19 de mayo de 2007

Frases deshechas

Corazon+ cabezA= CORAZA
Cabeza + corazoN= CABEZÓN

6 de mayo de 2007

Domingo de tarde, enfermo pero no tanto, el lunes trabajo.

No se de que se trata.

De lo que estoy seguro es que a veces no se trata de saber.

Me muero de ganas de decir “tal vez” y tal vez solo se trate de eso, cuando la confusión y los cambios de ánimo son nuestro rasgo más apreciable. Algo nos molesta y en ese algo esta implícito todo el mundo, incluidos nosotros casi todo el tiempo.

Son días estirados, como aquellos en que se descansa tratando de salir de una gripe o un resfrío fuerte. Aparte de sentir el cuerpo como un dolor y una tos espasmódica, la mente se nos embota, yo, al menos me pongo irascible, errático y ciclotímico, extrañamente silencioso y sobretodo injusto. Hay algo que me molesta ahí fuera y aunque se que lastimo no estoy dispuesto a absolver a nadie.

Estoy aferrado a algo que se parece mas que nada a una sombra y es casi tan inconsistente como una. No sirve como prueba ante ningún jurado pero es lo único que tengo. Lo vengo defendiendo sin mostrarlo y me siento como un imbecil que intenta salvar el motor de lancha que pesa una tonelada y está en medio del mar. Insostenible.

Pero no tengo defensa, no otra y por otro lado los ataques que recibo tampoco son del todo justos y siento como la brecha es entre los otros y yo, que se abre, que se esta abriendo y todo depende de que tan solo la acepte, aprenda o una vez más, no.

La falta de proteínas

Esta semana decidí comenzar un régimen para adelgazar. Lo comencé el martes, pero solo para variar un poco. Como todos los regímenes que he hecho hasta ahora este debía ser el ultimo, el eterno, el para siempre jamás, el barco alado que me depositara en las playas dulces de la delgadez...corrijo: en las edulcoradas playas de la delgadez porque ya saben...

Pero hubo un detalle que le dio un matiz casi heroico a mi dieta: también estaba resfriado, pero muy resfriado, resfriado, resfriado, resfriado...vaya, si era un solo moco, tío. Estaba tan resfriado que si llegaba a inspirar fuerte rompía el régimen, con eso les digo todo...

Esto me genero algunas preguntas existenciales: los mocos ¿engordan? ¿Hay antigripales light? Como no obtuve ninguna respuesta y la necesitaba, se me ocurrió una idea que propuse a los fabricantes de kleenex: poner frases en cada pañuelito, por ejemplo esta: La vida es un pañuelo...y uno se encuentra con cada moco..., o estas otras: Un kleenex seco no hace verano, Habiendo kleenex el propietario no se hace responsable del uso de la manga de la camisa, El uso indebido de los kleenex produce adicción, Usar kleenex ya usados produce irritaciones nasales, No tire este kleenex, envíelo a diez personas de las que no tenga buena opinión, José Mocoverde de Cantabria no lo hizo y continua resfriado desde 1978. Uf! Les llamé como veinte veces pero no tuve ninguna respuesta, bueno a menos que considere como respuesta el hecho de que me hayan colgado el teléfono todas las veces, pero quien sabe.

Como todos los hombres resfriados sospeche una gripe en puerta así que decidí tomar medidas preventivas. Como siempre la televisión trajo la respuesta: Lo que debía tomar era un Frenadol. La publicidad era clarísima, si te gotea la nariz, se te frunce el seño y tenes cara de limón viejo olvidado en la nevera, si se te lastima aquí debajo de la nariz y te queda un bigotito a lo Hitler... lo que te pasa es que la gripe avanza y nada mejor entonces que ponerle freno, si hasta ponen un sonido de frenos chirriando en la publicidad, es que estos del marketing son la leche. Me imagine a la gripe como un camión con acoplado a punto de atropellarme y yo ahí desnudo y tiritando en la carretera blandiendo la caja de Frenadol como Vincent Price la cruz y los ajos para detener al conde Drácula. Desde esa gripe cada vez que escucho un chirriar de frenos siento como un placer morboso.

Lo que me quedo claro era el efecto secundario de Frenadol. Aparte de curarme el resfrío también mejoraría mi vida familiar. Si tomaba el Frenadol vendrían una familia que no tengo a consolarme con sus sonrisas perfectas, en una casa perfecta, sin duda camino a un perfecto trabajo que nos hiciera felices a todos.

O sea que si vives solo no te resfríes. Y si además estas justo en un régimen te las veras negras para apañarte, te lo aseguro. Es que la gripe y el régimen son compatibles solo en apariencia. En principio no tienes ganas de comer pero cuando tomas el Frenadol te viene tanta hambre acumulada entre sopitas y pollo hervido que lo menos que quieres es un cerdo relleno de pulpo a la gallega bañado en chocolate con nueces y almendras.

Así que si comienzan un régimen y esa misma semana tienen el menor síntoma de resfrío los que les recomiendo es que cojan un te caliente, una manta, el Frenadol y se tiren por el balcón sin olvidarse de consultar al farmacéutico.

La cortina americana

Recuerdo tu cama y la ventana cubierta por una cortina americana. Recuerdo las paredes lisas y ligeramente blancas. Recuerdo el silencio que todos dejan. Recuerdo cada una de las palabras no dichas. Recuerdo haber entrevisto la barca nocturna y fantasmal que recorre los pasillos esperando pacientemente a los que van a morir.

(Tan simple como eso. Todo es tan simple como eso. Alguien querido comienza a asumir demasiadas coordenadas de un silencio sospechoso, entonces el final va llegando en forma de dolor y transparencia. Es un proceso rápido o lento pero siempre duro, difícil. Nos metemos en un camino sin luces donde lo peor de nosotros esta dispuesto a saltarnos encima. Intentamos acompañar y lo hacemos, pero eso no quita que sin darnos cuenta nos vayamos apretando contra los espejos rogando desesperadamente que aún continúen allí nuestros reflejos.)

Todo se resume en una cama, tu cama ahora. Es un lugar que fue de otros que llegaron hasta aquí también para morir.

(Morir que es tan solo un segundo. Morir que esta lleno de decenas o cientos o miles de horas previas de agonía. Vivencias que suenan únicas, singulares para los que venimos acá por primera vez, pero acá hay otros que ni siquiera están enfermos y comparten con las visitas la suerte de no saber el cuándo, de no saber el cómo; al fin no saberlo es lo único que nos diferencia de los que están estacionados en este pabellón de enfermos terminales. ¿Cómo será para ellos que ven esto repetirse día tras día? ¿Cómo será para ellos que trabajan intentando detener lo inevitable? ¿Que pensaran del vivir ellos que se visten de blanco y tienen tanto miedo oculto en sus tontas jerarquías, en sus pedestales, en sus burocracias? Ellos deben vivir en este ir y venir de gentes despidiéndose como encargados en una estación de trenes o de aviones. Visto de ese modo, mirado con esos ojos, esto debe ser para ellos como una estación o un aeropuerto. La estación puede ser en Calcuta, puede ser en Mónaco, pero siempre están los muchos que se agolpan en los pasillos, en la sala de espera que ya no es de esperanza. La estación se llena con los que van a fumar en la terraza, los que van a respirar a la terraza, con los que intentan escaparse unos minutos en el bar. Todos trajeron a alguien hasta aquí, un padre, una madre, un hijo. Todos trajimos a alguien que es parte profunda y todos estamos acá tratando de aceptar que hasta acá se llega para no salir más.)

Los demás se irán, como me iré yo, discúlpame por favor. Sé que es de vos que estamos hablando, de tu vida, de tu muerte. Vos no té iras. Tu forma... ésa no sé irá. Esas señales que siempre creímos que eras, ésa unidad que amamos se desdoblará un día y será tu cuerpo por un lado, entre tramites y bolsas de plástico, entre cajones y velorios, tu cuerpo envueltos en adioses y llantos. Con el nos distraeremos y no veremos tu otro yo, tu sonrisa de lo etéreo cuando parta, no veremos tu alivio ni tus ganas de que todo termine ya, que un limite es un limite, que ni vos ni nadie lo ha querido así pero así es y sin querer llegaremos hasta ese cementerio que parece un jardín sin arboles, hasta ese día de sol y de lagrimas y a mi mismo leyendo (leyéndote) intentando despedir eso que ya no sos, eso que metimos en el cajón y están volviendo a cubrir de mundo ahora:

“Ayer murió María Luna. Durante nueve meses parimos esta partida que tenia fecha aunque todos hiciéramos todo en busca de acordar un retraso.” (Un retraso imposible que no hubo con quien negociar, nadie con quien pelearse, alguien que de batalla. Esta claro ahora nos morimos y ya, nada mas, mierda, nada mas)

“Durante nueve meses nos buscamos a los ojos y nos encontramos, cada uno con nuestros agujeros, con nuestras banderas, con la maravilla de cada uno y cada uno con sus defectos. Pero por sobretodo nos encontramos en el amor de María Luna que se estaba yendo.”

“Y sin dudarlo a partir de ese enero le dimos sonrisas y cariño, cosquillas, mimos exagerados, abrazos excesivos y defensas desmesuradas. Le dimos, fundamentalmente, lo mejor y en la mayor cantidad que creo hayamos podido darle.”

“Disimulamos lo que la enfermedad se iba llevando como para no cederle terreno y avanzamos vestidos de domingo en cualquier día de la semana.”

“Fue ella quien nos dio la justa medida, la prueba exacta, expuso la verdad más importante que de lo que nos esta pasando a pesar del dolor y que de el puede salvarnos: que somos una familia y que nos queremos mas allá, y que estamos juntos. Al fin nos conocemos los recuerdos, las leyendas, los dolores. En torno a ella confirmamos lo que tanto la enorgullecía y que tanto busco: una familia, su familia.”

Esta es una extraña forma de carta, disparada por una imagen de una película que estaba viendo. La protagonista tenia un cáncer parecido al tuyo pero eso no me dijo nada. Apareciste, creo, porque el cuarto donde ella agonizaba era tan igual al cuarto donde vos agonizaste que consiguió transportarme a ese tiempo de tubos y adioses.

Tenía la misma luz, la misma, cortada por las rayitas que dejan las cortinas americanas dibujadas en la pared. El mismo ambiente dominado por la opresión exagerada a la que nos somete la muerte cuando se aproxima. Es muy irónico que el recuerdo haya venido desde una película. Irónico porque así me sentía y creo que así nos sentíamos todos, inmersos en sucesos tan irreales y ajenos como si fuéramos actores siguiendo un guión que ya venia con un final que nuestros actos no iban a cambiar. No importaba lo que hiciéramos, las relaciones de causa y efecto no modificaban en lo más mínimo lo único que nos importaba. Es como si no existiera la lógica y además no hubiera existido nunca.

Si llegábamos temprano a visitarte o si nos atrasábamos por alguna ocupación impostergable o trivial: igual ibas a morirte. Si discutíamos con los médicos por el tratamiento creyendo que la firmeza ayudaba en algo, ellos nos miraban con sus caras endurecidas por la visión de estos inútiles gestos: sabían que te morirías. Nada, nada, pero nada nos alejaba ni un centímetro del camino ya marcado. No había gesto humano que nos evitara ese calvario de dolor que significo tu muerte. Era como si todo estuviera escrito: el segundo en que tu respiración de motor se apagara, las llamadas nocturnas, porque sería de noche, las palabras sobrando, nadie llama por la madrugada a alguien que tiene un ser querido moribundo, digo, nadie que no sea yo, para anunciar con solo un - Soy yo, que lo irremediable ya había llegado a nuestras vidas.

No sé como habrá sido ese momento visto desde tu vida ahora, visto desde tu muerte ya. Serian las cuatro de la mañana y estabas sufriendo una respiración espantosa... espantosa, pero imprescindible; lo únicos que te confirmaba no muerta eran esos estertores seguidos de decenas de segundos de una quietud exasperante, para de pronto tomar aire con un esfuerzo de cuerpo entero y caer otra vez en la pausa aterradora. Me acosté a tu lado y te comencé a hablar. Te conté de lo que habían sido estos meses para nosotros, de los intentos inútiles pero ciclópeos para mantenerte de este lado, de la clínica de Perú, de los rayos, las pastillas, de las charlas familiares inconclusas... te hable serenamente de que te ibas a morir, que eso era lo que estabamos esperando, que si te daba un ataque al corazón yo no llamaría a nadie, ¿de que nos serviría aplazarlo? ¿De que te serviría? y lloré junto a tu cama y llorando me fui despidiendo de tus manos de madre, de tus gestos de suegra, de tus mentiras de sobreviviente.

En el momento exacto en que dejaste de respirar instintivamente miré el techo de la habitación pero no vi nada, cuando volví a tus ojos ya estaban muertos. Así fue.

¿Cómo habrá sido desde dentro tuyo? Tus ojos se apretaron muy fuerte cuando dije que solo estabamos esperando que murieras, ese fue el único cambio que pude notar. Un segundo antes estabas y en el otro ya no. Eso fue todo. Fui a buscar a Tagga que dormía en una habitación cercana y apenas me vio comprendió lo que había pasado. En ese momento mientras me abrazaba llorando, en ese momento después de todo el esfuerzo, de todo lo sufrido, en ese instante pensé que seriamos inseparables. Hoy hace mas de un año que no la veo y lo peor es que planeo no verla nunca mas... mi vida sigue... y también la suya... y la de todos, solo, solo... que ya no estamos juntos.

Después del funeral fuimos retomando ritmos y caímos en los problemas de siempre. Juana se terminó separando del Rubio casi al mismo tiempo que Tagga y yo. Antonio se fue a EE.UU., Bergman y Marina no saben que hacer.

¿Cuánto ha quedado de estas palabras ahora que definitivamente te has ido? ¿Cuánto ha quedado ahora que el tiempo ha pasado y casi todo lo que habías soñado y mantenido se ha deshecho?

El tiempo puede ser cruel con los malos cimientos, muy cruel y con nosotros lo fue. No me atrevo a escribirlo pero la verdad es que se nos escurrieron los vínculos como arenas en las manos. Los compromisos, las conductas, liberadas de no sé que guía, se salieron de madre, precisamente y cada uno hizo lo que pudo para seguir vivo... y algunos de nosotros pudimos tan poco.

Me da vergüenza contarte lo que ha pasado. Tengo la esperanza de que de alguna manera lo sepas ya. Si hay un cielo desde el que nos miras ahora estoy seguro que no se puede intervenir, que no hay manera, que solo podes ver lo que pasa y resignarte. Si hubieras podido hacer algo por nosotros estoy seguro de que lo hubieras hecho. Si hubieras podido no nos habrías dejado hundirnos en estas distancias que somos ahora.

Te imagino confiando en lo que nos intentaste dar y siento el puñal de tus propios errores clavándose en nuestra carne, lo siento, pero aquello que construimos también con tus mentiras, se fue y se continuara yendo el tiempo que nos quede de vida. Tal vez sea mejor así, nunca lo sabremos.

Ya no estamos juntos, María, ya no lo estamos. De pronto nos convertimos en seres tóxicos unos para otros y no tuvimos más que alejarnos para no seguir dañándonos. Las aguas se han partido y de un lado quedaron unos y del otro, otros. Yo fluctúo pero solo por un tiempo mas, el final esta llegando y debo decir que falta muy poco para que el divorcio me aleje para siempre de los tuyos.

Ahora vivo tan lejos que me da miedo pensarlo. Es como si me hubiera mudado a la luna o más lejos aun. Guardo con cuidado los recuerdos de el tiempo de vida que compartimos pero así y todo se me deshacen. Tu hija me mando un fax hace unos meses y cuando quise releerlo ya estaba casi borrado: así son los recuerdos para mí hoy.

El final de esta carta, María, me llega años después. Esta es la segunda Navidad que estoy en otro lado que no son los brazos que dejaste. Acabo de hablar con Juana y el alma se me llenó de pájaros una vez más. Ahora puedo decir que es mi amiga, ni ex cuñada ni ex de nada nunca más, para siempre ahora, amiga profunda de mi alma con pájaros que ella despierta desde su vida de construcción constante, desde su ser tía ahora del Nene, que nació de Bergman y Marina que si han sabido mantenerse juntos. nene que nació también de vos, desde vos, con tus mismas manos abiertas de Robinson atrapado en esa isla donde solo pudo encerrarte el miedo de nunca entender la vida que elegiste vivir.

El Nene que nació de unos gestos tuyos que nunca verá como no sea a través de tus hijos. El Nene, al que habrá necesariamente que contarle quien fuiste para que se entienda los ojos que le pasaste desde tus orígenes misteriosos. El Nene.

De Tagga sé tan poco que solo puedo decirte que esta bien pasando por todos los estar mal que se había negado siempre. Su recuerdo y el mío se han separado como todo el resto y tan solo nos ha alcanzado para no seguirnos lastimando, tener buenos deseos para el otro, hasta ayudarnos un poco y que nos parezca mucho... pero hace falta más, más, si eso es lo que debe ser.

De los demás casi nada, no se pudo continuar con ellos por ahora. Esta noche se juntan en lo de Tagga para terminar de festejar la Navidad. El Rubio irá... ¿Iría yo si estuviera allí? No lo sé y no es tiempo de averiguarlo.

Tu Casio sigue siendo el mismo que fue siempre y que solo nos atrevimos a descubrir ahora... ¿Qué más se puede decir de él? ¿Qué más que no te vuelva a matar donde estés? Tal vez desde el nuevo lugar manejes una sabiduría que te permita entenderlo, desde acá es muy difícil y solo queda aceptar y no esperar nada. ¿Se podrá?

María Luna: al fin tengo la serenidad para terminar de escribirte. Solo quiero decirte que me has habitado, que tu vida se fundió en el último de tus momentos con la mía y que ya nos veremos para hablar de tantas cosas y ver si ya comprendiste, un poco, de mi vida de bucanero, tu bucanero, buscador de la verdad, cueste lo que cueste, como material de esencia, como base única posible. Con la frente limpia ahora me despido agradeciéndote cada segundo, cada abrazo, cada gesto de amor, cada cosa buena... de lo demás seguro que no hará falta acordarse nunca más. Un beso grande para vos, solo para vos, especialmente para vos.

El viejo del Coto

El viejo tomó las dos puntas de esa mesa, con suaves tirones la acomodó hasta que pude pasar. Apoyé mi bandeja con el plato de fideos enfrente de la suya. Acomodé el diario que pensaba leer a mi izquierda y me senté. Ni bien apoyé el culo en el asiento él comenzó a hablar. Mientras gesticulaba detrás de esos anteojos de falso carey yo veía como se iban desocupando lugares a mi alrededor, no me decidía a pedir disculpas y cambiarme de mesa; el viejito no paraba de hablar, no me dejaba espacio siquiera para una excusa tonta y las mesas ya se volvían a ocupar; la gorda esa se estaba levantando...señor, discúlpeme, señor...pero a él le daba igual...

...nací en el 19, así como me ve tengo 86 años, fui mensajero, yo siempre fui cadete, a veces mucamo, también trabajé en una cortadora de adobes ahí por Garín, yo lo vi a Gardel en la esquina de Sarmiento y San Martín, estaba paradito con su coche, ese era otro país, sí que era, no como con este hijo de puta, yo conocí todos los quilombos, los de San Fernando, trabajé con Hugo Wast, no me quedé entre las piernas de mi madre, no señor, yo viví en Cosquín, la capital nacional del folklore, antes no era una ciudad como es ahora, mi madre era española, ella vino en barco y yo nací en aguas argentinas, del puerto directo al hospital, a este país lo hicieron los inmigrantes, si no había nadies, mi vieja siempre decía y una mujer con la que viví treinta y dos años, nunca me casé pero qué importa, la tengo ahí en una foto todos los días, la de mi madre y la de ella, hace mucho que murió...

...y el viejo seguía hablando, a estas alturas medio el interés, medio que ya había empezado a comer, me fui enganchando al relato del obligado compañero de mesa en el restaurante-comedero del Coto.

Aparte de lo que contaba quedaba para descifrar su cabeza cubierta por un gorro de lana negro como de marinero, el pelo blanco largo y desprolijo, una campera azul inflada manchada con salpicaduras de comidas, de muchas comidas, de la repetición de muchas comidas...

...yo no vengo nunca acá, voy al de Viamonte, a este vengo los domingos porque el de allá cierra, me pido un platito de algo y me guardo el pan para el mate cocido a la noche, yo no ceno nunca de noche, hace años, (lo dice como alguien que se hubiera forzado a lograrlo), me voy al Coto al mediodía y qué quiere que haga, tengo ochenta y seis años, cobro doscientos catorce pesos de jubilación, es que me equivoqué, no me tendría que haber ido de Tribunales, al final me jubilé de Comercio, y me equivoqué, vivo en Lavalle doce doce, esos hijos de puta tienen toda la vereda sucia, no les importa nada, llegan tarde, se van temprano, yo cuido la caldera de Lavalle doce doce, saco unos pesitos, a veces el diariero, este muchacho, me pide que vaya al banco, Sarmiento y Callao creo, pago las cuentas, yo siempre fui mensajero, hasta segundo grado hice, después me mandé a mudar, yo no viví entre las piernas de mi madre, hay pocos hombres que saben cómo se llama lo de abajo de las mujeres, !je, je!, a que usted no sabe, ...vulva se llama, todos le dicen concha pero se llama vulva...ni las mujeres conocen, antes era diferente, había como una decencia, no eran todas reventadas como ahora, si usted hubiera visto ésa exposición como yo la vi, no hubiera podido dormir...

...tenia los ojos claros, nublados y uno se le piantaba para un costado, no estaba confundido, estaba ensimismado, hablaba solo pero la cordura le alcanzaba todavía para necesitar un interlocutor...era un hombre mayor el que tenía sentado ahí, un tipo que estaba vivo y parlante, una historia de vida casi completa. Mi natural tendencia a respetar lo vivido de su piel, mi desconcierto vital, la seguridad de que algún día yo mismo podía ser sus manos arrugadas, todo eso me retenía...

...era la exposición ahí en la calle Corrientes entre Rodríguez Peña y Callao, después hubo una en un terreno que está ahí en Esmeralda y Corrientes, ya no hay de esas, venían en barco, ahí usted tenía las tres razas, la blanca, la amarilla, la negra...todas las enfermedades, no se podía dormir después, yo trabajé como mucamo de muchos médicos, vi las fotos de muchos libros, en la exposición mostraban una mujer dando a luz con todas las venas de acá, de la frente, hinchadas, terrible, y ahí nomás le hacían como una tijerita con las manos y agarraban a la criatura y le daban una, le daban dos, le daban tres palmadas y ahí el bebé se ponía a llorar, a gritar, a berrear, no sé por qué lo hacían, ellos hacían como una tijerita con las manos ¿ me entiende ? y agarraban a la criaturita y le daban una, le daban, no sé si me explico, era para que la criatura llorara, vaya a saber por qué pero si ellos lo hacían tenga por seguro que era por algo...

...solo, hablaba solo. Miraba para todos lados como vigilando que no lo vigilaran. De vez en cuando miraba por sobre su hombro y se rascaba la barba, rehacía el nudo de su bolsa de pan, amagaba con irse pero se quedaba...

...la gente cree que las monjas son gente muy especial pero son gente como cualquiera como decía la madre superiora, una superiora que conocí en Rosario, yo viví en Rosario, son como todos, tienen sotana, hábito pero nadie se va virgen, eso te lo aseguro, nadie se va virgen, a lo mejor los angelitos, esos bebés que se mueren sin hacer mal a nadies, nadies se va virgen, en Rosario, viví en Rosario, en Pergamino, viajé mucho, yo no me quedé entre las piernas de mi madre, a ella nunca le faltó nada, lavaba la ropa en el río, como en España, yo no conocí España, se vinieron tres varones y tres mujeres, no quedó nadies allá, tengo una pariente pero es medio nariz parada, no me da bola, al final no se llevan nada de acá, si pudieran se lo llevarían, llenarían el cajón de oro pero no pueden...

...estamos cruzados en las mesas, uno casi enfrente del otro, me habla tanto de su pasado que se ve claramente que es ahí donde vive. La ropa que usa es actual pero me lo imagino con la ropa de la época, es en ese momento cuando más anacrónico se me vuelve en este ambiente de plástico fast-food, de comida impersonal, lugar falto de ritos y presagios, todos de paso, el viejo y yo, de paso, terriblemente de paso...

...yo trabajé para gente de dinero, había una señora muy mala, muy mala, sacaba chicas del Buen Pastor, ahora creo que hicieron un loquero de mujeres, las pellizcaba, las llevaba a trabajar de mucamas, las pellizcaba, un día yo vi como una se bajó los calzones y ahí nomás le orinó la olla de la comida y después se la sirvió a ésa vieja turra, yo lo vi, se bajó los calzones, se agachó un poquito y le meó la comida... si la mucama quiere que el patrón coma mierda, el patrón mierda come... téngalo por seguro, si yo le contara, imagínese con ochenta y seis años, mierda come, si la mucama quiere, el patrón mierda come...

...qué decir de un tipo así, era tan flaco que se le adivinaba la calavera detrás de la piel arrugada, la nariz un poco deformada por el anteojo y la barba crecida y blanca. Él era también la maravilla de un ser humano. No sólo estaba vivo, aseguraba ser feliz...

...tanto tenés, tanto valés, eso decían, tres cosas hay que cuidar, la honradez, la salud y la plata, si no tenés un peso estás perdido, pero yo no me quejo, me ha ido bien... en ésa exposición entraban un día los hombres, otro día las mujeres, los conscriptos no pagaban, no se podía ver con mujeres, había muchas cosas inconvenientes, las mujeres no son sólo para la cama, no, yo la recuerdo mucho, una buena mujer, mi madre y ella, las tengo ahí arriba, las de hoy son todas reventadas, ¿ vos ves conscriptos por la calle ? ya no hay, se gastaron toda la guita los hijos de puta, en ésa época entraban todos gratis, era otra cosa, me acuerdo de cuando vino Getulio Vargas, eso sí que era impresionante, vos entrabas, te regalaban café, nunca me olvido, si yo te contara, y el príncipe de Gales, ese dejó todo por amor, unos señores, café te regalaban y un montón de cosas que ya ni sé, claro, era la exposición de Brasil, …yo lo vi a Gardel en la esquina con su coche, acá venían muchos barcos de guerra, antes, venían muchos...

...un tipo humilde, para nada vencido, este comedero le daba la posibilidad del sustento básico, socializaba como podía, lo tomaba como un paseo, avanzaba por la realidad envuelto por las brumas, por el rum-rum, motor cansado de sus pensamientos...

...vivo en un departamento, sólo pago las expensas, la dueña me quiere mucho, gano doscientos cincuenta pero para mí son como quinientos por lo del departamento, tienen mucha plata, ya no tengo familia, hace como seis años que no voy a Cosquín, se murieron todos, trabajo en Lavalle doce doce, el tipo le da el edificio a una empresa que lo administra y él espera la platita, la pobre mujer es una cornuda, lo vi al tipo con la secretaria de una de las empresas que alquila ahí, los vi en el Coto, en el rincón de las ánimas, me vieron, ella me saludó, si es un hijo de puta, le da los departamentos a una empresa, no se puede creer, él sólo espera la plata y se la mete en el bolsillo...

…el viejo se enojaba, se alegraba, golpeaba el puño contra la mesa, revisaba el nudito de la bolsa azul donde guardaba el pan que se reservaba para el mate cocido…me hablaba de un tiempo tan distinto…tenía las cejas tan espesas, se necesita mucho tiempo para que te crezcan tanto, le ponía picardía a sus cuentos mirándose la entrepierna y…

...y uno se va poniendo viejo...este hijo de puta agachó la cabeza y no la levantó más, en invierno casi no lo encuentro, en verano es como que se estira el guacho, todo blandito, agachó la cabeza y no lo vi más, es que uno exagera, usted me entiende...es que canté mucho con los cinco latinos, cinco contra uno, usted sabe, la paja, todo el mundo se masturba, nadies se va virgen, hasta las mujeres se masturban, encuentran el botoncito ahí abajo y no las parás mas, !je!, el botoncito, los cinco latinos, los dedos, cinco contra uno...

…yo quería comentarle algo de lo mucho que me estaba contando pero las veces que lo intenté no me dio bola y si alguna vez puse en duda lo que estaba diciendo…

…yo no sé pero en ésa época era así, un día iban las mujeres, otro día los hombres, no era cuestión, los organizadores eran gente seria, eran de Europa, traían todo en barco, había muñecos de cera, los conscriptos entraban gratis, estos hijos de puta…en Cosquín se podía ver a los tipos en sus reposeras, ahí nomás en la vereda, cada uno con su escupidera, no se podía escupir en el piso, estaba prohibido, los tipos no podían fumar, ahí se curaban porque el clima es bien seco, no sé, parecen que no van más…será así, por algo los médicos les dirían que vayan, agarre sus valijas y váyase para Cosquín, ahora es la capital del folklore, en aquella época estaba el de la panadería, después se ganó la lotería, ahora corren todos con el Loto, si yo te contara, puso un sanatorio, parece que le fue mal…Hugo Wast tenía una oficina ahí en la Galería Güemes, entrando para el lado de la calle San Martín, qué descuidado está ese edificio, con lo importante que es, descuidado, como donde yo vivo, ni limpian la vereda, yo me ocupo de la caldera, tengo un recomendado, a veces viene, a veces no, se va a las siete, siete y media, yo me quedo hasta las nueve, sí señor, todos los días, como debe ser, ahí tengo un departamento, a la dueña la conozco de chiquita, doscientos catorce pesos de jubilación, doscientos cincuenta de sueldo, yo cuento como que son quinientos, pago las expensas…

…ahora me doy cuenta de que hubo cosas concretas de las que no hablamos, si había tenido hijos, hacía cuánto se había quedado viudo…no digo habérselo preguntado pero haberlo llevado al tema, no hablaba de rutinas, ni de agobios, su vuelo por la realidad era tan rasante y veloz que parecería que lo que contaba sólo lo había vivido para poder contarlo…

…y ya estoy viejo, me olvido algunas cosas, qué tiene de malo eso, sólo me las olvido, puse un cenicero acá y al rato no me acuerdo, sólo eso, voy a un lugar y no sé para qué pero al rato ya sé y bueno…no me quejo, la vida es buena conmigo, me iría a vivir a Cosquín pero no puedo, si acá con el departamento apenas puedo, me imagino allá…

…la despedida se estiró largo rato y le di la mano y él me la dio afectuosamente varias veces, lo último lo escuché de pie ya en la calle. En un momento comenzó a alejarse mientras me repetía...Miguel Julio García, Lavalle doce doce, un gusto, un gusto…caminaba a saltitos mirando hacia los costados, mirando las caras que se le aparecían “como buscando a alguien, tratando de reconocer o reencontrarse con alguien de los muchos que lo habitaban desde el principio de su tiempo”. Lo dejé adelantarse, me distraje unos minutos, avancé hasta la esquina y al doblar lo vi, inclinado en el puesto de diarios, jugando con el nudo de la bolsa azul…-si yo le contara…alcancé a escuchar y me fui.

-----------------------------------------------------------

Ya en la tranquilidad de mi casa la impresión que me había producido el viejo fue lentamente sobrepasada por las urgencias y otras situaciones que también me impresionaron por esos días; aun así, varias veces volvió a mi memoria la imagen de este hombre que se perdía lentamente avenida Cabildo abajo. No sé por qué pero algo me hería en el resabio de ese encuentro...mierda, algo que al menos pudiera sacarlo de ese círculo de soledad, sería mi inevitable pensamiento mágico; sería que de alguna manera intentaba encontrar un final más digno para este hombre de piel dura y plegada y a la misma vez buscármelo para mí; este hombre que ya estaba solo, que ya había sido tocado por la flecha que nos persigue a todos; este hombre al que sólo le queda esperar; este hombrecito pequeño al que me le crucé en la vida y él que casi ni me notó, pero que dejó profunda, profunda huella en mí.

Unos meses después, pasé por la calle Lavalle a la altura del doce doce, supongo que para confirmar su existencia y lo vi baldeando la vereda, estaba murmurando cosas envuelto en su campera azul; tuve que llamarlo varias veces para que levantara la vista, tardó en recordarme y creo que al final nunca supo quién era ni le importó mucho. Lo invité al Coto de Viamonte y tomamos vino en botellitas chicas, como cinco, fumamos unos cigarrillos de hoja y él me contó detalle por detalle de su vieja, su mujer, el día que lo vio a Gardel, la turra de Rosario, Hugo Wast y los quilombos de San Fernando.

Farses dehseachs

Toda percepción de realidad es una tendencia.