siempre que pudo ser nuestro, a la increíblemente petulante ilusión de amarnos para toda la vida.

Pero el tiempo de olvidarte se acaba con las últimas moscas. Ahora vienen los nuevos y procaces silencios de por la tarde cada una de las veces en que llego cantando la misma canción de los buenos borrachos. No me quejo, solo deseo que el movimiento sea sin el conflicto y tal vez esto sea demasiando pedir, nada mas que demasiado pedir.

Pero aclarémonos para entendernos, estar aferrado a la orilla también era vivir ¿no?

Como un dibujo animado

Hoy la tristeza tiene cara de miedo
y asusta a los que la miran y a los que la sienten.
Miedo hay por los rincones
y miedos corren por los pasillos interiores.
Los terrores en desuso se descuelgan
por los mamelucos de los traidores.
 
Tratan de traer lo trajinado en extensos
parajes de renuncia.
 
Rehagamos lo pospuesto
y tendremos la vida que nos hemos perdido.
 
No somos más que ovillos en sus manos temblorosas
y quien tiembla miedo tiene o frío,
que es lo mismo pero se cura diferente.
 
Siempre es igual mi corazón,
atrevido, atrapado, atragantado y a trasluz.

Yo los llamo recuerdos

Valsain, amaneciendo entre la niebla, primavera y el viento mueve la hamaca en el balcón.

Me despertó algún sonido crujiente dentro, nada doloroso, crujiente como un pan francés encerrando especial de jamón y queso, el café con leche a la altura de la nariz en esa taza tan pesada, algo pasó que no puedo recordar, tal vez me llamó la atención la luz de la ventana en ese bar, en ese mediodía, un grupo de chicas amigas de mis hermanas volvían de hacer algo en su colegio a la vuelta de casa, era sábado pero ellas volvían del colegio y no sé porque las recuerdo de verde y mi viejo estaba con el Rubio que se reía, el acento, su risa, el bar que iba y venía, la cuadra que me separaba de casa, los seis pisos, la mañana de sábado, la compañía de mi viejo, estar solo con él, el sándwich, no sé, pero no dejo de recordar esa mañana, no dejo de recordarla.

Mientras, fumo y busco a tientas un cenicero con la luz del mechero, quiero seguir escribiendo, voy hasta la cocina y encuentro la tapa de un frasco que no he tirado, quien sabe, y que ahora me sirve, repito, a lo mejor, como esa tarde de lluvia, a lo mejor, que tendría, seis años, siete parado en la galería de mármol del La Salle, en penitencia de no sé que, todos en clase y la luz de la mañana desaparecida tras el vendaval. Tenía pantalones cortos y podía jugar a ver como movía las rodillas sin estas cicatrices. Las gotas caían con tanta fuerza que llegaban a mojarme y los truenos eran enormes, el cielo violeta, nadie cruzaba el patio y se iban juntando los que esperaban bajo la pequeña galería de las aulas de enfrente. Estaba nervioso, tenía miedo y movía las rodillas, ahora las muevo también, esta amaneciendo y las montañas aún nevadas se recortan apenas contra las nubes blancas como la nieve blanca de este cielo nublado de tantos años después.

Ella me decía “Alain Delon” y tenía los ojos mas azules que yo había visto nunca y se reía conmigo y yo me imaginaba guapo porque ella me lo decía y hasta llegué a darme cuenta que era así pero un día me olvidé.

De esos recuerdos habló, una específica tarde de verano en Miramar mientras acompañaba a Geno que dormía la siesta hasta que pasaba Mariposa y ella me pagaba una vuelta a la manzana o sonaba la campanita del heladero en bicicleta o nos íbamos al centro y jugábamos a los jueguitos, paseábamos por el bazar o me comía una porción de pizza de muzarrela que me la daban con servilletas cuadraras de un papel gris y duro, áspero por un lado y rígido y brillante del otro. Esas servilletas no servían para nada, la grasa seguía en los dedos y al querer limpiártela de la boca te la repartías por toda la cara. Habremos ido muchas veces pero yo recuerdo esa, y esa otra, agarrado de su mano, volviendo a casa, distinguido de mis hermanos por su mirada. Tanto estuve con Geno y lo que quedan son retazos, la estatua de la sirena verde de la plaza Martín Fierro, la baranda de las escaleras de piedra que eran como un tobogán que te lastimaba y llenaba los pantalones cortos de piedritas. Geno y Felipe son sus caras vistas desde el ombú, la calesita, la panadería, la casa de al lado media tapiada donde vivían gentes desconocidas y huidizas, las plantas enormes y descontroladas del jardín, las tostaditas de jamón que Geno ponía al fuego hasta que se hacía casi transparente, su cuarto, su cama donde dormíamos juntos, el baño verde del agua que no termina, los diarios enormes de Felipe, de nuevo la luz en la ventana, el silencio de la siesta, los cajones repletos de naipes y fichitas, estampas, cartas viejas, el aparador de la cocina-comedor que me guardan Ale y Norby, la cocina que era como un armario, el mantel de hule, sus caricias. Estuve tantas veces pero yo recuerdo estas.

¿Cómo recordaré esta mañana en que me levanté como a las cuatro y te llamé a la Argentina para contarte que te echaba de menos? Esta madrugada en que ya no me pude dormir y salí a cazar mariposas y se me vinieron estos cosos que yo llamo recuerdos pero que no lo son, serán como pieles que se nos han ido agregando y que con los años aprendemos a oler, no lo sé, pero ahí están tatuados y un día soltando el aroma avisan que van a volver.

La tapa del frasco tiene un plástico que la convierte en mal cenicero pero ya no me quedan mas cigarrillos y los caballos son empujados al campo para que aprendan a pastar una vez mas, como yo que saldré a buscar sillas hasta La Granja, trataré de llenar formularios pendientes, haré cuentas, repetiré las últimas noticias a quien las pregunte y no me daré cuenta de lo que está pasando a menos que me despierte la luz de un reflejo en la comisura de un cuento de uno de tus ojos que me mira y me esta amando.

Entre vivo y muerto

Mi verdadera voz, la que canta cuando la bañera se abre para caer bendita, estrecha, extraña. Agua bendita por los mil pasos debajo de tus pies, pasando por tus paredes y junto a las cloacas. Llegan aguas de las misteriosas tuberías que pasan por debajo de la plaza en donde se etiquetan funerales, se marcan jotas, se repiquetea de fiestas masivas que transforman con sus saltos al agua que pasa debajo, y pasa a los saltos, bailando como nosotros bailamos y es entonces cuando los que no habían venido comienzan a llegar. Algunos dicen que es porque el ruido los despierta y los atrae. Yo sostengo que se han levantado con la boca seca del verano por la noche, y después del primer sorbo del agua cantarina contoneándose en el buche no pudieron contenerse más.

La mirada total sobre los ojos de los ojos, como si los cachetes se hubieran estirado hasta convertirse en explanadas, una nueva referencia visual que existe y nos obliga a replantearnos la que nos sostenía hasta ahora y que parecía respetable. La nueva es como el horizonte de un barco y uno no sabe para donde correr porque el equilibrio de los pies se impotentiza de rabia al confirmar que no logra nada mas que patalear en el barro del aire que ahora y amorosamente nos camina y nos camina, árbol de la alianza sagrada y eterna, nos camina.

No sé cuanta habrá durado y ni siquiera sé si sucedió para la mirada de otro que hubiera estado mirando, yo mismo ni siquiera lo vi con mis propios ojos. Me pareció suceder como me parecen mentira tantas cosas y que a pesar de serlo me sacuden los bolsillos, me arrancan las almas, me dejan tan tirado como este resbalón que me he dado en la ducha de mi baño, hoy miércoles de enero y que sin duda ha sido la caída mas lenta y mas la última que he tenido.

Ducharse como una forma de bendecirse cotidiana y a la temperatura que uno quiere.

Sentarse todos los días a desarrollar esta forma que no asegura nada pero propone.

Fumar si hace falta por los respiraderos que lo hagan, despejar el humo para ver agregándole una niebla distinta que de a poco irá desapareciendo porque esta inventada para eso: suplanta lo que no quería moverse con su misma esencia pero con la promesa de ir dejando pequeños huecos para ir viendo lo que hay detrás y de a poquito, como discurso de militar cuando arranca de cuajo el cuajo y los demás estómagos del poder mientras te acaricia con mantas contra esos cucos demócratas y te dice que es por unos meses creyendo que podrías hacer algo por evitarlo. El sabe, yo se, que sabemos todos de lo perfectamente que están las cosas cuando el ojo del fusil nos mira tan fijamente como en este casco.

De una forma nueva y desconocida como algodones de compresas que nadie ha usado todavía me veras atravesado todo el día y te preguntaras que hago cuando no lo estoy. Leeré en tus ojos el camino y me iré desatravesando. Declaraste ofenderte con las lunas que yo dije en marzo y yo que no recordaba ni lunes ni soles pero sabia que algo en ese marzo me había divertido mucho, ¡ah! Era que las verdades no se dicen así, que de pronto suelto eso y que quien me creo que soy. Una paloma se parece mas a un venado que mi cara al entendimiento y te das cuenta que voy entrando y me dejas entrar hasta que hayas cerrado el corral. No me cabe el culo en ninguna parte y eso me salva, te lo dije de la forma que vos me lo decís siempre y reconocer que podemos es la amistad de saliva en la palma, apretando bien los puños, al rescate.

Pero somos todos tan rubios cuando queremos que caminamos los pastos sabiendo que cada brizna es un cartel de prohibido pisar. La inmovilidad de no saber a cual aplastar es desgarrante. ¿Qué hago? ¿Avanzo sin fijarme o destierro a pisotones y que sea lo que Dios quiera? Avanzo y ya veré las cuentas, que tal vez nunca lleguen porque no se ve a nadie controlando, a lo mejor sea todo gratis y esto del billete un juego en el que estamos porque queremos. Nadie recuerda cuando se abrió la caja de cartón ni quien desplegó el tablero pero venimos jugando desde un domingo a la tarde sin despertarnos y tal vez vaya siendo hora de proponer un poco la iluminación o algún otro estado mas evolucionado de la conciencia. Prescindir de las rentas que hayamos podido conseguir invirtiendo en lo más arriesgado que hayamos podido hacer. Congelado me despeino a cada trozo y siento el furor huracanado de los comienzos. Las venas no hacen más que escupir últimas noticias y el cerebro tiene canas y bigote y sobretodo: una boina calada entre la calavera y el escote.

¿Qué más dará?, se preguntan los habitantes de la noche. ¿Entender a cada paso o írsele todo revelando a trompicones? Una codorniz atraviesa volando la luna sobre el estanque pero su vuelo es corto y cae pesada sobre el agua que de tan espejo se quiebra en mil pegasus volando con trazas de luna sobre los hombros contrayéndose en un esfuerzo que solo esas alas podrían explicar.

Por eso fortalezco lo que se volverá senil, no me importa que envejezca, lo que me aterra es perderlo. Sentir la atrofia de lo diario en lo más querido es como remachar con los dientes el contorno de la cadera amada. Amarrar con canelos gruesos y rugosos el cuello de un perejil recién nacido, abrazar hasta la asfixia al brócoli más verde que había en la huerta congelada del supermercado. No le busques la costura porque no la tiene, soy yo en mis paños mas menores y me vengo usando desde hace tanto que la vergüenza es casi un requisito, si no es una será otra pero el ridículo estará primero en tu mirada y ya veremos si logras desnudarte acorde a lo pactado. Yo por lo pronto me despego los gayumbos como si tiras de piel, rasgando las epiteliales estando seguro de que si no estas no habrá milagro y solo estaré desnudo en el medio de una gran plaza, sobre un pedestal, bajo un foco de cien mil watts y con todo el mundo mirando para otro lado.

Así es como les importo.

Como un pedo en un pedestal cagándose de frío, como una marioneta en un gesto congelado de chocolate y fresa, como la última lagrima que has perdido en una apuesta callejera. No mucho más pero siempre algo tangible, la imagen se pone en movimiento y todos los que estaban vestidos se esconden en la misma boca de metro. Parapetados por las barandillas ahora si me miran y yo justo estaba descargando lo vivido y no es que oliera justamente a las rosas que me había comido.

Entonces es que tú me lo das, yo lo recibo, lo cocinamos, lo compartimos, lo departimos y luego lo olvidamos o quizás nos quedó algún comentario de las veces que lo hemos repetido. Pero su camino sigue, de hecho yo cuento con que va a alimentarme y al final eso es lo importante, vamos, lo es, me alimento de vos a todas horas y cuando nadie mira me seco con la toalla que olvidaste para que tus células se me agolpen en los huecos que las necesiten, para curarse o como una forma de perfumarse o como un camuflaje, para algo sirve, lo que siento en el tejido no me parece extraño es mas bien como una piel que me has dejado y yo uso silenciosamente en la oscuridad que tiene lo que se ha mojado.

Pero al final cae la noche y se escucha el silbido de la olla a presión, las estufas a todo lo que dan, el aroma del conejo criado con la berza y las cebollas, la temperatura lograda, el silencio por el que vivo aquí, las llamadas invitando a quien sabe que otra vez recoveco del juego ya jugado.

Me he propuesto algo y no voy a confesarlo. Simplemente lo haré y quedará entre mis tesoros ocultados. Te recomiendo que hagas lo mismo hoy. Las invitaciones siguen en pie y al pie iré a que me diga que debo hacer. A veces me entero y otras como si no me hubiera dicho nada.

Nutrición

Tengo un crujir en la boca que algunos llaman comer, no:


Solo es distinto.

Lo primero es una pura ilusión.

Incorpora sensaciones como ravioles de lavanda, cortinas de mandarino, espejismos ahumados, unas impresionantes explosiones de jamón serrano… pero no dejan de ser un algo más de lo mismo, eso si mas nutritivo, mas tormenta y menos aguacero, menos esas cosillas doradas que colgamos al sol y que nos quieren tanto, si por llevarlas nos dejamos tanta losa y no nos importa nada, si ni sabíamos que esas cosas hablaran.

Entonces retomamos la canción:

Tú me darás de comer y yo me creeré que estoy comiendo.

El momento

Cada uno hace lo que quiere y de esa manera se incorpora al plan divino.

Como la ley de los grandes números, no se sabe quien, pero si sabemos cuantos. Cuantos morirán, nacerán, amaran, compraran el diario, patearan al perro, besaran, mataran, torturarán.

Ahora estoy pensando en el plan divino y también me estoy rascando los huevos.

Seguramente Dios ya esperaba que yo lo hiciera pero lo hice porque... que sé yo, me fumé un porro al desayuno que no tomé, hacía calor, miraba las montañas, me acosté en la hamaca del balcón, se me comenzó a ocurrir todo esto y hace dos días que no me baño.

Pero

¿Alguna vez vas a mirarme detrás de los cristales?

Sino,

¿Qué sería de las entrañas de lo amado, perdidas en el mensaje que no escuchamos, que nunca jamás escuchamos?

Abrazado a la melancolía de no encontrar la tecla y de estar envuelto, amanece fuera de mí.

Mi piel esta espejada, refleja nubes y tormentas en los lugares indicados, remolinos y huracanes, alguna que otra calma chicha, un bastón, una cigarrera, tres figuritas irlandesas para no oír, no ver y no hablar...

Después de cuarenta y dos años esos consejos se comprenden así:

Dejar de estar pendiente de los sonidos exteriores para escuchar la única voz que podremos usar.

Confirmar que lo que vemos es mucho menos real que lo imaginado.

Retener la opinión para darle tiempo a las hojas y a sus frutos.

Pero

¿Es que no vas a mirarme nunca más?

Ellos y nosotros

Tal vez si los viéramos haciendo algo que conocemos lograríamos verlos.

Un grupo de extranjeros de los paises del tercer mundo.

El primero es un negro con mal aspecto en una esquina de noche que al acercarse la camara imita al Fari.

Un ecuatoriano que dice “Hijos de puta, han matado a Kenny”

Un chino que declara “No me gustan las ratas y nunca las he comido”

Una mujer cualquiera.

Empiezan a conocernos, dentro de unas pocas generaciones ya no podrán distinguirlos, se casaran con nuestros hijos, y aportaran gran parte de los ingresos de la Seguridad Social.

Con ellos somos mas, no demasiados, mas.

Uno que llega en patera y se acerca a la orilla agachado estilo Darwin

Una primera inmigrante hispana de hace siglos que llega por el mar y un ghanes en una patera en juego de imágenes que se encuentran y caminan juntos.

Ella llegó con los primeros hace dos mil ochocientos años, el acaba de llegar.

¿Que diferencia hay?

Se necesita bronce

En un frasco pequeño viene todo y se va. El tamaño de lo ido lo marca la extensión de lo añorado. Es grande el devenir y grande recuerdo el pasado. Entre los grandes me muevo con muecas nacaradas. No estoy presente por imposible serlo. Voy y estoy volviendo continuamente, sin importarme lo llegado y sin poder dejar de hacerlo y ni por un solo estambre me enredo en el enredo de estar vivo. Cuando la lana ya no cede supongo que estoy detenido y es esa quietud a la que llamo estar viviendo.

Enseguida me lanzo a las cavernas del intento del des-nudo y desnudo me deslizo entre los líos que yo mismo he liado, sin ningún otro licor me licuo en desintereses vanos, vacuos, vacíos. Vapuleado con la misma balsa me desentiendo, nada de esto es de lo habíamos hablado. Ustedes me prometieron una vida y no este despilfarro de reveses en la trama.

No importo, ya sé que no importo y que nunca lo he hecho, siempre he preferido lo arraigado a lo transportado, lo deslizable a lo alado. Siempre me he creído más los efectos no colaterales que el objetivo buscado. Al final es lo que sucede lo que cuenta, no lo que hayamos deseado.

No hay males que por bienes no tengamos quienes hablamos con las manos y saludamos con los pies. Exagerados como atletas nos afanamos en alcanzar la plusmarca de lo estancado, no hay nada que nos necesite mas esforzados que la excavación señalada con la equis que llevamos por sobrenombre y donde nos han de crucificar los que intenten hacer algo con nuestra historia.

¿Se nota que he llegado tarde a todos lados?

Lo lamento, es un olor que no se me quita por más que lijo las oportunidades húmedas con que me he manchado, no se me quita y yo frotando provoco eyaculaciones etéreas, llenas de espermas lánguidos contra tu óvulo cubierto de esas fundas resecas del tanto sol que les ponen a los autos en las playas.

Destino

Como azarosas constelaciones de magos se me acercan los amigos y me abrazan. Son mi escalera marmolada, mi esculpida mano entrelazada con la que puedo ir de rama en rama creyendo que la vida es esto que esta sucediendo, no lo que imagino, no lo que temo, no la terrenal destreza de destruirlo todo, NO, la vida es esto que esta sucediendo ahora desde el atardecer que parezco no estar viendo, desde la llamada de la prima que me alegra las gaitas que nunca dejaron de ser sopladas pero que ahí estaban, como arrugados bolsos escoceses y que ella de pronto convierte en estos pulmones llenos de viento y sonido, desde lo que estoy leyendo que me salva y me arrebata, como si la lata nunca fuera a vaciarse, como si haber metido la pata desde el momento en que la estoy metiendo no tuviera precio ni código de barra.

No se engañen: saludaré, como todos, desde el último acto con una quebradura de columna, pero no os preocupéis, suelo hacerlo como las manzanas al desprenderse de la rama. La distancia del suelo es lo de menos, moriré de todas formas, pero no os inquietéis, esa es la idea de este circo de marranos, hundir la elegancia de los cabos al cortarse en el más profundo de los fangos.

Que queque

¿Por qué no me quejo? No me quejo por estar aquejado de un quejido insoportable. Las quijadas se descentran y me es imposible hacer el Quijote. No hay resquicio que lo proteja a uno de este quicio y desquicio. Se me extrapolan los quelonios en una bandada de quesos humeantes que se desbaratan en henchidos hechizos helados y no sé que hacer, pero lo plañidero no se asume como planificador planeante sobre este plano planeta prensado. Una vez mas es la rutina quien pone las etiquetas, esas, fotocopiadas de a millones en la librería de mi supuesta libertad.

Linternas cayendo

La tentación de una segunda vez y de una tercera. La tensión enana en que nos enmarca la tristeza. La suave decadencia de lo propio (para mas datos recordar el sabor ácido de la primer ciruela y la dulzura que hubiera podido tener)

Entonces una constancia de carozo. Un andar cansino y la promesa de que un bidet no nos será nunca suficiente.

Un libro no leído ni añorado. Un secreto, al fin y al cabo. Algo de lo que hemos podido prescindir por no haberlo presentido siquiera. Una verdad impactante a la que hemos ignorado sin siquiera la constatación de lo negado. Eso somos: Una alegre luz que ilumina a cualquier lado.

La torpeza

La brumosa entraña de lo que no es superado.

La celosa condescendencia de lo descartado.

Lo apenas, la tan previsible, lo ya amado,

Todo lo que duele con tan solo pensarlo.

Eso somos.

Los tres ojos en llanto.

Las manos sin saber que hacer.

El cuerpo con una pesadez de barco encallado.

Cuando la melancolía se almuerza,

Cuando somos almorzados por la ira oculta

Del que ya sabe que de nada sirve.

La lluvia en cada uno de los tejados.

Y la seguridad del torpe que cree que un día más no va a matarnos.

Esta mañana

Hacinado como ando entre mis múltiples ocupaciones intento respirar de lo bueno y ando arrastrándome por los bajos del lado de la cama donde estuviste.

Inspiro tus pisadas y en los rincones menos vistos descubro oxigeno.

Esta mañana los procesos se han detenido aparentemente y estático creo que puedo desligarme, desentenderme, enfrascarme en la colección de excusas que como yonqui he ido juntando todos estos meses. Sé que puedo no echarme culpas y no lo hago.

La realidad se me pega hoy como hojas de plátano mojadas en la lluvia.

La verdad es miga de pan húmedo y a picotazos ando, intentando volver a comer.

13 de enero de 2007

El círculo que mas nos distrae


La liebre que se quiebra no distingue camino, solo un paso tras otro que para nosotros si es algo,

para ella es la huida desesperada,

la que bum bum,


su corazón.


Pareciera un ir pero en realidad es sobrevivir hacia ninguna parte.

Aún cuando se pone a salvo la huida continúa.

Ella cree que se salvó pero ¿significa algo?

Volverá a correr.

Hoy no

Cometo una vez más la cotidiana estupidez de recién levantarme.

Hoy no salté de la cama, no me tomé las pastillas, no un trago de agua, ni fui al baño, los dientes, las manos, los ojos, el pelo, los intestinos.

Hoy no calcetines ni pantalones, ni cinturón, camisa, billetera, móvil, cigarrillos.

Escaleras, llave, coches, café, banco, café, restaurante.

¿De que sirve un cenicero si nadie fuma?

La palabra recién, viene o va hacia el reciente.

Como ayer podría ir hacia el ayerte.

Como mañana al mañante.

Como rato ratante.

Como la vez que te vi y me miraste en la parada del ciento cincuenta y dos, debajo de Cabildo, a las dos de la mañana, yéndote de la fiesta porque al otro día tenías guardia y usabas todavía ese pelo de niña.

Sin pre-pensar, repito, sin siguiera haberlo pensado antes, me encontré besándote, luego años de novios, una dolorosísima separación, el casamiento, la vida en Las Heras, en Cafayate, de vuelta en Cabildo (me acabo de dar cuenta de que nosotros vivimos un año en el lugar en que nos dimos el primer beso)

Otra vez a Cafayate, para seis años después separarnos en medio de lo peor que pudimos ser.

Por eso es que escaleras, llave, coche, café, restaurante.

Es por eso que salto de la cama, tomo pastillas, agua, baño, dientes, manos, ojo, pelo, intestinos, calcetines, pantalones, cinturón, camisa, billetera, móvil y sobretodo cigarrillos.

Eva y yo en el paraiso

Sin ver nada asistimos al huracán que nos arranca y alguien nos ensarta la primera mentira: se acabó lo seguro y empieza el miedo.

Nos lo embuten con la delicadeza que da el resentimiento. Ellos fueron engañados por lo tanto nos engañarán.

Amanecemos a nuestras horas aquellas repletos del material de lo falso, no vemos nada a nuestro alrededor y quien nos críe se encargará con todo el cariño de no darnos nada cierto para respirar.

Hagamos lo que hagamos será trampa, nada real puede haber porque creemos que nada real nos rodea y sin ver comenzamos la construcción de la mascara que seguramente no podremos abandonar nunca.

Como Eva y yo en el paraíso.

No llegamos nunca a probar la manzana, no hizo falta.

El Dios que yo tampoco vi jamás la hubiera puesto allí.

Solos igual que todos en el medio de las maravillas, hicimos un claro arrasando especies que no existirán mas.

En el medio del paraíso pero desesperados levantamos paredes para escondernos.

Eva y yo nos pasamos el tiempo decorando la cárcel primigenia.

No hacemos más.

Fuera está el mundo entero pero nosotros discutimos sobre cortinas y cortineros, colores, papeles, mobiliario, aparatos de cocina y diferentes tipos de suelo.

Cuando hablamos lo hacemos solo para enfrentarnos y no cesamos de encontrar motivos.

Una sola vez salimos de casa para pensar en el jardín y lo primero que hicimos fue levantar esos alambres que pusieron límites a la desenfrenada turgencia con que la naturaleza pretendía despertarnos.

Ni siquiera le hicimos una puerta porque jamás hizo falta.

Cansados buscamos en los cajones del alma y los dos, aunque nada nos dijimos, comenzamos a sospechar que el amor existía.

Repito: no nos dijimos nada pero desde ese segundo supimos que estaba allí y fue un motivo más para odiarnos.

Todo tiene un tiempo y nosotros también llegamos al momento de las verdades una vez. Nos dio tanto miedo, estaba tan callado aquello que salimos pitando. Huimos de lo primero verdadero sin darle oportunidad a nuestras cárceles para derrumbarse. Esto no se pone en marcha y nosotros tenemos tantas cosas que limpiar, que ordenar, que seguir acumulando, tenemos tantos motivos para no vivir que nos seguimos mintiendo y a pesar de que sabemos que lo estamos haciendo no lo hemos dejado de hacer hasta hoy.

Eva ya no sabe quien soy y solo le importa ella. Ha dado el paso y ni siquiera esta segura de querer invitarme. Se afana tanto en guardárselo que lo pierde sin remedio.

Cree que es por mi y decide cambiar de Adán sin enterarse que con la misma ella no hay nada que hacer, que yo despierto no soy mejor pero estoy y se lanza a la mar desde esta isla desierta para mudarse a la de al lado y no vernos mas.

No fue una manzana, no lo fue.