21 de enero de 2007

Volver a ligar

Perdidos como estamos asistimos a la lenta pero constante desilusión con los demás. Lo cierto es que el problema es la ilusión, digo, hacérsela.

Si fuéramos lo suficiente no haría falta declarar esta verdad siempre tardíamente.

La vergüenza que debería salvarnos parece no existir en este mundo de mentira. De los que se preocupan porque la tienen no me ocupo, ellos la usan como herramienta y no se doblan porque las circunstancias doblan.

Son los que parecen espirales pisados por un gigante los que me cambian los planes, ellos, nada más que ellos.

Reconozco que uno no puede saber que va a pasar en el futuro pero eso me incluye, coño, y yo si tengo que respetar los pactos porque si soy el feliz poseedor de una vergüenza que me asiste y decora. Soy ese y no hay mas que hacer, me sirve y me mantiene, engalanado ando con mas agradecidos que ofendidos, esos pestilentes, contaminantes con su silencio, sus caras de tontos y su esfuerzos desesperantes para no poner la mueca, el gesto del huevón, regalo de la última dignidad que les queda.

No hablo de los indecisos, esos solo están llegando a los talones de los hijos de puta tema de mi particular religión.

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