21 de enero de 2007

Volver a ligar

Perdidos como estamos asistimos a la lenta pero constante desilusión con los demás. Lo cierto es que el problema es la ilusión, digo, hacérsela.

Si fuéramos lo suficiente no haría falta declarar esta verdad siempre tardíamente.

La vergüenza que debería salvarnos parece no existir en este mundo de mentira. De los que se preocupan porque la tienen no me ocupo, ellos la usan como herramienta y no se doblan porque las circunstancias doblan.

Son los que parecen espirales pisados por un gigante los que me cambian los planes, ellos, nada más que ellos.

Reconozco que uno no puede saber que va a pasar en el futuro pero eso me incluye, coño, y yo si tengo que respetar los pactos porque si soy el feliz poseedor de una vergüenza que me asiste y decora. Soy ese y no hay mas que hacer, me sirve y me mantiene, engalanado ando con mas agradecidos que ofendidos, esos pestilentes, contaminantes con su silencio, sus caras de tontos y su esfuerzos desesperantes para no poner la mueca, el gesto del huevón, regalo de la última dignidad que les queda.

No hablo de los indecisos, esos solo están llegando a los talones de los hijos de puta tema de mi particular religión.

La piel

La soledad no es mas cierta que la mentira acompañada pero es mas paciente como maestra. En ella se descubre de a poco pero lo cubierto se revela, se muestra, se expone. En medio del desfile nos quedamos con una de las certezas y el resto espera su turno.

Por ejemplo: en medio de una ducha notamos con asombro que nuestro cuerpo se puede limpiar solo. Toda la vida repitiendo un patrón y de pronto sucede que la mano no necesita mapas para llegar al culo. La sensación de ser acariciado por tu propia mano que va por donde quiere es nueva. Viviste mil años, pero no había pasado eso todavía. Entonces todas las caricias se reviven, se revolucionan en el disco duro que las guarda y que las inhibe cada vez que vamos a sentirlas, esa memoria que las congela pre-viviéndolas cada vez que vamos a recibirlas.

La prisión del que nunca ha sido violentamente arrancado por una pasión es tan firme que lo que lo arrasa son esas caras de éxtasis, de explosión, de revolución ante lo penetrante, lo que penetra y es penetrado como un barco que iza velas en un mar de pronto embravecido y golpea con el agua confundiendo el arriba con el adentro, el afuera con la sal y la espuma que le llena la boca ahogada hasta el suspiro de terminar y vuelta a empezar, las manos agarradas en garra a los bordes de la calma, haciendo fuerza oponiéndonos para que el otro llegue mas y duela y no se pueda parar. En ese instante nada más existe igual que ese instante no existirá cuando nos despertemos con el olor a café de una mañana que lo funde todo.

Le escribí un mail diciéndole que me gustaría que viniera, ella me respondió que le gustaría venir. Eso es una sensación.

Después de la ducha resulta que la vida va por donde lo fácil va. No es un consejo, es una revelación. Avanzamos como topos sin salir a la superficie, chocándonos con las piedras y las raíces, invadiendo madrigueras ajenas creyendo que eso es algo de lo sublime.

Entiendo

Estoy agarrado a tu mano amigo y dejo que hagas lo que yo quiero conmigo.

Despues vivimos

La tensión de ser quien somos, esa ínfima, esa desbordante, la tensión que nos cuesta ser quien somos. No la distinguimos porque a esa tensión aquí en la tierra la llamamos vida.


En el fondo todo empieza ahí. Y recorremos los monumentos de nuestros logros y nos perdemos a cada paso, a cada paso. Distinguir esa apenas fuerza tensa de lo que somos esta tan lejos, tan lejos. Está tan oculta bajo miles de capas que consideramos importantes, a cada una. Cada una de esas capas serviría para explicar porque estamos aquí en el segundo correspondiente pero ninguna de ellas es cierta, es apenas lo que pasa mientras estamos vivos sin saber apreciar el lento ritmo interno confundidos con toda esta velocidad.

Tan constante, tan de todo el tiempo que creemos que esto es vivir y lo otro una quietud insoportable. Espantados con el congelado paso arbóreo elegimos lo que no somos con tal de no ser eso que somos: Una lenta cadencia que va aprendiendo y que jamás adquiere mas velocidad que una hoja en ruta anual, una estación, luego otra, aunque queramos ver muchas en cada ciclo. Es eso lo que nos mata: el nunca atrevernos a ser como un árbol, pero no somos mas, no lo somos. Nuestras épocas se suceden con una regularidad exasperante pero solo avanzamos si hemos decidido hacerlo.

Es la desconfianza que tenemos lo que nos detiene. Venimos montados en un cuerpo que parte de una sola célula y somos en ese momento lo que moriremos, igual que una semilla es olmo o nogal. Lo será por más o menos tiempo, llegará a dar frutos o no, caerá de viejo o se cruzará en el camino del hacha como de la bala, de la enfermedad o del olvido pero habrá sido. Empieza con la apenas diferencia de la nada y se monta en caminos de venas y temblores hasta que un día los líquidos fluyen porque algo late, ya no se detiene hasta que lo hace. Sabe como seguir y sigue, inconscientes a todo nos desarrollamos sumergidos en lo tibio que la madre nos guarda, en lo blando que su cuerpo es para nosotros, en las sensaciones de los ojos cerrados para un cerebro que solo distingue lo primario de donde ya esta el placer. Así nos pasamos nueve meses hasta que el primer ciclo termina.

Tu amor

Se me parten los húmeros al mirarme. Se me parten las tibias al mirarte y ya de tibias nada. Con tus huesos conquistas a los míos que solo intentan rendirse a tu paso. Son mis palomas vitales esas que alimentas despreocupadamente. Son tus trocitos de pecho el solo alimento que reclaman las carnes.

Quisiera creerme esta exclusividad de regaderas, pero hay tantas otras que me importan.

Te quiero, pero eso no se contradice con el querer olvidarte, ni con no soltarte, ni siquiera con darte las espaldas suficientes para que vos puedas matarte. Si me descuido no se opone a nada de lo que vos no quieras cuidarte, pero las dobles negaciones me cansan porque suenan como tambores deshechos, con sus gritos de flecos y sus aires ya marchados. Prefiero las negaciones simples o las afirmaciones leves, vaya, pero lo dicho y lo redicho me cansa como me terminaría desesperando con las segundas bombas que fallan.

Así y solo así soy, pero no sé que significa esto ni para que sirve. Me imagino que el no retirarme de los bombardeos aumentará mi póliza de seguros, pero tardan tanto en enterarse y como igual no pagarían, las he usado como papel de eliminar que es para lo poco que sirvieron. Así soy, pero no puedo vivir de ello, nadie valora lo importante que los estúpidos somos, lo imprescindible que resultan los bastardos para la realeza, lo fundamentales que son los dormidos para todos los despiertos.

Esto mismo que estoy escribiendo se aparece como escaparate viejo, mal iluminado, ajeno… ¿es esto que escribo lo que soy? Hoy diría que no, cuando lo estés leyendo lo aseguro, será lo único que soy. Aunque no haya muerto, aunque me tengas al lado, aunque hayas entrado al baño de ese bar justo después que yo he cagado, ni respirando lo mas fuerte que puedas podrás saber quien soy, no lo sé yo que me vengo digiriendo como arena, hace las décadas que me quedan, y aún no he reconocido ninguna de mis huellas. Todas me suenan pero no se me quedan.

Mi madre guardó mis primeros pasos y mi padre los recuerda de sobremesa en sobremesa. Ahí estaría la lámpara que rompiste, acá los cubiertos que perdiste, siempre guardamos ese cuadro de honor que no pudimos llenar la vez que nos gritaste. Alguno de estos tesoros se perderán con las mudanzas de la herencia, pero seguro que otros me los cruzaré. Pobres, ellos no han podido amarme pero tampoco vos con tu eterna devoción y todas tus conferencias.

Vos

No caigo en los lugares que solía, eso debe ser la madurez. Voy y vengo igual que vengo y voy, ni siquiera distingo los lugares que solía, pero no me caigo. Aretes de mar, dos pequeñas olas que nos cuelgan, así son las convicciones para nosotros. Las sentimos murmurar y la gente nos las mira, pero son lejanas como aros, nada más lejano que un aro en la punta de la oreja propia. Hoy siento que la vida sucede. Es presente donde lo espore. Ya no estoy guardando recuerdos usados, lo que encapsulo esta vivo, esta sucediendo. Creo que por ello vale mas, pero aún no he aprendido nada, lo que creo que conservo en realidad agonizo, ignoro hasta el ahogo, finalmente cenizo lo poco que encuentro y se me vuela. Canto en el coche lamentando no tener un grabador y sueño con poder comprar uno que grabe desde el volante con solo mirarlo. Creo saber que si me detengo a escribirlo lo perderé igual, entonces lo disfruto. No me sirve para salir en la tele pero me divierto un rato.

Me pierdo en las marismas de lo ajeno y en eso pierdo todo el día, juro no perderme mañana pero bajo la alfombra, a los pies de la cama, había una. Uno debería tener derecho a tener libre, mas no sea, su lado de la cama, pero si te ponen una marisma y encima ajena, como quieren que no pierdas el día libando extrosidades terrenas. Si es domingo puedes pisar aquellas arenas, que de movedizas te dejan el día entero entre rejas, y pedís pizza y te ves todas las pelis y te vas quebrando por dentro transpirando las siete de la tarde, los amigos que llegan y vos intentando sonreír, que si no es esta noche será mañana, vamos, que esta noche estoy viviendo el lunes y que no me gusta, y vamos un esfuerzo y te colocas a las diez de la noche y te ves, ella te ve, hay como unas sombras y un frotarse levemente. Que lejos queda todo cuando te atreves a mirarte, que cerca que esta ella cambiando el foco hacia sus ojos que de fosos te rescatan de la autocompasión y la fatiga. Eso es el otro, cuando nos gusta.

Mensaje

Estaban escondidas en la caja del reloj sobre la chimenea. Estas son las palabras de un hombre desesperado:

No se quien soy y vos tampoco lo sabes. Yo no sé quien soy, nadie lo sabe. Ni siquiera sé que significa saberlo. Tampoco sé si importa. Que frase hecha más absurda, apenas sé para lo que no he servido. Acorralado por la suntuosidad del cretino, atrono con mi destino y con los demás como si latir fuera. Me quiebro sin respeto por las normas del error, me parto como arena seca de una gota congelada. Me derrito y me apelmazo, me descompongo, me avecino, me doy lastima, me lastimo, se me pasa la fecha y me caduco, se me rompe el sello y me descartan sin haberme pecado todavía y yo en pleno abuso de mis facultades no me defiendo, entiendo a los que me sofocan, quien no pudo, no pudo y yo sin estrenarme me he podrido, pero solo un poquito, casi nada, todavía mis lacto bacilos pelean contra microbios imaginarios, ya sin el mismo brío de la fecha en que me fabricaron, pero con dignidad y arrojo, que es lo que importa, vamos, hombre.

Con ojos ciegos me odio en el espejo de la peluquería, me quitan pelos de donde no quiero verme. Sin los anteojos no llego a tocarme las raíces y solo distingo quien anda de quien camina. Las manos que me cortan me acarician, como en la vida misma. Los restos me caen en el pecho de la toalla y algunos en el suelo del abismo. Los veo pero también sé que cayeron, que están cayendo, que seguirán cayendo para siempre de mi tumba que los guarda. La madera del cajón no es otra que el amasijo de lo que me he perdido. La tierra ya se abre parte a parte y reclama de lo que apenas me queda. Les daré su porción a los gusanos pero si alguien pensaba alimentarse con mis reclamos, le aviso, ya los he dado casi todos en la carretera.

Es que los confundí con las manos y en cada estrechar dejé que los oyeran. Como a todos a mi también me pareció gratis el crujir de las esteras y como cuando llega la cuenta ya no hay vueltas, temo haberme jugado las herencias de mis hijos no llegados. Espero que las deudas se licuen en los mares del marzo en que me hallen.

Chan Chan

Un sonido rítmico cadencia que sofoca, que no hace bailar, que agobia, que no alegra ni distrae, al contrario, sobrecoge.

Los nervios del que corroe las telarañas se sienten aún desde el lugar de la presa.

La agonía incluye escucharlo dudar sobre el menú del almuerzo.

No debería poder hacer nada excepto verlo venir, al cabo y sobretodo al cabo es mi muerte.

Pero no, me olvido y en la espera de la definición hago que vivo.

Me levanto en el sillón, camino con los pies del frío baldosal, espero lo caliente, me acomodo, me enfundo, salgo, hablo, como, cago, follo, duermo, me drogo y todo el tiempo falso en que esto transcurre yo no dejo de sentir en mi grasa el perturbador sonido rítmico del tam tam del carcelero que no veo pero que me esta mirando.

Te lo dije

Las manos heladas como tanzas que no dan más. Me deshago de sus papeles pero me siguen pidiendo más, a cada instante hay un formulario que no estoy llenando. Andres dice que lo que derrota al obstáculo es la experiencia. A la nieve no tocar el freno pero eso solo no basta. Hay también que cuando queremos enderezar el coche tenemos que tocar suavemente el acelerador, que debemos doblar lentamente y lo principal: nuestra velocidad no debe superar a la de Don Barbosa con un tronco al hombro y subiendo la cuesta del Anfiteatro. Entonces no es una experiencia en la nieve, son muchas y aplicadas en el orden correspondiente. La que último se aprende es que hay nevadas que mas vale no enfrentar.

Vida cerda

La marrana no se cansa de hocico hociquear, busca y rebusca y siempre encuentra algo para engordar. Es el sueño del dueño que la sueña al asar lo que la provee de restos que manducar. Ella cree que es el destino y que la vida es inagotable pero es su costillar futuro lo que la hace confiar.

¿Y nosotros?

Heridos de mala vida nos vamos muriendo sin realmente creer que podamos cesar. Sabemos que los altares se ahuecan cuando untan a los feligreses. Las limosnas como monjas se ajan y no alcanzan pero siempre hay.

Es el peso específico de mi nuca nunca.

La fuerza para mover el esternocleidomastoideo como video de lo que vendrá.

El derretir de la mandarina helada: así puede terminar un día.

La crisma de cristal.

El ventrículo de papel de arroz.

Los huesos como única prueba.

Crepitando jugamos a la muerte que se lleva lo cierto y lo tonto.

Y nos hacemos mayores como de plástico en el carnet, pero nada mas, nuestra foto se ofende cada año que nos parecemos menos y busco, busco no perderme.

Soy yo, uno más de los que intentamos el camino, sin saber nada, con esta sensación pertinaz de desconcierto, de no estar en el concierto, de soñar despierto y no distinguir que es cagar y que es dormir. Como un dedo en la nariz me resbalo y me trabo cuando hay presa. No es nada pero así se pasa el día. Así.

Habrá

A veces pienso que he errado el camino, así de simple y de siempre. Cuando termine los embajadores me dirán que no era por ahí, que me lo intentaron decir de mil maneras pero que estaba distraído con las mareas. ¿Me dirán que todo se trataba de esa sensación? Me dirán que estuve en el primer paso trescientas cuarenta y tres veces y que no lo di, perdido en tener que entender antes.

Se trataba de sentir gritan los poros. Se trataba de dejarse ser invisible para llegar lo mas cerca del otro. De ser para desapare-ser. De eso se trataba y yo ni aún tratando estoy pudiendo.

Es sin duda un salto sin retorno porque si uno retorna del gran salto es que ese no era, que todavía falta. Habrá que entender. Habrá que hacerlo.

Buenos días

¿Una ventana es una ventaja respecto a que? La sordera de los inmundos es un chapoteo constante en sus oídos. Inútil hablarles a quienes te creen loco por mover la boca sin emitir sonido. Tienen la piel trabada de los asesores de seguros y la desquicia de quienes los contratan. En este mundo previsor hasta nuestros pedos tienen fecha y lo sórdido es un grito no dicho en la cárcel del que ama. Una tristeza, una escama, un ladrón que roba su cama. Una mañana en la que me despertaré libre. Un despertador que de verdad me despierte no como estos ridículos tic-tacs que me recuerdan que no bebo, que no bailo, que no canto, que no hago malabares con o sin fuego, que no toco batucadas, que mi arte no esta en lo bien que uso los zancos, ni en los ojos, ni en las alas.

Digo despertador como podría decir cepillo, colutorio, vaso de agua, medias impares, toallas mojadas, dolor de cuello, apuro incesante que no pega, no encaja, no rima con esta canción que siento dentro tan pocas veces, tan pocas, y cuando la escucho me lleno de vergüenza de estar haciendo esto, perdiendo el tiempo así, amordazando lo que soy con lo que me entretengo, me tengo mientras me sujeto, me inmovilizo y solo me despierto a veces en las que rápidamente deseo dormirme otra vez para que todo vuelva a ser como antes.

Y los veo en otra frecuencia. Me despertaré un día y no habrá mañana que valga para taparme las mierdas, se me corregirán todos los huesos y no habrá fluido que se me resista. Un día de estos será y yo estaré ahí para verlo.

El juicio

Escucho el quilombo de mi mente y me pregunto ¿Servirá para algo que yo este sufriendo? A lo mejor somos ropas que alguien ha olvidado tendidas, y todo este lío es un simple flamear mezclado con los chasquidos de lo que se rompe. Me han enquistado un huevo con las pinzas y mi flameo es tan tonto, tan escueto, tan asimétrico. Desde que me colgaron de un huevo he pedido reunión en las cortes pero me la negaron: ellos no hacen cirugías donde no hay capacidades y yo solo pude ver la copa de sus sombreros, tan bajo que estaba el taburete.