30 de marzo de 2008

Eso somos

La tentación de una segunda vez y de una tercera.
La tensión enana en que nos enmarca la tristeza.
La suave decadencia de lo propio.
(para mas datos recordar el sabor ácido de la primer ciruela y la dulzura que hubiera podido tener)

Entonces una constancia de carozo.
Un andar cansino y la promesa de que un bidet
no nos será nunca suficiente.

Un libro no leído ni añorado.
Un secreto, al fin y al cabo.
Algo de lo que hemos podido prescindir por no haberlo presentido siquiera.
Una verdad impactante a la que hemos ignorado sin siquiera la constatación de lo negado.

Eso somos:

Una alegre luz que ilumina a cualquier lado.

Pecar en el blanco

La necesidad de un trago de agua.
La imperiosidad de la próxima inspiración.
La cadencia exacta con que el corazón late.
El fluir insaciable de los líquidos del cuerpo.
La temperatura gravemente constante.
La boca dispuesta para el beso,
Para el pan,
Para la tierra.

El deseo acuciante.
La presuposición del sobresalto.
El mal humor desbaratándolo todo porque sí.
El pelo sin lavar.
La piel deshecha.
Un resto vestigial de cola de pez.
Tipo de labios, tipo de pies.
Un tipo entre muchos tipos.


La solemnidad de todas las cejas.
La desconfianza en la nariz.
Las orejas para el miedo.
Todo el resto para la piel.
Que esta deshecha.

Un no quebrado,
la distancia con lo alado,
la impaciencia del poeta haciendo sopa con las viandas de la vida,
la estupidez explicándolo,
dolor de oídos, calambres, tirones, desgarros,
quebraduras, espasmos, irritaciones, pruritos,
sarpullidos, intenciones, desatenciones,
tensiones milimetradas contra el descalabro.

A todo esto los huesos, los maravillosos huesos, los indispensables, los fiables, los porosos, los mucho más eternos que nosotros, ellos.

El nivel de azúcar, de potasio, de tungsteno.
El colesterol colateral.
Úrico ha sido el que se empacho de otros.
Como lo linfático drenante.
Como lo estático imposible.
Como el colon, el grueso, el fino y su glorioso escape.

Aún así pensamos, discurrimos, mentimos, ganamos.
Aún con todo este barullo introducimos, eyaculamos,
Nos lanzamos al mas barranco de todo lo profundo.
Nos equivocamos.

Ojalá que podamos seguir errando,
Ojalá que algo quede para nosotros.
Al fin la última libertad humana.
Pecar, fallar, errar al blanco.
Aunque sea: poder equivocarnos
Para de vez en cuando poder distinguir
El desasosiego de la sensación
El salir del irse
El llegar del quedarse

Distinguir mas no sea el pan del agua
y de la tierra los hombres de buena voluntad.

Desde que te fuiste

Desde las formas de lo humano te busco,
Anclado de este lado necesito tu mirada,

Revivo cada uno de tus roces,
Y me pierdo en tu ahora de fantasma.

Recordándote me pego contra la nada
donde siento ahora tu presencia.

En medio esta mi vida y alrededor tu muerte.

Y soy mas que nunca un caminante.
Que te añora, que te tiene y te ha perdido,
Que te imagina confirmando lo soñado.

Recorriendo lo prohibido como un niño
Encontrando las pruebas del supuesto
Riéndome de lo que estaba equivocado
Y a pesar del dolor acumulado

aún maravillado con lo nunca visto.

La emperatriz

La verdad es agua que me falta
no dices y todo es sequedad
no sale el sol aqui.

Y te empeñas en seguir,
pasillo falso tu silencio
dolor cierto, si me voy
volveras, volveras.

Al fin debo interpretar
cuando te callas
cuando te ries
cuando no llamas
cuando cedes.

Al fin quiero la verdad
te pasa lo mismo que a mi,
escapas de quien te ama
y te mueres por un adios.

Lo que no dices encierra
lo que sugieres miente
decir “no se” llega a ser no
cuando dudas del amor.

Al fin debo interpretar
cuando te callas
cuando te ries
cuando no llamas
cuando vuelves

Al fin lo que amo
es lo que supongo en ti
y siempre me equivoco
y vuelvo a ti.