13 de enero de 2007

Eva y yo en el paraiso

Sin ver nada asistimos al huracán que nos arranca y alguien nos ensarta la primera mentira: se acabó lo seguro y empieza el miedo.

Nos lo embuten con la delicadeza que da el resentimiento. Ellos fueron engañados por lo tanto nos engañarán.

Amanecemos a nuestras horas aquellas repletos del material de lo falso, no vemos nada a nuestro alrededor y quien nos críe se encargará con todo el cariño de no darnos nada cierto para respirar.

Hagamos lo que hagamos será trampa, nada real puede haber porque creemos que nada real nos rodea y sin ver comenzamos la construcción de la mascara que seguramente no podremos abandonar nunca.

Como Eva y yo en el paraíso.

No llegamos nunca a probar la manzana, no hizo falta.

El Dios que yo tampoco vi jamás la hubiera puesto allí.

Solos igual que todos en el medio de las maravillas, hicimos un claro arrasando especies que no existirán mas.

En el medio del paraíso pero desesperados levantamos paredes para escondernos.

Eva y yo nos pasamos el tiempo decorando la cárcel primigenia.

No hacemos más.

Fuera está el mundo entero pero nosotros discutimos sobre cortinas y cortineros, colores, papeles, mobiliario, aparatos de cocina y diferentes tipos de suelo.

Cuando hablamos lo hacemos solo para enfrentarnos y no cesamos de encontrar motivos.

Una sola vez salimos de casa para pensar en el jardín y lo primero que hicimos fue levantar esos alambres que pusieron límites a la desenfrenada turgencia con que la naturaleza pretendía despertarnos.

Ni siquiera le hicimos una puerta porque jamás hizo falta.

Cansados buscamos en los cajones del alma y los dos, aunque nada nos dijimos, comenzamos a sospechar que el amor existía.

Repito: no nos dijimos nada pero desde ese segundo supimos que estaba allí y fue un motivo más para odiarnos.

Todo tiene un tiempo y nosotros también llegamos al momento de las verdades una vez. Nos dio tanto miedo, estaba tan callado aquello que salimos pitando. Huimos de lo primero verdadero sin darle oportunidad a nuestras cárceles para derrumbarse. Esto no se pone en marcha y nosotros tenemos tantas cosas que limpiar, que ordenar, que seguir acumulando, tenemos tantos motivos para no vivir que nos seguimos mintiendo y a pesar de que sabemos que lo estamos haciendo no lo hemos dejado de hacer hasta hoy.

Eva ya no sabe quien soy y solo le importa ella. Ha dado el paso y ni siquiera esta segura de querer invitarme. Se afana tanto en guardárselo que lo pierde sin remedio.

Cree que es por mi y decide cambiar de Adán sin enterarse que con la misma ella no hay nada que hacer, que yo despierto no soy mejor pero estoy y se lanza a la mar desde esta isla desierta para mudarse a la de al lado y no vernos mas.

No fue una manzana, no lo fue.

1 comentario:

Anónimo dijo...

odara ojala monsieur seja voce nao teim jeito algum duvida nehuma
musica de caetano
e voce meu beim querer
taciturna.gabriela@gmail.com