21 de enero de 2007

Chan Chan

Un sonido rítmico cadencia que sofoca, que no hace bailar, que agobia, que no alegra ni distrae, al contrario, sobrecoge.

Los nervios del que corroe las telarañas se sienten aún desde el lugar de la presa.

La agonía incluye escucharlo dudar sobre el menú del almuerzo.

No debería poder hacer nada excepto verlo venir, al cabo y sobretodo al cabo es mi muerte.

Pero no, me olvido y en la espera de la definición hago que vivo.

Me levanto en el sillón, camino con los pies del frío baldosal, espero lo caliente, me acomodo, me enfundo, salgo, hablo, como, cago, follo, duermo, me drogo y todo el tiempo falso en que esto transcurre yo no dejo de sentir en mi grasa el perturbador sonido rítmico del tam tam del carcelero que no veo pero que me esta mirando.

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