21 de enero de 2007

Vos

No caigo en los lugares que solía, eso debe ser la madurez. Voy y vengo igual que vengo y voy, ni siquiera distingo los lugares que solía, pero no me caigo. Aretes de mar, dos pequeñas olas que nos cuelgan, así son las convicciones para nosotros. Las sentimos murmurar y la gente nos las mira, pero son lejanas como aros, nada más lejano que un aro en la punta de la oreja propia. Hoy siento que la vida sucede. Es presente donde lo espore. Ya no estoy guardando recuerdos usados, lo que encapsulo esta vivo, esta sucediendo. Creo que por ello vale mas, pero aún no he aprendido nada, lo que creo que conservo en realidad agonizo, ignoro hasta el ahogo, finalmente cenizo lo poco que encuentro y se me vuela. Canto en el coche lamentando no tener un grabador y sueño con poder comprar uno que grabe desde el volante con solo mirarlo. Creo saber que si me detengo a escribirlo lo perderé igual, entonces lo disfruto. No me sirve para salir en la tele pero me divierto un rato.

Me pierdo en las marismas de lo ajeno y en eso pierdo todo el día, juro no perderme mañana pero bajo la alfombra, a los pies de la cama, había una. Uno debería tener derecho a tener libre, mas no sea, su lado de la cama, pero si te ponen una marisma y encima ajena, como quieren que no pierdas el día libando extrosidades terrenas. Si es domingo puedes pisar aquellas arenas, que de movedizas te dejan el día entero entre rejas, y pedís pizza y te ves todas las pelis y te vas quebrando por dentro transpirando las siete de la tarde, los amigos que llegan y vos intentando sonreír, que si no es esta noche será mañana, vamos, que esta noche estoy viviendo el lunes y que no me gusta, y vamos un esfuerzo y te colocas a las diez de la noche y te ves, ella te ve, hay como unas sombras y un frotarse levemente. Que lejos queda todo cuando te atreves a mirarte, que cerca que esta ella cambiando el foco hacia sus ojos que de fosos te rescatan de la autocompasión y la fatiga. Eso es el otro, cuando nos gusta.

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