19 de noviembre de 2009

Tacuarembo

Descansando en la crisis de los cuarenta ando como un pato queriendo volar. Ni muy trabado ni muy lanzado despeino lo peinado frente al espejo que insiste en insistir que el reflejo es mejor que el original.
Ya no me quiebro en las esquinas y eso me ha dado una nueva fortaleza. Habiendo transigido en dogmas inamovibles me es mucho más fácil compartir con otros extraños recovecos ajenos y eso convierte mis relaciones en un ir y venir de preguntas sin respuesta pero con asentimientos cómplices que parecen unirnos.
Por lo tanto es que estoy más cerca de aquellos sueños que por tragármelos tengo estos niveles inéditos de conformidad en vena. De pronto los estandartes que se habían ido convirtiendo en clandestinos desempolvan sus bríos y tímidamente se van ubicando entre las mejores necesidades cotidianas.
Pareciera, que ya es bastante y no confirmo nada, que la vida podría llegar a ser lo que siempre soñé.
Mis hasta ahora elecciones se van poniendo en silla de grupo de apoyo y confiesan que les gustaría cambiar, no sé, que obviamente con estas tuercas es difícil ganar y que a lo mejor es hora de saltar con voz propia.

20 de diciembre de 2008

Primer paso

Hay días en que me levanto a cachetazos como todos, y otros en que mis sentidos me van entregando más mundo a trozos, a retazos, difuminados por la sorpresa de encontrarlos y poder conservarlos en estas páginas.
Son esas miradas llenas de estremecimiento de carne.
Cuando sucede la luz de la comprensión es que me doy cuenta del conjunto que formamos.
Un conjunto humano total con la misma estructura que las subdivisiones con que nos segregamos sin poder dejar de hacerlo.
Todos juntos somos iguales al más pequeño de los grupos.
El más pequeño de los grupos puede entonces cambiar el mundo.
El más pequeño de los grupos no puede preocuparse por el todo porque en sí mismo es el todo.
Solo nos hace falta una consigna, una dirección que no dañe a nadie y nos ayude a todos.
Esa mirada existe y está muy al alcance de cualquiera que esté decidido a cambiar su forma de ser parte del gran conjunto.
La decisión es simple, concreta pero es solo el primer paso, nada más que el único que damos al decidirnos.
Nos direcciona pero no nos hace avanzar.
Esto nos desilusiona, nos hace entrar en un estado de disolución absoluta desde el que no sentimos lo que ahora ya sabemos que se puede sentir.
¿Por qué deshacer lo que está bien pero es solo el principio?
Jugamos a los mismos juegos día tras día y ni siquiera logramos aprenderlos porque en el fondo sabemos que no encajamos en ese escenario de cartón y harina. Hurgamos buscando sentimientos donde deberían estar entonces nos casamos, tenemos hijos, cuidamos a los padres y somos generosos con los demás, y es así como fallamos: Los sentimientos preceden a los actos y los actos no pueden ser generadores de sentimientos.
Esa es, por ejemplo, una buena manera de dar el segundo pasó.
Por cierto que parto de una certeza: “Moriremos”.
Morir es lo que nos da la vida, como apagarse enciende de veras la bombilla.
A partir de esa verdad es que cimento esta mirada.

Que los cumplas feliz

Llegaremos siempre al único lugar donde de verdad nos esperan.
Andaremos la mina de sal y el vergel, lo seco y lo mojado.
Creeremos perdernos pero ¿Cómo equivocar el rumbo si podemos estar seguros de que llegaremos al lugar indicado?
La vida nos ha sucedido en un segundo que festejamos con velas año tras año, nos rodeamos de familia y amigos mientras esperamos los regalos.
Esa es entonces la representación que nos recuerda nuestro nacimiento.
Un lugar que se obscurece y alguien entra con la tarta llena de mas luz cada año, de manos amigas como el profundo primer abrigo de mamá desde el que también lloramos como solemos hacerlo en los cumpleaños y donde teníamos seguramente la misma cara de desconcierto.

17 de septiembre de 2008

Ja ja ja

La felicidad es un estado pasajero pero en este momento, en el que soy feliz, creo que es alcanzable un estado de lo mas duradero.

Ella esta durmiendo y le esta costando levantarse. Nos esperan amigos para cocinarnos un pulpito como solo lo sabe hacer José, con la sonrisa permanente, constante de Isabel.

Me siento capaz de vivir de anhelo en anhelo y disfrutar.

Tengo que resolver algunos asuntillos pero estos no me impiden la felicidad.
Lo que me detiene es no poder resolverlos pero la felicidad está mientras aprendo a solucionarlos.

Agregar solamente que el amor ha llegado a mi vida.

9 de junio de 2008

Mañana

hoy me prometí no caer en ningún lugar común
y no he podido evitarlo,
los dije, los compartí, los propuse y los disfruté.

Es que no me atrevo a tanto silencio.

22 de abril de 2008

Me apoye y lloré en tal vez el único rincón que me queda: ese entre la pared y el agua de la ducha que cae y me acaricia la espalda como un buen amigo que me reconforta y me dice que aunque esta vez no ha sido la próxima valdra la pena.

Dsehcas Fsares

No admires a nadie porque todos somos humanos.

20 de abril de 2008

Farses Dhescehas

El amor es la pulsión de encontrarnos.
El objetivo en esta tierra es encontrarnos.
No sé para que ni que pasará después
pero ahora estamos para encontrarnos y comprendernos.

18 de abril de 2008

Usando las palabras de Manu

Le hablé, te juro que serenamente, pero era como si no lograra hilar alguna respuesta coherente. Su discurso era fundamentalmente en silencio, pero como si algo dentro se le acumulara y como si en voz muy baja intentará retenerlo, la frase se le escapaba como un resoplido solo atribuible a una especie de dispepsia mental que lo encerraba en mundo incomprensible para él y que lo atrapaba en la más profunda ignorancia.

31 de marzo de 2008

La actriz peluda

Tu hermana en el balcón.
La sombra de los maleantes.
El escarabajo insomne.
La actriz peluda.

El canto de una moneda de veinte.
Uno de los mil rayos de una bicicleta.

El canto lento que no entiendo y me emociona.
El olor interno de los alfajores Habana.

El suspiro del que por fin se sienta a la mesa.
Las miradas furtivas de dos que ya no se hablan.

Las ganas de paz que mi amigo Claudio tiene.
Los ojos de Olga que ya aprendieron a no pedir permiso.

El tacto diferente de una sabana cuando se comparte.
Tu mirada que ya lloraba antes de que lloraras para mi.

El tiempo del que nunca me canso aunque sepa que se cansara de mi.

La jaula de grillos que nunca vi hasta ahora pero que me encantaría.

Saber que Rafa me quiere y que ni él ni yo sabemos porque.

El hombre que hace un rato me agradeció un cigarrillo tocándome suavemente el hombro.

El avión de Dani con el que no pudimos jugar por el viento.
Uno de los dientes de Pa que brilló justo con el sol.

Pero sin que pueda evitarlo,
tu hermana en el balcón.
La sombra de los maleantes.
El escarabajo insomne y siempre, siempre la actriz peluda.

30 de marzo de 2008

Eso somos

La tentación de una segunda vez y de una tercera.
La tensión enana en que nos enmarca la tristeza.
La suave decadencia de lo propio.
(para mas datos recordar el sabor ácido de la primer ciruela y la dulzura que hubiera podido tener)

Entonces una constancia de carozo.
Un andar cansino y la promesa de que un bidet
no nos será nunca suficiente.

Un libro no leído ni añorado.
Un secreto, al fin y al cabo.
Algo de lo que hemos podido prescindir por no haberlo presentido siquiera.
Una verdad impactante a la que hemos ignorado sin siquiera la constatación de lo negado.

Eso somos:

Una alegre luz que ilumina a cualquier lado.

Pecar en el blanco

La necesidad de un trago de agua.
La imperiosidad de la próxima inspiración.
La cadencia exacta con que el corazón late.
El fluir insaciable de los líquidos del cuerpo.
La temperatura gravemente constante.
La boca dispuesta para el beso,
Para el pan,
Para la tierra.

El deseo acuciante.
La presuposición del sobresalto.
El mal humor desbaratándolo todo porque sí.
El pelo sin lavar.
La piel deshecha.
Un resto vestigial de cola de pez.
Tipo de labios, tipo de pies.
Un tipo entre muchos tipos.


La solemnidad de todas las cejas.
La desconfianza en la nariz.
Las orejas para el miedo.
Todo el resto para la piel.
Que esta deshecha.

Un no quebrado,
la distancia con lo alado,
la impaciencia del poeta haciendo sopa con las viandas de la vida,
la estupidez explicándolo,
dolor de oídos, calambres, tirones, desgarros,
quebraduras, espasmos, irritaciones, pruritos,
sarpullidos, intenciones, desatenciones,
tensiones milimetradas contra el descalabro.

A todo esto los huesos, los maravillosos huesos, los indispensables, los fiables, los porosos, los mucho más eternos que nosotros, ellos.

El nivel de azúcar, de potasio, de tungsteno.
El colesterol colateral.
Úrico ha sido el que se empacho de otros.
Como lo linfático drenante.
Como lo estático imposible.
Como el colon, el grueso, el fino y su glorioso escape.

Aún así pensamos, discurrimos, mentimos, ganamos.
Aún con todo este barullo introducimos, eyaculamos,
Nos lanzamos al mas barranco de todo lo profundo.
Nos equivocamos.

Ojalá que podamos seguir errando,
Ojalá que algo quede para nosotros.
Al fin la última libertad humana.
Pecar, fallar, errar al blanco.
Aunque sea: poder equivocarnos
Para de vez en cuando poder distinguir
El desasosiego de la sensación
El salir del irse
El llegar del quedarse

Distinguir mas no sea el pan del agua
y de la tierra los hombres de buena voluntad.

Desde que te fuiste

Desde las formas de lo humano te busco,
Anclado de este lado necesito tu mirada,

Revivo cada uno de tus roces,
Y me pierdo en tu ahora de fantasma.

Recordándote me pego contra la nada
donde siento ahora tu presencia.

En medio esta mi vida y alrededor tu muerte.

Y soy mas que nunca un caminante.
Que te añora, que te tiene y te ha perdido,
Que te imagina confirmando lo soñado.

Recorriendo lo prohibido como un niño
Encontrando las pruebas del supuesto
Riéndome de lo que estaba equivocado
Y a pesar del dolor acumulado

aún maravillado con lo nunca visto.

La emperatriz

La verdad es agua que me falta
no dices y todo es sequedad
no sale el sol aqui.

Y te empeñas en seguir,
pasillo falso tu silencio
dolor cierto, si me voy
volveras, volveras.

Al fin debo interpretar
cuando te callas
cuando te ries
cuando no llamas
cuando cedes.

Al fin quiero la verdad
te pasa lo mismo que a mi,
escapas de quien te ama
y te mueres por un adios.

Lo que no dices encierra
lo que sugieres miente
decir “no se” llega a ser no
cuando dudas del amor.

Al fin debo interpretar
cuando te callas
cuando te ries
cuando no llamas
cuando vuelves

Al fin lo que amo
es lo que supongo en ti
y siempre me equivoco
y vuelvo a ti.

21 de marzo de 2008

Abrir

La traducción tierna de lo que de verdad hemos sentido.
La ignorancia que sinceramente precede al deseo.
La confesión ingenua de lo que nos avergüenza.
El poder enorme necesario para sostener la correcta mirada.
El valor que nos permite desnudarnos con los brazos abiertos.

La confianza con ojos al dejarnos caer en esos, y solo en esos, brazos abiertos.

Significan

Una vez me encontré un candado y estaba cerrado y estaba oxidado. Lo pinté con tizas y lo colgué en la pared aquella donde colgaba las llaves viejas, los picaportes perdidos de sus puertas, un clavo enorme que había estado clavado en una viga durante muchos, muchos años y que una noche el fuego libero para mi.

Pendía del hilo trenzado en tres colores que la madre de Martina usaba para todos sus paquetes y que quedó unido a mi mochila durante varios viajes hasta que se encontró con el candado que a su vez me había encontrado a mi.

El hilo venia de Suiza, el candado de Madrid y la pared era de barro del valle calchaquí.

Ahora esa pared esta en un caja y dentro están el candado y su hilo, las llaves y el clavo.
Hay un cairel de la araña sobre la mesa del comedor de la casa de mi abuela.
Un posavasos de cristal roto que me regaló Graciela la mamá de Soledad.

Un pedacito de una camiseta que me compré en Brasil cuando fui con Jorgem y Paulo que dice Salvador.

Una cucharita de alpaca de las que me regaló mamá.

Un señalador de la Biblioteca Popular Cafayateña.

Una diapositiva de Fernanda y yo estando muy relajados.

Mi primer carnet de conducir internacional.

Una piedra. Un arito que usaba. Dos jaboncitos en forma de corazón que me regalo Dora que fue la primera que me lo robó y que veinte años después me lo devolvió, vaya.

Hay que ver

Hay que ver como te quiero
Hay que ver.

No se como decirte
Algo así como enero al mar
El mundo a las plantas
Algo así como

Un domingo al sol
Un domingo a la lluvia.

Te quiero, hay que ver como te quiero.
Hay que ver.

No se como explicarte
Si me miras a los ojos veras
Que te quiero como al aire

El que tu respiras
En el que te ries

Si me miras a los ojos veras
Que te quiero como al sol
Como al dolor que me enseño a quererte

El que tu calmas
En el que te creces.

Hay que ver como te quiero
Hay que ver.

No se como jurarte
Algo así como la palabra al honor.
La piel al sol.

El principio al final
Al fin y al cabo es igual.

Te quiero, hay que ver como te quiero.
Hay que ver.

Fasres Dhcseaes

¿Por qué te preocupa el arquero si lo que te matará es la flecha?

28 de diciembre de 2007

Explicaciones de lo cotidiano

Escribo sobre un fondo que simula una hoja arrugada.
Siento asi que me reencuentro con los papeles perdidos

que van volviendo,

desplegando aromas vividos,
desplegando aromas vividos,

me acerco al rincon del cuarto familiar
donde fue a parar el primero y lo desolvido
para leer todo lo que habia llegado a no escribir.

Frases a tiempo

Si ya sabes que vas a irte
Si te queda tan poco
Si hasta estas de acuerdo
¿Por que no irte sonriendo lo que se pueda?

7 de noviembre de 2007

Camisetas

Ya se que look like un sapo pero si me das un beso me convierto en un batracio feliz

Inconveniencias dialecticas

Era una mina que tenia tanta cara de culo que cuando le proponian sexo anal, ella abria la boca.

2 de julio de 2007

DIEGO

Frida.

Su Frida.

8 de junio de 2007

Opciones

Una cicatriz es siempre el comienzo de una historia.

¿Las sonrisas dejan, de alguna forma, cicatriz?

¿La tosquedad de un remendón o la sutileza de un buen recuerdo?

¿La iluminación en un risueño o la inmovilidad del herido?

Sonreír es el camino, el dolor tan solo obstáculos.

Así debe ser, porque sino no se explica.

Darwin: No lo explicaste todo

Las venas de lo urgente tapando las venas de lo hermoso.

¿Cómo ser feliz en un mundo donde no podemos serlo todos?

Las manos de la vergüenza ocultando lo que debemos compartir.

¿Cómo amarnos en esta selva de hormonas escondidas?

Las glándulas de lo humano perturban lo animal.

¿Qué opción nos queda cuando negamos la base fundamental?

No tengo suficientes pelos pero fui un mono.

Mis brazos son cortos y mis pies torpes.

Tengo la pinza del pulgar pero sacrifiqué la agilidad.

Sé lo que no puedo hacer pero no puedo hacerlo.

La conciencia de lo propio es el yo verdadero.

La mirada general me aleja de lo único que tengo.

El mono no sabe que no es humano.

¿Para qué yo sé que no soy un mono?

Mientras tanto me levanto a la misma hora.

Desilusión de una noche anodina

Como la tan estrecha maldición de las prisiones.

La temperatura que nunca llega a lo adecuado.

El sabor que no es ni dulce ni es amargo.

Los ojos que no se miran y la tan ansiada que

Se convierte en un trofeo que no nos sirve para nada.

Entre la mala puntuación, la incorrecta elección de las palabras

y lo que inevitablemente no se ha dicho, el mensaje se queda en nada.

La parafernalia de datos oculta en lo escueto.

El ruido que nos deja uno que ha sabido mirarnos.

El desorden inaceptable del que esa mañana lo ha movido todo.

Las manías de una llanura que siempre está rodeada de montañas,

Aunque no las veamos.

La ilusión entera que creemos significa el hecho de estar vivos.

Lo que imaginamos enfermo.

Lo que sabemos roto.

Las claves que no son encontradas.

Hacemos concursos en la tele para soñar que ganamos en algo.

No vamos,

Al final no estamos yendo,

nos hemos quedado quietos.

19 de mayo de 2007

Frases deshechas

Corazon+ cabezA= CORAZA
Cabeza + corazoN= CABEZÓN

6 de mayo de 2007

Domingo de tarde, enfermo pero no tanto, el lunes trabajo.

No se de que se trata.

De lo que estoy seguro es que a veces no se trata de saber.

Me muero de ganas de decir “tal vez” y tal vez solo se trate de eso, cuando la confusión y los cambios de ánimo son nuestro rasgo más apreciable. Algo nos molesta y en ese algo esta implícito todo el mundo, incluidos nosotros casi todo el tiempo.

Son días estirados, como aquellos en que se descansa tratando de salir de una gripe o un resfrío fuerte. Aparte de sentir el cuerpo como un dolor y una tos espasmódica, la mente se nos embota, yo, al menos me pongo irascible, errático y ciclotímico, extrañamente silencioso y sobretodo injusto. Hay algo que me molesta ahí fuera y aunque se que lastimo no estoy dispuesto a absolver a nadie.

Estoy aferrado a algo que se parece mas que nada a una sombra y es casi tan inconsistente como una. No sirve como prueba ante ningún jurado pero es lo único que tengo. Lo vengo defendiendo sin mostrarlo y me siento como un imbecil que intenta salvar el motor de lancha que pesa una tonelada y está en medio del mar. Insostenible.

Pero no tengo defensa, no otra y por otro lado los ataques que recibo tampoco son del todo justos y siento como la brecha es entre los otros y yo, que se abre, que se esta abriendo y todo depende de que tan solo la acepte, aprenda o una vez más, no.

La falta de proteínas

Esta semana decidí comenzar un régimen para adelgazar. Lo comencé el martes, pero solo para variar un poco. Como todos los regímenes que he hecho hasta ahora este debía ser el ultimo, el eterno, el para siempre jamás, el barco alado que me depositara en las playas dulces de la delgadez...corrijo: en las edulcoradas playas de la delgadez porque ya saben...

Pero hubo un detalle que le dio un matiz casi heroico a mi dieta: también estaba resfriado, pero muy resfriado, resfriado, resfriado, resfriado...vaya, si era un solo moco, tío. Estaba tan resfriado que si llegaba a inspirar fuerte rompía el régimen, con eso les digo todo...

Esto me genero algunas preguntas existenciales: los mocos ¿engordan? ¿Hay antigripales light? Como no obtuve ninguna respuesta y la necesitaba, se me ocurrió una idea que propuse a los fabricantes de kleenex: poner frases en cada pañuelito, por ejemplo esta: La vida es un pañuelo...y uno se encuentra con cada moco..., o estas otras: Un kleenex seco no hace verano, Habiendo kleenex el propietario no se hace responsable del uso de la manga de la camisa, El uso indebido de los kleenex produce adicción, Usar kleenex ya usados produce irritaciones nasales, No tire este kleenex, envíelo a diez personas de las que no tenga buena opinión, José Mocoverde de Cantabria no lo hizo y continua resfriado desde 1978. Uf! Les llamé como veinte veces pero no tuve ninguna respuesta, bueno a menos que considere como respuesta el hecho de que me hayan colgado el teléfono todas las veces, pero quien sabe.

Como todos los hombres resfriados sospeche una gripe en puerta así que decidí tomar medidas preventivas. Como siempre la televisión trajo la respuesta: Lo que debía tomar era un Frenadol. La publicidad era clarísima, si te gotea la nariz, se te frunce el seño y tenes cara de limón viejo olvidado en la nevera, si se te lastima aquí debajo de la nariz y te queda un bigotito a lo Hitler... lo que te pasa es que la gripe avanza y nada mejor entonces que ponerle freno, si hasta ponen un sonido de frenos chirriando en la publicidad, es que estos del marketing son la leche. Me imagine a la gripe como un camión con acoplado a punto de atropellarme y yo ahí desnudo y tiritando en la carretera blandiendo la caja de Frenadol como Vincent Price la cruz y los ajos para detener al conde Drácula. Desde esa gripe cada vez que escucho un chirriar de frenos siento como un placer morboso.

Lo que me quedo claro era el efecto secundario de Frenadol. Aparte de curarme el resfrío también mejoraría mi vida familiar. Si tomaba el Frenadol vendrían una familia que no tengo a consolarme con sus sonrisas perfectas, en una casa perfecta, sin duda camino a un perfecto trabajo que nos hiciera felices a todos.

O sea que si vives solo no te resfríes. Y si además estas justo en un régimen te las veras negras para apañarte, te lo aseguro. Es que la gripe y el régimen son compatibles solo en apariencia. En principio no tienes ganas de comer pero cuando tomas el Frenadol te viene tanta hambre acumulada entre sopitas y pollo hervido que lo menos que quieres es un cerdo relleno de pulpo a la gallega bañado en chocolate con nueces y almendras.

Así que si comienzan un régimen y esa misma semana tienen el menor síntoma de resfrío los que les recomiendo es que cojan un te caliente, una manta, el Frenadol y se tiren por el balcón sin olvidarse de consultar al farmacéutico.

La cortina americana

Recuerdo tu cama y la ventana cubierta por una cortina americana. Recuerdo las paredes lisas y ligeramente blancas. Recuerdo el silencio que todos dejan. Recuerdo cada una de las palabras no dichas. Recuerdo haber entrevisto la barca nocturna y fantasmal que recorre los pasillos esperando pacientemente a los que van a morir.

(Tan simple como eso. Todo es tan simple como eso. Alguien querido comienza a asumir demasiadas coordenadas de un silencio sospechoso, entonces el final va llegando en forma de dolor y transparencia. Es un proceso rápido o lento pero siempre duro, difícil. Nos metemos en un camino sin luces donde lo peor de nosotros esta dispuesto a saltarnos encima. Intentamos acompañar y lo hacemos, pero eso no quita que sin darnos cuenta nos vayamos apretando contra los espejos rogando desesperadamente que aún continúen allí nuestros reflejos.)

Todo se resume en una cama, tu cama ahora. Es un lugar que fue de otros que llegaron hasta aquí también para morir.

(Morir que es tan solo un segundo. Morir que esta lleno de decenas o cientos o miles de horas previas de agonía. Vivencias que suenan únicas, singulares para los que venimos acá por primera vez, pero acá hay otros que ni siquiera están enfermos y comparten con las visitas la suerte de no saber el cuándo, de no saber el cómo; al fin no saberlo es lo único que nos diferencia de los que están estacionados en este pabellón de enfermos terminales. ¿Cómo será para ellos que ven esto repetirse día tras día? ¿Cómo será para ellos que trabajan intentando detener lo inevitable? ¿Que pensaran del vivir ellos que se visten de blanco y tienen tanto miedo oculto en sus tontas jerarquías, en sus pedestales, en sus burocracias? Ellos deben vivir en este ir y venir de gentes despidiéndose como encargados en una estación de trenes o de aviones. Visto de ese modo, mirado con esos ojos, esto debe ser para ellos como una estación o un aeropuerto. La estación puede ser en Calcuta, puede ser en Mónaco, pero siempre están los muchos que se agolpan en los pasillos, en la sala de espera que ya no es de esperanza. La estación se llena con los que van a fumar en la terraza, los que van a respirar a la terraza, con los que intentan escaparse unos minutos en el bar. Todos trajeron a alguien hasta aquí, un padre, una madre, un hijo. Todos trajimos a alguien que es parte profunda y todos estamos acá tratando de aceptar que hasta acá se llega para no salir más.)

Los demás se irán, como me iré yo, discúlpame por favor. Sé que es de vos que estamos hablando, de tu vida, de tu muerte. Vos no té iras. Tu forma... ésa no sé irá. Esas señales que siempre creímos que eras, ésa unidad que amamos se desdoblará un día y será tu cuerpo por un lado, entre tramites y bolsas de plástico, entre cajones y velorios, tu cuerpo envueltos en adioses y llantos. Con el nos distraeremos y no veremos tu otro yo, tu sonrisa de lo etéreo cuando parta, no veremos tu alivio ni tus ganas de que todo termine ya, que un limite es un limite, que ni vos ni nadie lo ha querido así pero así es y sin querer llegaremos hasta ese cementerio que parece un jardín sin arboles, hasta ese día de sol y de lagrimas y a mi mismo leyendo (leyéndote) intentando despedir eso que ya no sos, eso que metimos en el cajón y están volviendo a cubrir de mundo ahora:

“Ayer murió María Luna. Durante nueve meses parimos esta partida que tenia fecha aunque todos hiciéramos todo en busca de acordar un retraso.” (Un retraso imposible que no hubo con quien negociar, nadie con quien pelearse, alguien que de batalla. Esta claro ahora nos morimos y ya, nada mas, mierda, nada mas)

“Durante nueve meses nos buscamos a los ojos y nos encontramos, cada uno con nuestros agujeros, con nuestras banderas, con la maravilla de cada uno y cada uno con sus defectos. Pero por sobretodo nos encontramos en el amor de María Luna que se estaba yendo.”

“Y sin dudarlo a partir de ese enero le dimos sonrisas y cariño, cosquillas, mimos exagerados, abrazos excesivos y defensas desmesuradas. Le dimos, fundamentalmente, lo mejor y en la mayor cantidad que creo hayamos podido darle.”

“Disimulamos lo que la enfermedad se iba llevando como para no cederle terreno y avanzamos vestidos de domingo en cualquier día de la semana.”

“Fue ella quien nos dio la justa medida, la prueba exacta, expuso la verdad más importante que de lo que nos esta pasando a pesar del dolor y que de el puede salvarnos: que somos una familia y que nos queremos mas allá, y que estamos juntos. Al fin nos conocemos los recuerdos, las leyendas, los dolores. En torno a ella confirmamos lo que tanto la enorgullecía y que tanto busco: una familia, su familia.”

Esta es una extraña forma de carta, disparada por una imagen de una película que estaba viendo. La protagonista tenia un cáncer parecido al tuyo pero eso no me dijo nada. Apareciste, creo, porque el cuarto donde ella agonizaba era tan igual al cuarto donde vos agonizaste que consiguió transportarme a ese tiempo de tubos y adioses.

Tenía la misma luz, la misma, cortada por las rayitas que dejan las cortinas americanas dibujadas en la pared. El mismo ambiente dominado por la opresión exagerada a la que nos somete la muerte cuando se aproxima. Es muy irónico que el recuerdo haya venido desde una película. Irónico porque así me sentía y creo que así nos sentíamos todos, inmersos en sucesos tan irreales y ajenos como si fuéramos actores siguiendo un guión que ya venia con un final que nuestros actos no iban a cambiar. No importaba lo que hiciéramos, las relaciones de causa y efecto no modificaban en lo más mínimo lo único que nos importaba. Es como si no existiera la lógica y además no hubiera existido nunca.

Si llegábamos temprano a visitarte o si nos atrasábamos por alguna ocupación impostergable o trivial: igual ibas a morirte. Si discutíamos con los médicos por el tratamiento creyendo que la firmeza ayudaba en algo, ellos nos miraban con sus caras endurecidas por la visión de estos inútiles gestos: sabían que te morirías. Nada, nada, pero nada nos alejaba ni un centímetro del camino ya marcado. No había gesto humano que nos evitara ese calvario de dolor que significo tu muerte. Era como si todo estuviera escrito: el segundo en que tu respiración de motor se apagara, las llamadas nocturnas, porque sería de noche, las palabras sobrando, nadie llama por la madrugada a alguien que tiene un ser querido moribundo, digo, nadie que no sea yo, para anunciar con solo un - Soy yo, que lo irremediable ya había llegado a nuestras vidas.

No sé como habrá sido ese momento visto desde tu vida ahora, visto desde tu muerte ya. Serian las cuatro de la mañana y estabas sufriendo una respiración espantosa... espantosa, pero imprescindible; lo únicos que te confirmaba no muerta eran esos estertores seguidos de decenas de segundos de una quietud exasperante, para de pronto tomar aire con un esfuerzo de cuerpo entero y caer otra vez en la pausa aterradora. Me acosté a tu lado y te comencé a hablar. Te conté de lo que habían sido estos meses para nosotros, de los intentos inútiles pero ciclópeos para mantenerte de este lado, de la clínica de Perú, de los rayos, las pastillas, de las charlas familiares inconclusas... te hable serenamente de que te ibas a morir, que eso era lo que estabamos esperando, que si te daba un ataque al corazón yo no llamaría a nadie, ¿de que nos serviría aplazarlo? ¿De que te serviría? y lloré junto a tu cama y llorando me fui despidiendo de tus manos de madre, de tus gestos de suegra, de tus mentiras de sobreviviente.

En el momento exacto en que dejaste de respirar instintivamente miré el techo de la habitación pero no vi nada, cuando volví a tus ojos ya estaban muertos. Así fue.

¿Cómo habrá sido desde dentro tuyo? Tus ojos se apretaron muy fuerte cuando dije que solo estabamos esperando que murieras, ese fue el único cambio que pude notar. Un segundo antes estabas y en el otro ya no. Eso fue todo. Fui a buscar a Tagga que dormía en una habitación cercana y apenas me vio comprendió lo que había pasado. En ese momento mientras me abrazaba llorando, en ese momento después de todo el esfuerzo, de todo lo sufrido, en ese instante pensé que seriamos inseparables. Hoy hace mas de un año que no la veo y lo peor es que planeo no verla nunca mas... mi vida sigue... y también la suya... y la de todos, solo, solo... que ya no estamos juntos.

Después del funeral fuimos retomando ritmos y caímos en los problemas de siempre. Juana se terminó separando del Rubio casi al mismo tiempo que Tagga y yo. Antonio se fue a EE.UU., Bergman y Marina no saben que hacer.

¿Cuánto ha quedado de estas palabras ahora que definitivamente te has ido? ¿Cuánto ha quedado ahora que el tiempo ha pasado y casi todo lo que habías soñado y mantenido se ha deshecho?

El tiempo puede ser cruel con los malos cimientos, muy cruel y con nosotros lo fue. No me atrevo a escribirlo pero la verdad es que se nos escurrieron los vínculos como arenas en las manos. Los compromisos, las conductas, liberadas de no sé que guía, se salieron de madre, precisamente y cada uno hizo lo que pudo para seguir vivo... y algunos de nosotros pudimos tan poco.

Me da vergüenza contarte lo que ha pasado. Tengo la esperanza de que de alguna manera lo sepas ya. Si hay un cielo desde el que nos miras ahora estoy seguro que no se puede intervenir, que no hay manera, que solo podes ver lo que pasa y resignarte. Si hubieras podido hacer algo por nosotros estoy seguro de que lo hubieras hecho. Si hubieras podido no nos habrías dejado hundirnos en estas distancias que somos ahora.

Te imagino confiando en lo que nos intentaste dar y siento el puñal de tus propios errores clavándose en nuestra carne, lo siento, pero aquello que construimos también con tus mentiras, se fue y se continuara yendo el tiempo que nos quede de vida. Tal vez sea mejor así, nunca lo sabremos.

Ya no estamos juntos, María, ya no lo estamos. De pronto nos convertimos en seres tóxicos unos para otros y no tuvimos más que alejarnos para no seguir dañándonos. Las aguas se han partido y de un lado quedaron unos y del otro, otros. Yo fluctúo pero solo por un tiempo mas, el final esta llegando y debo decir que falta muy poco para que el divorcio me aleje para siempre de los tuyos.

Ahora vivo tan lejos que me da miedo pensarlo. Es como si me hubiera mudado a la luna o más lejos aun. Guardo con cuidado los recuerdos de el tiempo de vida que compartimos pero así y todo se me deshacen. Tu hija me mando un fax hace unos meses y cuando quise releerlo ya estaba casi borrado: así son los recuerdos para mí hoy.

El final de esta carta, María, me llega años después. Esta es la segunda Navidad que estoy en otro lado que no son los brazos que dejaste. Acabo de hablar con Juana y el alma se me llenó de pájaros una vez más. Ahora puedo decir que es mi amiga, ni ex cuñada ni ex de nada nunca más, para siempre ahora, amiga profunda de mi alma con pájaros que ella despierta desde su vida de construcción constante, desde su ser tía ahora del Nene, que nació de Bergman y Marina que si han sabido mantenerse juntos. nene que nació también de vos, desde vos, con tus mismas manos abiertas de Robinson atrapado en esa isla donde solo pudo encerrarte el miedo de nunca entender la vida que elegiste vivir.

El Nene que nació de unos gestos tuyos que nunca verá como no sea a través de tus hijos. El Nene, al que habrá necesariamente que contarle quien fuiste para que se entienda los ojos que le pasaste desde tus orígenes misteriosos. El Nene.

De Tagga sé tan poco que solo puedo decirte que esta bien pasando por todos los estar mal que se había negado siempre. Su recuerdo y el mío se han separado como todo el resto y tan solo nos ha alcanzado para no seguirnos lastimando, tener buenos deseos para el otro, hasta ayudarnos un poco y que nos parezca mucho... pero hace falta más, más, si eso es lo que debe ser.

De los demás casi nada, no se pudo continuar con ellos por ahora. Esta noche se juntan en lo de Tagga para terminar de festejar la Navidad. El Rubio irá... ¿Iría yo si estuviera allí? No lo sé y no es tiempo de averiguarlo.

Tu Casio sigue siendo el mismo que fue siempre y que solo nos atrevimos a descubrir ahora... ¿Qué más se puede decir de él? ¿Qué más que no te vuelva a matar donde estés? Tal vez desde el nuevo lugar manejes una sabiduría que te permita entenderlo, desde acá es muy difícil y solo queda aceptar y no esperar nada. ¿Se podrá?

María Luna: al fin tengo la serenidad para terminar de escribirte. Solo quiero decirte que me has habitado, que tu vida se fundió en el último de tus momentos con la mía y que ya nos veremos para hablar de tantas cosas y ver si ya comprendiste, un poco, de mi vida de bucanero, tu bucanero, buscador de la verdad, cueste lo que cueste, como material de esencia, como base única posible. Con la frente limpia ahora me despido agradeciéndote cada segundo, cada abrazo, cada gesto de amor, cada cosa buena... de lo demás seguro que no hará falta acordarse nunca más. Un beso grande para vos, solo para vos, especialmente para vos.

El viejo del Coto

El viejo tomó las dos puntas de esa mesa, con suaves tirones la acomodó hasta que pude pasar. Apoyé mi bandeja con el plato de fideos enfrente de la suya. Acomodé el diario que pensaba leer a mi izquierda y me senté. Ni bien apoyé el culo en el asiento él comenzó a hablar. Mientras gesticulaba detrás de esos anteojos de falso carey yo veía como se iban desocupando lugares a mi alrededor, no me decidía a pedir disculpas y cambiarme de mesa; el viejito no paraba de hablar, no me dejaba espacio siquiera para una excusa tonta y las mesas ya se volvían a ocupar; la gorda esa se estaba levantando...señor, discúlpeme, señor...pero a él le daba igual...

...nací en el 19, así como me ve tengo 86 años, fui mensajero, yo siempre fui cadete, a veces mucamo, también trabajé en una cortadora de adobes ahí por Garín, yo lo vi a Gardel en la esquina de Sarmiento y San Martín, estaba paradito con su coche, ese era otro país, sí que era, no como con este hijo de puta, yo conocí todos los quilombos, los de San Fernando, trabajé con Hugo Wast, no me quedé entre las piernas de mi madre, no señor, yo viví en Cosquín, la capital nacional del folklore, antes no era una ciudad como es ahora, mi madre era española, ella vino en barco y yo nací en aguas argentinas, del puerto directo al hospital, a este país lo hicieron los inmigrantes, si no había nadies, mi vieja siempre decía y una mujer con la que viví treinta y dos años, nunca me casé pero qué importa, la tengo ahí en una foto todos los días, la de mi madre y la de ella, hace mucho que murió...

...y el viejo seguía hablando, a estas alturas medio el interés, medio que ya había empezado a comer, me fui enganchando al relato del obligado compañero de mesa en el restaurante-comedero del Coto.

Aparte de lo que contaba quedaba para descifrar su cabeza cubierta por un gorro de lana negro como de marinero, el pelo blanco largo y desprolijo, una campera azul inflada manchada con salpicaduras de comidas, de muchas comidas, de la repetición de muchas comidas...

...yo no vengo nunca acá, voy al de Viamonte, a este vengo los domingos porque el de allá cierra, me pido un platito de algo y me guardo el pan para el mate cocido a la noche, yo no ceno nunca de noche, hace años, (lo dice como alguien que se hubiera forzado a lograrlo), me voy al Coto al mediodía y qué quiere que haga, tengo ochenta y seis años, cobro doscientos catorce pesos de jubilación, es que me equivoqué, no me tendría que haber ido de Tribunales, al final me jubilé de Comercio, y me equivoqué, vivo en Lavalle doce doce, esos hijos de puta tienen toda la vereda sucia, no les importa nada, llegan tarde, se van temprano, yo cuido la caldera de Lavalle doce doce, saco unos pesitos, a veces el diariero, este muchacho, me pide que vaya al banco, Sarmiento y Callao creo, pago las cuentas, yo siempre fui mensajero, hasta segundo grado hice, después me mandé a mudar, yo no viví entre las piernas de mi madre, hay pocos hombres que saben cómo se llama lo de abajo de las mujeres, !je, je!, a que usted no sabe, ...vulva se llama, todos le dicen concha pero se llama vulva...ni las mujeres conocen, antes era diferente, había como una decencia, no eran todas reventadas como ahora, si usted hubiera visto ésa exposición como yo la vi, no hubiera podido dormir...

...tenia los ojos claros, nublados y uno se le piantaba para un costado, no estaba confundido, estaba ensimismado, hablaba solo pero la cordura le alcanzaba todavía para necesitar un interlocutor...era un hombre mayor el que tenía sentado ahí, un tipo que estaba vivo y parlante, una historia de vida casi completa. Mi natural tendencia a respetar lo vivido de su piel, mi desconcierto vital, la seguridad de que algún día yo mismo podía ser sus manos arrugadas, todo eso me retenía...

...era la exposición ahí en la calle Corrientes entre Rodríguez Peña y Callao, después hubo una en un terreno que está ahí en Esmeralda y Corrientes, ya no hay de esas, venían en barco, ahí usted tenía las tres razas, la blanca, la amarilla, la negra...todas las enfermedades, no se podía dormir después, yo trabajé como mucamo de muchos médicos, vi las fotos de muchos libros, en la exposición mostraban una mujer dando a luz con todas las venas de acá, de la frente, hinchadas, terrible, y ahí nomás le hacían como una tijerita con las manos y agarraban a la criatura y le daban una, le daban dos, le daban tres palmadas y ahí el bebé se ponía a llorar, a gritar, a berrear, no sé por qué lo hacían, ellos hacían como una tijerita con las manos ¿ me entiende ? y agarraban a la criaturita y le daban una, le daban, no sé si me explico, era para que la criatura llorara, vaya a saber por qué pero si ellos lo hacían tenga por seguro que era por algo...

...solo, hablaba solo. Miraba para todos lados como vigilando que no lo vigilaran. De vez en cuando miraba por sobre su hombro y se rascaba la barba, rehacía el nudo de su bolsa de pan, amagaba con irse pero se quedaba...

...la gente cree que las monjas son gente muy especial pero son gente como cualquiera como decía la madre superiora, una superiora que conocí en Rosario, yo viví en Rosario, son como todos, tienen sotana, hábito pero nadie se va virgen, eso te lo aseguro, nadie se va virgen, a lo mejor los angelitos, esos bebés que se mueren sin hacer mal a nadies, nadies se va virgen, en Rosario, viví en Rosario, en Pergamino, viajé mucho, yo no me quedé entre las piernas de mi madre, a ella nunca le faltó nada, lavaba la ropa en el río, como en España, yo no conocí España, se vinieron tres varones y tres mujeres, no quedó nadies allá, tengo una pariente pero es medio nariz parada, no me da bola, al final no se llevan nada de acá, si pudieran se lo llevarían, llenarían el cajón de oro pero no pueden...

...estamos cruzados en las mesas, uno casi enfrente del otro, me habla tanto de su pasado que se ve claramente que es ahí donde vive. La ropa que usa es actual pero me lo imagino con la ropa de la época, es en ese momento cuando más anacrónico se me vuelve en este ambiente de plástico fast-food, de comida impersonal, lugar falto de ritos y presagios, todos de paso, el viejo y yo, de paso, terriblemente de paso...

...yo trabajé para gente de dinero, había una señora muy mala, muy mala, sacaba chicas del Buen Pastor, ahora creo que hicieron un loquero de mujeres, las pellizcaba, las llevaba a trabajar de mucamas, las pellizcaba, un día yo vi como una se bajó los calzones y ahí nomás le orinó la olla de la comida y después se la sirvió a ésa vieja turra, yo lo vi, se bajó los calzones, se agachó un poquito y le meó la comida... si la mucama quiere que el patrón coma mierda, el patrón mierda come... téngalo por seguro, si yo le contara, imagínese con ochenta y seis años, mierda come, si la mucama quiere, el patrón mierda come...

...qué decir de un tipo así, era tan flaco que se le adivinaba la calavera detrás de la piel arrugada, la nariz un poco deformada por el anteojo y la barba crecida y blanca. Él era también la maravilla de un ser humano. No sólo estaba vivo, aseguraba ser feliz...

...tanto tenés, tanto valés, eso decían, tres cosas hay que cuidar, la honradez, la salud y la plata, si no tenés un peso estás perdido, pero yo no me quejo, me ha ido bien... en ésa exposición entraban un día los hombres, otro día las mujeres, los conscriptos no pagaban, no se podía ver con mujeres, había muchas cosas inconvenientes, las mujeres no son sólo para la cama, no, yo la recuerdo mucho, una buena mujer, mi madre y ella, las tengo ahí arriba, las de hoy son todas reventadas, ¿ vos ves conscriptos por la calle ? ya no hay, se gastaron toda la guita los hijos de puta, en ésa época entraban todos gratis, era otra cosa, me acuerdo de cuando vino Getulio Vargas, eso sí que era impresionante, vos entrabas, te regalaban café, nunca me olvido, si yo te contara, y el príncipe de Gales, ese dejó todo por amor, unos señores, café te regalaban y un montón de cosas que ya ni sé, claro, era la exposición de Brasil, …yo lo vi a Gardel en la esquina con su coche, acá venían muchos barcos de guerra, antes, venían muchos...

...un tipo humilde, para nada vencido, este comedero le daba la posibilidad del sustento básico, socializaba como podía, lo tomaba como un paseo, avanzaba por la realidad envuelto por las brumas, por el rum-rum, motor cansado de sus pensamientos...

...vivo en un departamento, sólo pago las expensas, la dueña me quiere mucho, gano doscientos cincuenta pero para mí son como quinientos por lo del departamento, tienen mucha plata, ya no tengo familia, hace como seis años que no voy a Cosquín, se murieron todos, trabajo en Lavalle doce doce, el tipo le da el edificio a una empresa que lo administra y él espera la platita, la pobre mujer es una cornuda, lo vi al tipo con la secretaria de una de las empresas que alquila ahí, los vi en el Coto, en el rincón de las ánimas, me vieron, ella me saludó, si es un hijo de puta, le da los departamentos a una empresa, no se puede creer, él sólo espera la plata y se la mete en el bolsillo...

…el viejo se enojaba, se alegraba, golpeaba el puño contra la mesa, revisaba el nudito de la bolsa azul donde guardaba el pan que se reservaba para el mate cocido…me hablaba de un tiempo tan distinto…tenía las cejas tan espesas, se necesita mucho tiempo para que te crezcan tanto, le ponía picardía a sus cuentos mirándose la entrepierna y…

...y uno se va poniendo viejo...este hijo de puta agachó la cabeza y no la levantó más, en invierno casi no lo encuentro, en verano es como que se estira el guacho, todo blandito, agachó la cabeza y no lo vi más, es que uno exagera, usted me entiende...es que canté mucho con los cinco latinos, cinco contra uno, usted sabe, la paja, todo el mundo se masturba, nadies se va virgen, hasta las mujeres se masturban, encuentran el botoncito ahí abajo y no las parás mas, !je!, el botoncito, los cinco latinos, los dedos, cinco contra uno...

…yo quería comentarle algo de lo mucho que me estaba contando pero las veces que lo intenté no me dio bola y si alguna vez puse en duda lo que estaba diciendo…

…yo no sé pero en ésa época era así, un día iban las mujeres, otro día los hombres, no era cuestión, los organizadores eran gente seria, eran de Europa, traían todo en barco, había muñecos de cera, los conscriptos entraban gratis, estos hijos de puta…en Cosquín se podía ver a los tipos en sus reposeras, ahí nomás en la vereda, cada uno con su escupidera, no se podía escupir en el piso, estaba prohibido, los tipos no podían fumar, ahí se curaban porque el clima es bien seco, no sé, parecen que no van más…será así, por algo los médicos les dirían que vayan, agarre sus valijas y váyase para Cosquín, ahora es la capital del folklore, en aquella época estaba el de la panadería, después se ganó la lotería, ahora corren todos con el Loto, si yo te contara, puso un sanatorio, parece que le fue mal…Hugo Wast tenía una oficina ahí en la Galería Güemes, entrando para el lado de la calle San Martín, qué descuidado está ese edificio, con lo importante que es, descuidado, como donde yo vivo, ni limpian la vereda, yo me ocupo de la caldera, tengo un recomendado, a veces viene, a veces no, se va a las siete, siete y media, yo me quedo hasta las nueve, sí señor, todos los días, como debe ser, ahí tengo un departamento, a la dueña la conozco de chiquita, doscientos catorce pesos de jubilación, doscientos cincuenta de sueldo, yo cuento como que son quinientos, pago las expensas…

…ahora me doy cuenta de que hubo cosas concretas de las que no hablamos, si había tenido hijos, hacía cuánto se había quedado viudo…no digo habérselo preguntado pero haberlo llevado al tema, no hablaba de rutinas, ni de agobios, su vuelo por la realidad era tan rasante y veloz que parecería que lo que contaba sólo lo había vivido para poder contarlo…

…y ya estoy viejo, me olvido algunas cosas, qué tiene de malo eso, sólo me las olvido, puse un cenicero acá y al rato no me acuerdo, sólo eso, voy a un lugar y no sé para qué pero al rato ya sé y bueno…no me quejo, la vida es buena conmigo, me iría a vivir a Cosquín pero no puedo, si acá con el departamento apenas puedo, me imagino allá…

…la despedida se estiró largo rato y le di la mano y él me la dio afectuosamente varias veces, lo último lo escuché de pie ya en la calle. En un momento comenzó a alejarse mientras me repetía...Miguel Julio García, Lavalle doce doce, un gusto, un gusto…caminaba a saltitos mirando hacia los costados, mirando las caras que se le aparecían “como buscando a alguien, tratando de reconocer o reencontrarse con alguien de los muchos que lo habitaban desde el principio de su tiempo”. Lo dejé adelantarse, me distraje unos minutos, avancé hasta la esquina y al doblar lo vi, inclinado en el puesto de diarios, jugando con el nudo de la bolsa azul…-si yo le contara…alcancé a escuchar y me fui.

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Ya en la tranquilidad de mi casa la impresión que me había producido el viejo fue lentamente sobrepasada por las urgencias y otras situaciones que también me impresionaron por esos días; aun así, varias veces volvió a mi memoria la imagen de este hombre que se perdía lentamente avenida Cabildo abajo. No sé por qué pero algo me hería en el resabio de ese encuentro...mierda, algo que al menos pudiera sacarlo de ese círculo de soledad, sería mi inevitable pensamiento mágico; sería que de alguna manera intentaba encontrar un final más digno para este hombre de piel dura y plegada y a la misma vez buscármelo para mí; este hombre que ya estaba solo, que ya había sido tocado por la flecha que nos persigue a todos; este hombre al que sólo le queda esperar; este hombrecito pequeño al que me le crucé en la vida y él que casi ni me notó, pero que dejó profunda, profunda huella en mí.

Unos meses después, pasé por la calle Lavalle a la altura del doce doce, supongo que para confirmar su existencia y lo vi baldeando la vereda, estaba murmurando cosas envuelto en su campera azul; tuve que llamarlo varias veces para que levantara la vista, tardó en recordarme y creo que al final nunca supo quién era ni le importó mucho. Lo invité al Coto de Viamonte y tomamos vino en botellitas chicas, como cinco, fumamos unos cigarrillos de hoja y él me contó detalle por detalle de su vieja, su mujer, el día que lo vio a Gardel, la turra de Rosario, Hugo Wast y los quilombos de San Fernando.

Farses dehseachs

Toda percepción de realidad es una tendencia.

28 de abril de 2007

Frases deshechas

Ningún valor tiene el primer paso si además es el último.

4 de marzo de 2007

Una carta desde el desamor.

Este mail me lo envío un sujeto novio de una Claudia que conocí. Me dejó encantado la furia provocada por los celos y por lo tanto la energía producida, una de las mas fuertes de este universo, sin duda.

¡¡Asquerosa vaca, guatón perverso, turbio!!...mira que intenciones guardabas detrás de tu aspecto de morsa sana. ¿Sabes quién te habla?...te hablo yo, Andrés, el novio de Claudia, que con la misma bajeza con la cual tu tejes tu tela de araña, ha interceptado, igual que cucaracha, tus siúticas, vulgares, chulas, rascas y charchas intenciones sobre mi bien preciada.

Eres poca cosa detrás de tan pocas pulidas palabras, vulgares y tontas frases mal armadas.

¿A quién crees que conquistas con tonterías de payaso?... ¿te crees poeta?

¡Ignorante bola de grasa ridícula!...cerdo, ¡asqueroso!, guatón culiao, apestoso, mierda tímida que no te atreviste a mirarme a los ojos sabiendo que descubriría la caca inmunda que erís en el fondo...no erís mas que 200 kilos de diarrea mal nacida...

Ódiame ahora, Claudia...ódiame ahora que tienes la prueba irrefutable de mi bajeza. Mis celos me han destruido, y borracho, no he podido resistirme a responderle a ese montón de mierda al quién has elegido.

Ódiame ahora que ya no importa.

Ódiame y ¡qué importa!...de todos modos yo mismo me odio con tanta fuerza que el tuyo casi ni se nota.

Despréciame y no volvamos a hablar.

Nuestras manos unidas.

La apariencia de una ruleta sigue teniendo la vida, y en el medio el Tao, el I Ching y la Comedia de lo cotidiano.

Ayer leí que un hoy campeón del mundo de tenis, al ganar su primer gran torneo, lo primero que le dijo llorando a su entrenador fue:

¿Qué importa?

Y es una pura verdad y mucho mejor salir de ahí.

Hoy lo veo a los saltos recibiendo premios y dinero y supongo que habrá aprendido:

La vida es ahora, dejo de serlo ayer, no lo será mañana hasta mañana.

Te escribo esto para decirte que podes arreglar con la madre de Martín para buscar los 550 dólares y que el dolor de estar mal casados, la ilusión que no nos permitió vernos, los egoísmos y los caminos sin salida en la balanza siguen sin ser contrapeso suficiente: igual siento que me hubiera gustado que nos saliera bien.

1 de marzo de 2007

Una noche mas enamorado que nunca

Estoy sereno y cercano.

Mi barco esta unido a tus velas.

Tu mano guia.

Tu corazón decide.

Confio en tus manos, mujer.

Mi corazón te ama.

Te deseo claridad.

Me propongo seguirte.

No hay mas.

Silencio que mi tumba espera.

Quietud de este viaje programado.

Punta del ovillo, aguja de la trama.

No desando, solo muero, solo muero.

No sos vos, soy yo

La demora exacta del minuto de gracia.

La respuesta equivocada.

Lo no dicho.

El amanecer que no llega.

El día que querríamos olvidar.

La noche que no termina nunca.

Las manos que no alcanzan.

El adiós que no se da.

Hasta que se da.

La temida.

La tan esquivada.

La inquietante soledad.

Ahora vive conmigo.

Y siempre volví a los lugares

Y volví a los lugares donde la infancia se quedó, a las noches abrazado a Geno tratando de entender, porque la felicidad parecía escaparse de los ojos de todos a medida que iba creciendo, intentando comprender porque lo que hasta ayer era recibido como una gracia de pronto tenia como respuesta el desapruebo de los grandes, despoblando mi hasta ahora vida vivida de la complicidad de los demás, de sus risas y de sus besos.

Los recuerdos que aparecen son los olores, las piernas de Geno, su falda, el aroma de su pelo, de su cama, el vaho de su tristeza oculta en la sonrisa donde desaparecía todo lo malo que la vida podía ofrecer. Sigue en su hermano Felipe y sus brazos de panadero, en su aliento a vino de mesa, a queso, a fiesta de picada de salame y jamón crudo, de rodajas de pan fresco sobre el mantel de hule. Era olor de domingo si salíamos de la casa y recorríamos la distancia enorme hasta el almacén del arenque noruego, del queso para rallar y el carbón para los asados. Era domingo si llegábamos hasta la esquina y estaba la plaza de poco pasto y arena húmeda, la fuente de cemento con la estatua de hierro con una mujer inexplicablemente desnuda con el pez sobre los hombros echando agua siempre en un chorrito sobre la superficie verde como la mujer, como mis ojos, como los coches de la calesita, como las hélices pulidas de los aviones de recorrer la plaza entera con su olor a domingo, a azúcar quemada, a pochoclo, a la mano apretada de Geno llevándome hasta el ombú de ramas como brazos que te llevaban a lo mas alto para su miedo, que te bajes de ahí, que te podes caer, que la vida es mas vida cuando estoy haciendo algo que no debo, que me emociona que me reclames y me lleves de la mano hasta el tobogán enorme, que me acerques a la estatua de yeso y me desespere por tocarle las tetas duras cuando no miras, cuando creo que nadie mira.

El mono

El mono se escapó de su jaula. Algo dejó la puerta abierta. Se escapó de las siete de la tarde. De las ocho de la noche. De la puerta abierta se escapó.

No hace falta mirar demasiado cuando una jaula esta vacía, pero igual te busqué confundido entre la tierra fresca del piso o debajo de una cáscara de banana. Recorrí huequitos entre los ladrillos. Casitas de hojas. Rincones como pelusas del ombligo. Me sobresalté inventándote detrás del tarro con agua. Bajo la sombra del paltero. Escapando de mi mirada escondido tras la rama.

Es cierto, no te encontré completamente en ninguno de esos lugares, pero estabas en cierto modo, en cierta forma de huellas, de señales, de rastros hacia la puerta. Hacia la puerta fatalmente abierta, naturalmente, abierta.

Desde tu jaula había todo un patio donde buscarte, con un gomero crecido en siglos con montones de décadas para quedarte. Y las enredaderas, los abajos, algunos adentros, todo los afueras. El rincón con las cajas de las basuras amontonadas. Los costados, los pliegues. Y sobre el patio todavía te quedaba el cielo con sus mil puertas hacia toda la manzana repleta de puertas hacia la ciudad...y todas, todas estaban abiertas.

Los diez minutos mirando por todos lados y la conciencia de que cuanto mas te buscara mas lugares donde no encontrarte surgirían, me sentaron en la escalera y me dejaron ahí sentado.

Decí que Gerardo no se sentó. Decí! Decilo!, que él con infinita paciencia fue cerrando las entradas del gomero, de cada uno de los rincones, de los pliegues. Sin sentarse olió tus huellas por las paredes y se trepó al cielo del patio mientras murmuraba:

-Por ahí no, por acá tampoco.

Que aquella pared era muy alta y que por esa no podías pasar. Murmurando de esa forma llegó hasta la calle y se detuvo, los autos, los camiones, la gente lo asustaron, te asustarían: no saltarías ni cruzarías, se repitió mientras cerraba las cuatro paredes de la manzana.

Salimos uno para cada lado tocando timbres, preguntando vecinos, siguiendo los ojos de "vi un mono, un mono."

-Se lo habrán comido los gatos.

-Fue para lo del frutero, lo del frutero.

-Lo vieron por la avenida, pibe.

-Avenida, pibe.

Mientras caminaba hacia la avenida donde Gerardo alzaba los brazos y las gentes se reían, miraban hacia los balcones, hacia las cornisas.

Cuando llegué hasta Gerardo él ya lo había visto, me agarraba del hombro mientras te miraba. Me quedé parado al lado. Levanté la cabeza desde las baldosas hasta las rodillas de los que me rodeaban y hablaban entre sí. La seguí levantando por sobre las cinturas y los pechos agitados, las barbillas estiradas hacia arriba. Los gestos de sorpresa.

Pescadería "La Rana".

Balconcito de malvones.

Cornisita llovida de hollín.

Tu pie.

Tu pie llovidito de miedo y tu panza arriba-abajo. Tus manos asustadas y la cabecita girando aterrorizado. Yo era uno mas ahí abajo con la cabeza estirada hostilizándote, pero en realidad era el único que te conocía de antes, que te quería para devolverte a tu penumbra de patio y también de jaula, sí, pero penumbra grande y tranquila llena de rutina de frutas y agüita, semillas de girasol, mono, mono bonito.

A todo esto Alicia sentada intranquila en los escalones de la casa, con la taza caliente de te y haciendo de ancla, de mástil, de faro para que tuviéramos un lugar donde volver después de la aventura. Desde su pelo rubio, desde sus trenzas. Aclará que a todo esto ella era el ancla.

Del otro lado con el mono. Los ojos desorbitados. Dale pibe, dale que lo tenes, la gente mala. Mala de la mano, sudando. Mala que lo agarras. Del cuellito, pibe, y vos arrinconado. Arrinconado al lado de la baranda mirándome. Mirándome sabiendo que yo sabía. Que no iba a poder, que con toda la gente ahí abajo vos no ibas a dejarte. Antes nos iba a recorrer toda la manzana, desde los tejados a las sonrisas calientes, los brazos en jarra. Antes los raspones, las escaleras de ropa sucia, cada terraza de lavarropas viejo, de brea, de asfalto. Antes cada azotea con su mástil y su blasón flameando desde una lata oxidándose a fulgor y brillo, a paso de lluvia y olvido.

Hace tanto calor.

Pero antes los zaguanes oscurecidos del hotel, los gritos, las puteadas, la propiedad privada de que. Que no podes entrar, verso lo del mono, vos queres robar, verso para la gente mala dueña de su sector, patrona de su piecita, tirana de pasillo, juez inapelable de puertas y pantuflas. La misma gente arrugada y desposeída, negada por si misma a cotidiano esmero, irguiéndose en la circunstancia de la piedra para quitar la mano.

Pero siempre dentro del tumulto hay alguna mirada sin preguntas. Un gesto que se te arrima. Alguien que te corre la cortina hasta la ventana que da a la cornisa por la que llego hasta el techo del mercado a las ocho cerrando con los pisos barridos y mojados, las últimas huellas húmedas, pasando cadenas, cerrando candados.

Mientras vos detenido jugas a mirarme desde el techo de chapas, la gente, no pibe que e´de cinc, no vaya ser y vos sabiendo que no, moviendo la cabeza o girando como distraído, sabiendo que yo sabia, paseando cornisita como si a esta altura ya no hubiera vació, el sudor de mi espalda me quemaba y me congelaba, el sudor de tu espalda aceitándote en un arco tenso.

El gesto era muy simple, un escalón la muñeca, otro escalón el codo, manijita de mi pelo y vos trepadote hasta mi hombro, si estábamos tan cerca, pero yo sabia que el paso por mas lento ya era inútil, que a ultimo momento no te iba a agarrar, que vos no ibas a dejarte y que estaba bien así.

28 de febrero de 2007

Memoria segunda

Esta mañana empieza lluvia de noche, viento de noche, persianas golpeándose y un frío de hombros, solucionable solo si hundido en la cama desaparezco a la luz, tu luz querido hermano sol.

Continua esquina intersección de dos líneas de colectivos, ninguna pasa, la lluvia si. Hay dos chicas sin paraguas y el mío es demasiado chico. Mi zapato marrón izquierdo esta descosido y bajo el pantalón marrón tengo otro negro; no es por cábala, tengo frío.

En el bondi subió un pantalón verde que me gustó mucho. Ella dice que si verde todo mejor, que use verde. Cuando toco esa camisa, cuando el saco, el suéter, la piedra de nuestra medalla, todo verde. Se que así debe ser, que verde es el color, como la mesa para la cocina: verde. Verde las manchas del jean que le robe a Pablo Mazza (ya no se lo puedo devolver así). Verdes las manchas de mis manos pintura, verdes los mocos que hace diez días me abandonan sin parar, sin poder detenerse, compulsivamente huyen de mi. Diamond dice que esta bien, que es la antidieta, que libero toxinas. Debe ser cierto, me siento mejor. Más flaco, cada vez más flaco, creer o reventar.

Antes de llegar a la oficina pensaba escribir tu historia y la mía como si fuera la nuestra. Hacer de cuenta que vos si me queres, que me extrañas, (mi sub me dicta: hacer de cuenta que vos si sabes que me queres, que vos si sabes que me extrañas). Escribirla como una forma de no decirte todo lo que siento. Ayer hablamos por telefoneo y cuando te dije que te quería...vos me dijiste "Si". ¿Que carajo quiere decir "Si"? ¿"Si" yo también? ¿"Si" ya lo se? ¿"Si" que le voy a hacer? ¿"Si" bueno? ¿¿¿¿"SI, QUE????

Entonces decidí escribir una historia como me gustaría que fuera. Y no creas, no me quejo por lo lenta, es mas, eso me gusta. Me jode la falta de complicidad. Me dejas explícitamente solo cuando de demostrar se trata, mala política, rubia, mala política. No te pido saltos y carteles luminosos, demasiado seria demasiado. Complicidad te pido, che, complicidad.

¿Como armar una historia con tu silencio tan bien ubicado, siempre en el mismo miedo, al costado de la misma inseguridad, amarrado a tus palabras, a tus besos, a tus abrazos, amor; sin dejar que algo nuevo no planeado suceda?

Pero desde que me fui algo nuevo pasó: me convertí en un mago por vos; me metí con las fuerzas del universo para conquistarte. Telépata, telequinesico, quiromante, budista, saltimbanqui y cretino, todo con tal de despertar esas nuestras maravillas. Buscando encontrarte hasta enfrente mi destino. Con tal de tenerte, sin darme cuenta, enceguecido por los acontecimientos, sobrepasado por las circunstancias...hasta enfrenté mi destino.

De una vez, de un salto abismal, como el agua del I Ching, sin dudarlo deje de lado mi querida inercia de toda la vida. Mirándote a vos lo hice. Por vos di este vuelco-vuelo a mi vida. Si hubiera estado mirando hacia adelante hubiera esquivado sabiamente este presente, pero te estaba mirando a vos.

Y ahora aquí estoy. A miles de kilómetros de mi Buenos Aires querido... y de ella.

Yo quería una casa vieja, ella también. Irnos a viajar, comprar miel de la buena, salir a comer. Una estufa a leña, un techo de vidrio, un banco de plaza, un gato azul. Me hacían falta tantas cosas pequeñas, suaves y mágicas. Le hacían falta tantas cosas pequeñas, suaves y mágicas... y yo tenía tan poco entre las manos...

Me dije: una casa por más vieja exige plata. Viajar por más dedo que se haga, plata. Para la estufa o por lo menos para la leña... (ya saben) y así sin darme cuenta, como en los cuentos, fui en busca del Dragón.

Y aquí estoy en un extraño país.

Ha pasado el tiempo.

Ya no estoy aquí por ella.

Cuando le dije que la quería:

Ella dijo "SI".

Por estos reinos, los dragones,

se derrotan en cuotas.

Dentro de poco vuelvo y voy a verla, no se como será. A lo mejor ya tiene algo que agregar a su "SI". Desde este lunes no alcanzo a ver el futuro.

Pero seguramente me recibirá llena de pequeñas cosas, suaves y mágicas, (al fin me di cuenta que de esas siempre conseguimos, ella o yo.)

Le daré las que recogí para ella en este viaje...

y tal vez,

solo tal vez

rayito de sol,

tensión ínfima,

me animare a preguntarte

si

no te son suficientes ya

las

pequeñas cosas y desharé por fin la mochila que me pesa tanto y que siempre supe por vos.

24 de febrero de 2007

Miramar

Desde la niñez hasta los veinte años veraneábamos con toda la familia en las playas de Miramar. Durante los buenos años del principio nos quedábamos con mamá y Geno toda la temporada, pero el país, los viejos más viejos, nosotros más independientes hicieron que se fuera acortando el tiempo de familia de descanso hasta solo un mes, el de enero.

Miramar eran los días de recién llegar, de limpiar la bici guardada todo el año y caminar hasta la bicicleteria a inflar las ruedas. ¡Que lejos me parecía todo si no tenia la bici! La trataba como un jinete a su caballo, era mi bici, diferente siempre de las otras, mi bici.

La casa olía a encierro a pesar de que los Puente, los caseros, la tuvieran ventilando días antes. La casa olía a ella misma. Ese olor que se mezclaba con los nuestros, los que traíamos y que cambiábamos a medida que crecíamos. Olor a sal que venia del mar pegada en la piel, a la humedad que subía por las paredes lentamente, año tras año; a la madera de las persianas verdes, al pasto del jardín recién cortado. Olor a las ciruelas cayendo maduras en el fondo, a la leña quemada del resto de los asados, a los abrazos interminables de Geno, a la hora de la cena saliendo de la cocina, a la noche que podíamos ver de frente y a sus estrellas, libres, libres al fin de lo encerrados que estábamos todo el año en el departamento.

El primer mar, las risas de todos corriendo a tocar el agua, la carpa de siempre donde dejábamos la ropa, los diarios, los juguetes y toda la vianda de comida que nos iría sosteniendo sin tener que ir al bar siempre fuera de presupuesto para familia de seis hermanos y papá de visita los fines de semana.

Si llegábamos los últimos de diciembre éramos los primeros de enero, las casas todavía vacías, la playa enorme pero pocos amigos, todo estaba en su lugar pero no era lo que queríamos, faltaban los demás que llegaban mientras comprábamos las medialunas de “La Capital”, esperábamos turno en la bicicleteria o nos iban tapando los ojos en la playa para que adivináramos quien, después de un año, los abrazos y los primeros baños.

Recordar todo esto me emociona. Hay una clara parte de lo que soy hoy que nació ahí. Vivo en un pueblo de verano, pero lo hago todo el año y soy yo ahora quien ve ir y venir a los turistas. Yo comprendo muy bien la cara de los que están por irse. A mi me hacia muy mal, muy mal volver a Buenos Aires. Dejar Miramar me partió el corazón cada vez y llegar al departamento después de un viaje de frenadas y nervios me lo volvía romper. El desconcierto que siento siempre nunca estuvo más presente que en esos momentos. Intenté hacerme adulto y comprender ese dolor de abandonar lo bueno pero no lo he logrado. Cuando veo a los chicos llorando por tener que dejar el paraíso del rió y el sol, les juro que lloraría con ellos porque yo tampoco entiendo el sacrificio de la ciudad y sus trabajos trampa.

Mis mejores recuerdos, los de la infinita infancia, están bañados de calor de piel, de juegos bajo un árbol, del primer amor de Dora y yo perdidos en la soledad de nosotros mismos llenos de arena y desnudos intentando entrar en el otro lo máximo posible. Mis hermanos viven para siempre en esos recuerdos y los viejos nunca estuvieron mas cerca que en esos días donde la playa nos juntaba sin que nos diéramos cuenta, observándonos de lejos mientras cada uno disfrutaba a su manera.

Será que estoy tan lejos. Será y ¿Por qué será que armé la vida tan lejos de todos? Se me aparecen los vientos como excusa, las hojas de los días que se amontonan en algunos rincones, la política, la economía, el deseo enorme de conocer el mundo. Me fui sin nunca mirar atrás contando con que lo dejado no desaparecería pero hoy el pasado se me deshace y la vida sigue su ciclo.

Al fin solo queda el viejo ciruelo del fondo, el que esta al lado de la parrilla, con su exacto momento para la dulzura… sin que se pueda evitar en algún segundo el ínfimo cabo se desprenderá y pase lo que pase habrá tierra para nosotros, en ese segundo me daré cuenta: solo fui una semilla, será tarde y me preguntaré ¿confundido una vez mas? si todo esto que he llamado vida habrá transcurrido apenas, tan a penas, entre la rama y el suelo.