4 de marzo de 2007

Una carta desde el desamor.

Este mail me lo envío un sujeto novio de una Claudia que conocí. Me dejó encantado la furia provocada por los celos y por lo tanto la energía producida, una de las mas fuertes de este universo, sin duda.

¡¡Asquerosa vaca, guatón perverso, turbio!!...mira que intenciones guardabas detrás de tu aspecto de morsa sana. ¿Sabes quién te habla?...te hablo yo, Andrés, el novio de Claudia, que con la misma bajeza con la cual tu tejes tu tela de araña, ha interceptado, igual que cucaracha, tus siúticas, vulgares, chulas, rascas y charchas intenciones sobre mi bien preciada.

Eres poca cosa detrás de tan pocas pulidas palabras, vulgares y tontas frases mal armadas.

¿A quién crees que conquistas con tonterías de payaso?... ¿te crees poeta?

¡Ignorante bola de grasa ridícula!...cerdo, ¡asqueroso!, guatón culiao, apestoso, mierda tímida que no te atreviste a mirarme a los ojos sabiendo que descubriría la caca inmunda que erís en el fondo...no erís mas que 200 kilos de diarrea mal nacida...

Ódiame ahora, Claudia...ódiame ahora que tienes la prueba irrefutable de mi bajeza. Mis celos me han destruido, y borracho, no he podido resistirme a responderle a ese montón de mierda al quién has elegido.

Ódiame ahora que ya no importa.

Ódiame y ¡qué importa!...de todos modos yo mismo me odio con tanta fuerza que el tuyo casi ni se nota.

Despréciame y no volvamos a hablar.

Nuestras manos unidas.

La apariencia de una ruleta sigue teniendo la vida, y en el medio el Tao, el I Ching y la Comedia de lo cotidiano.

Ayer leí que un hoy campeón del mundo de tenis, al ganar su primer gran torneo, lo primero que le dijo llorando a su entrenador fue:

¿Qué importa?

Y es una pura verdad y mucho mejor salir de ahí.

Hoy lo veo a los saltos recibiendo premios y dinero y supongo que habrá aprendido:

La vida es ahora, dejo de serlo ayer, no lo será mañana hasta mañana.

Te escribo esto para decirte que podes arreglar con la madre de Martín para buscar los 550 dólares y que el dolor de estar mal casados, la ilusión que no nos permitió vernos, los egoísmos y los caminos sin salida en la balanza siguen sin ser contrapeso suficiente: igual siento que me hubiera gustado que nos saliera bien.