6 de febrero de 2007

Sebastián Maldonado

Hoy me desperté con los ojos muy abiertos. Con la imagen en la mente de un niño de rulos, cara redonda, moreno. Dientes de ratón, sonrisa para afuera. Sebastián Maldonado. Me congele ¿quien era Sebastián Maldonado?

En la imagen apareció el pasillo del palier de servicio del departamento de cuando era chico. Al fondo la puerta de Sebastián. Sexto piso como nosotros, letra “C” y no “B” como la nuestra. El living de su casa, cortinas naranjas, decoración moderna de los ´70. Desniveles, piso de madera, cosas raras, muebles diferentes que los de mis viejos. Recordé una fiesta de cumpleaños: había mi primer mago. Un cuarto blanco y luminoso lleno de chicos. Una sabana haciendo de telón.

Sebastián era mi amigo más cercano. En esa época era el mas cercano porque simplemente era el que estaba mas cerca mío, de mi radio de acción. Los juegos a lo de Sebas eran muy fáciles de conseguir, bastaba con pedirlo y que mi mama tocara el timbre y preguntara si podía ir, o sino, si Sebastián podía venir a casa. Bastaba con eso, no había que salir a la calle ni que me pasaran a buscar temprano, en lo de Sebas podía quedarme hasta la hora de comer o incluso ponerme el pijama y quedarme en su casa.

De pronto entendí porque lo estaba recordando. Sebastián se mudó cuando yo aun era muy chico. No estaba listo para eso. Volví de las vacaciones de verano y en la puerta “C” no había nadie. Se mudaron fue la única respuesta que conseguí. Vive muy lejos ahora como para ir a visitarlo, algún fin de semana, cuando mis preguntas ya cansaban.

No vi nunca más a Sebastián Maldonado. De a poco comenzaron a llegar las sensaciones de ese momento. Era la desesperación, tristeza también, fundamentalmente no entender, no poder hacerlo, ¿como alguien podía desparecer así de mi vida?

Se fue, simplemente se fue, y a mi me quedo una sensación física de perplejidad. Lo que creo que tratas decirme con este recuerdo comienza justo ahí. Yo era muy chico y por eso andaba aprendiéndolo todo. Visto desde los adultos debió resultar algo insignificante o en todo caso sin solución. Para mi fue el comienzo de una vida de desconciertos.

Eso es lo que siento desde ese momento, lo que sentí en la entrada a la adolescencia, durante la adolescencia. Es lo mismo que siento en esta etapa que vivo ahora y no se como llamar. Tal vez este confesando el síntoma de una clara patología. No puedo vivir otra vida sino la mía, si esta está enferma, yo lo estoy. Quizás solo estoy mostrando un desconcierto que sintamos todos. No lo se, pero a partir de ahí, cuando conocía a alguien, lo que sentía era esa confusión. Y a los que ya conocía, como a mi abuela Geno, los comenzaba a extrañar como si ya se hubieran ido.

La incongruencia de extrañar a alguien que esta a tu lado es enorme. Donde estaba la palabra “amor” aparece repentinamente la palabra “miedo”.

Desde los golpes resonando en la casa vacía de Sebastián cada vez que dije “te quiero” en realidad estaba diciendo “te temo”.

Treinta y no del dos mil si

¿Es que se me ven las alas

cuando miras desde arriba?

Decime

¿No alcanza que me ofrezca

así por entero y de verdad?

Hoy tomaste lo que había

con el derecho de reina

con el izquierdo de maga

caminando por las cornisas

por no comprometerte nada

jugaste a silencios injustos

y al final no llegaste

con tu lento paso de no se qué

hasta mi corazón de amante

¿Cuantas oportunidades así

tendrás en el tiempo de tu vida?

Decime

Hacé un esfuerzo y decímelo

comunicate con vos y decime

¿estas acá como parte de todo

o estas coqueteando con la nada?

Hice bien en pedir que te fueras

antes de las doce campanadas

los puentes hay que cruzarlos

en soledad bien acompañada

Si querés quedarte a vivirlo

acá estaré para intentarlo

si querés irte a seguir jugando

no te preocupes que no pasa nada.

Mi corazón no esta roto

ni mi alma esta empañada

tengo los ojos rojos solo

de tanto forzar la mirada

Y no quiero hacerlo todo

ni quiero proponer magias

que no se encuentren

con la mitad de lo que traigas.

Estoy tranquilo ahora

No aceptar tus medianias esta bien,

Ojalá estuvieras acá para verlo

Pero en tu lugar ha venido otro alguien

Ella que usa tus señas y tus jugos,

que me emociona cuando abraza,

y se emociona sin las dudas

llenas de musgos y de algas

que tu siempre dejas.

Solicitud de polvo mañanero

No me arranques del sueño ardiente, urgente, deseosa.

No me arranques.

Más bien comproba mi existencia palpando las formas exteriores

del capullo onírico donde me encuentro.

Hundi tus manos en el líquido donde floto, como si tal cosa, haceme girar

indolente.

Levitame, lanzame suavemente inspirándome de la gravedad

que me atrae como a una manzana el fondo del mar muerto.

No te co-fundas

No me arranques

Más bien confundite entre mis puertas,

No me aduanes, no hace falta,

pero no las olvides ni escabullas.

Que te deje pasar cada vez por cada agujero no te exime del examen correspondiente.

Una vez enganchada a alguna arista aferrate para entrar vos

apoyando primero la cara contra la superficie del agua.

Confirmando el intento salta desde tus mil quinientos metros

a este pequeño barril donde te espero.

Aquella siesta

Una tarde. Específicamente no se cual. Recuerdo que era por la tarde. Recuerdo que aun vivías.

Te recuerdo.

Una luminosidad. Un resplandor de siesta, entre la penumbra, entrando por entre las persianas cerradas, sobre la piel de una de tus mejillas.

Sobre la otra dormias.

Afuera, en el jardin, se escuchaba el suave murmullo que el conjunto de hojas de un arbol producian en un roce lento entre si mismas.

Un temblor natural.

Que empezaba subitamente y terminaba, capricho del viento, en una sacudida apenas violenta pero que sin embargo te sobresaltaba.

Apretabas los labios en la mas mínima queja que podías.

Te recuerdo, siempre te recuerdo.

Para que no me olvides

Me mareo con las mareas ocultas de mis futuros vómitos. Yo soy lo que todavía no he vomitado pero no seré lo vomitado. Dar está cuando aún no lo hemos hecho pero una vez dado ya está en el otro. “La vida es mientras sucede” ¡NO! Deja de serlo a medida que avanza. Nervaduras para atrás de ceniza egipcia huracán instantáneo que se extermina. Nos vemos como los puntos del láser: hay tontos y estamos tan seguidos que reconocerlo ha perdido todo valor: hay que dejar de serlo.

Y de pronto es en una tarde como violeta que sus ojos se te enredan. También sabias que la chirimoya es una mezcla de banana y frutilla pero a la crema, todo pero a la crema. Diferencia sutil de lo bastante con lo familiar, lo que nos es dado con lo que nos es suficiente. Cuando uno caga demasiado alto hay dos soluciones o sube el mundo o baja el culo. Es entonces cuando los colores como valores comienzan a subir: aparecen carteles explicativos en tu cara. Te miró y a vos que te dio vergüenza ¡vergüenza! ¡Con lo difícil que es encontrarla! Solo quedan paquetes de cuarto kilo en algunos altares. Pesarla ya es complicado pero la experiencia de haberte faltado, de la compra rápida en el mercado negro, de los salones de psicodrama, del registro exacto de los bolsillos de la ropa guardada, al final llegas hasta a buscar en los pasaportes de los parientes que se han muerto…bueno, todo eso te da la medida del peso aproximado.

Lo que nos avergüenza nunca prescribe.

Vuelvo a sus ojos, que yo veo como a la palabra “OjO”, que me esta mirando. Me encantaron y con su encantamiento me pusieron en ese estado de colibrí de tonelada, de paredón a punto del deshielo, de puntadas como tironcitos en la base de los huevos, de ganas de todo, de roce como despacho diplomático, roce como guerra o rendición pero de paz nada, de paz nada. O guerra o rendición porque aparte de eso uno se esta resbalando jugando con el aceite tibio que también existe y es la rendición.

No, no estoy perdido, pero de pie, frente suyo, en ese estado… las cosas se complicaban y su as aceitoso nos impedía el próximo movimiento. Igual estuvo Tom Waits y el silencio, muchas risas, rica comida, una extraña despedida y estas ganas permanentes de que me llame. Por eso hablo de ella: para que no me olvide.

Mis suertes

A saber:

Una cuna de madera blanca ya probada.

Una madre experimentada y fuerte.

Un padre apurado y alegre.

Tres hermanos siempre mayores.

Una abuela presente.

Otra ausente.

Un abuelo lejano y vivo.

Otro abuelo lejano y muerto.

Pronto dos hermanas preciosas,

mis hermanas pequeñas,

aun hoy, pero no por mucho tiempo.

Geno, que me eligió voluntariamente

como nieto,

tal vez por mis ojos.

A pesar de que no les quepa:

muchos amigos eternos.

La seguridad de que los vínculos

si no son para todo y para siempre

no son vínculos sino miedos.

La búsqueda terca del amor.

La constancia de río que la vida

siempre tuvo para mí.

Pero por sobre todo mi mirada

de eterno boy scout.

Por sobre todo mi anhelo

de ser mártir o héroe o milagro.

Estas son mis suertes,

de las que dependo

como una semilla del viento,

como una semilla de la tierra

y del agua, y del sol y del tiempo.

Los labios

La distancia hasta un beso no es siempre la misma, depende exactamente de dos restos de humanidad detrás de los labios porque, lamentablemente, la voluntad de besarse se encuentra perdida en algún lugar del cuerpo que por supuesto no son los labios, ni la lengua, ni siquiera los dientes; si de alguno de ellos dependiera, la vida no seria esta sucesión de bocas ignorándose, no señor, andaríamos buscándonos los morros a cada roce que la pasión bucal nos marcara.

Podría seguir así con cada parte del cuerpo que nos permite el placer y es que son solo instrumentos finalmente, porque la voluntad de ejércelo no reside nunca en el sitio mismo de los hechos. Pongamos por ejemplo los ojos y recordemos como se nos van si una blusa se entreabre para ser rápidamente cerrada por ésa muchacha que nos mira acusadoramente, ¿que mas quieren esos hermosos pechos que ser buscados entre los pliegues como tesoros ocultos?, pero no, la mano esconde ofendida lo que los ojos y no la voluntad del otro anhela, lo bello no se atreve a mostrarse, salvo en determinadas circunstancias de acuerdos tácitos o no y así estamos, reprimidos como novicias en un convento.

Al fin me pregunto que somos: la posibilidad de hacer o la posibilidad de negarnos. Veo la gente que me rodea contando lo que ellos creen una historia de amor, pero solo escucho tentativas y retrocesos, decisiones resultado del miedo mas inmovilizante, que como todos deberíamos saber, es lo contrario exacto del amor. Es tan habitual la quietud que nos ataca que la convertimos en una especie nueva de movilidad, le damos status de vida y creemos haber fracasado en un romance cuando ni siquiera hemos entrado en él. Triste, muy triste, pero así es, alguien se nos cruza agradablemente y cuando las cosas van bien uno de los dos piensa. No creo necesario hacer un detalle de los pensamientos que acaecen como rayos en respuesta a la caricia sorpresivamente emocionante de un congénere... ¿y si me estoy enamorando? pensamos y acto seguido reclamamos cualquier cosa, tipo -¿hace frío, no? podríamos haber ido a otro sitio. La libido o el amor, que al principio se parecen, se esfuma y nosotros damos por confirmada nuestra duda.

Eso es lo que hacemos, generamos confusiones imposibles de resolver y cuando el otro no lo logra decimos -Algo de razón tenia. Si sumamos a esto que cuando vayamos al bar contaremos esto como un tórrido flirteo ya tenemos los componentes de este drama. Las cosas no nos suceden porque nunca llegamos al final de los acuerdos que son el inicio de la sorpresa, de lo no planeado; no nos atrevemos a enterarnos de que la vida nos prepara manjares que nosotros ni siquiera imaginamos...el miedo nos propone conformarnos con lo seguro y conocido del fracaso, lo malo no es que lo ofrezca, lo ridículo es que sigamos aceptándolo.

Mi consejo aquí es más bien simple. Debemos partir cotidianamente de premisas más optimistas aunque alguno les resulte patológico. Si la vida es así, planteo que es así como la hagamos. Digamos por ejemplo: La vida es bella y rodeémonos de aquellos que compartan esta máxima como la verdad más suprema. Aquellos que creen saberlo todo y nos miran desde sus tristes mohines seguramente nos querrán confundir con las miserias a la mano y hasta aun con las lejanas, el hambre en algún lugar, las inundaciones mas allá, la soledad y por supuesto siempre estarán las guerras para convencernos; no nos dejemos arrastrar por la simple razón de que eso sea cierto...decía una amiga que una cosa no quita la otra, mientras comía una enorme porción de torta de chocolate y tomaba el café con edulcorante; al mismo tiempo que su amigo le convidaba cigarrillos a un mendigo preguntándole cuales prefería, ¿rubios o negros?

Yo creo que no da igual y que las personas están dispuestas a recomenzar en cualquier punto del desastre, que lo que quieren es tener la fuerza para aceptar la oportunidad de mostrar lo bello como la mejor forma de salir adelante. Como el caso del francés que logro morir cantando en medio de la guerra, aunque claro, nunca fue muy afinado y, según los amargados, su cadáver se pudra en el mismo campo ensangrentado que el escéptico.