La tentación de una segunda vez y de una tercera.
La tensión enana en que nos enmarca la tristeza.
La suave decadencia de lo propio.
(para mas datos recordar el sabor ácido de la primer ciruela y la dulzura que hubiera podido tener)
Entonces una constancia de carozo.
Un andar cansino y la promesa de que un bidet
no nos será nunca suficiente.
Un libro no leído ni añorado.
Un secreto, al fin y al cabo.
Algo de lo que hemos podido prescindir por no haberlo presentido siquiera.
Una verdad impactante a la que hemos ignorado sin siquiera la constatación de lo negado.
Eso somos:
Una alegre luz que ilumina a cualquier lado.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario