20 de diciembre de 2008

Primer paso

Hay días en que me levanto a cachetazos como todos, y otros en que mis sentidos me van entregando más mundo a trozos, a retazos, difuminados por la sorpresa de encontrarlos y poder conservarlos en estas páginas.
Son esas miradas llenas de estremecimiento de carne.
Cuando sucede la luz de la comprensión es que me doy cuenta del conjunto que formamos.
Un conjunto humano total con la misma estructura que las subdivisiones con que nos segregamos sin poder dejar de hacerlo.
Todos juntos somos iguales al más pequeño de los grupos.
El más pequeño de los grupos puede entonces cambiar el mundo.
El más pequeño de los grupos no puede preocuparse por el todo porque en sí mismo es el todo.
Solo nos hace falta una consigna, una dirección que no dañe a nadie y nos ayude a todos.
Esa mirada existe y está muy al alcance de cualquiera que esté decidido a cambiar su forma de ser parte del gran conjunto.
La decisión es simple, concreta pero es solo el primer paso, nada más que el único que damos al decidirnos.
Nos direcciona pero no nos hace avanzar.
Esto nos desilusiona, nos hace entrar en un estado de disolución absoluta desde el que no sentimos lo que ahora ya sabemos que se puede sentir.
¿Por qué deshacer lo que está bien pero es solo el principio?
Jugamos a los mismos juegos día tras día y ni siquiera logramos aprenderlos porque en el fondo sabemos que no encajamos en ese escenario de cartón y harina. Hurgamos buscando sentimientos donde deberían estar entonces nos casamos, tenemos hijos, cuidamos a los padres y somos generosos con los demás, y es así como fallamos: Los sentimientos preceden a los actos y los actos no pueden ser generadores de sentimientos.
Esa es, por ejemplo, una buena manera de dar el segundo pasó.
Por cierto que parto de una certeza: “Moriremos”.
Morir es lo que nos da la vida, como apagarse enciende de veras la bombilla.
A partir de esa verdad es que cimento esta mirada.

Que los cumplas feliz

Llegaremos siempre al único lugar donde de verdad nos esperan.
Andaremos la mina de sal y el vergel, lo seco y lo mojado.
Creeremos perdernos pero ¿Cómo equivocar el rumbo si podemos estar seguros de que llegaremos al lugar indicado?
La vida nos ha sucedido en un segundo que festejamos con velas año tras año, nos rodeamos de familia y amigos mientras esperamos los regalos.
Esa es entonces la representación que nos recuerda nuestro nacimiento.
Un lugar que se obscurece y alguien entra con la tarta llena de mas luz cada año, de manos amigas como el profundo primer abrigo de mamá desde el que también lloramos como solemos hacerlo en los cumpleaños y donde teníamos seguramente la misma cara de desconcierto.