¿Por qué no me quejo? No me quejo por estar aquejado de un quejido insoportable. Las quijadas se descentran y me es imposible hacer el Quijote. No hay resquicio que lo proteja a uno de este quicio y desquicio. Se me extrapolan los quelonios en una bandada de quesos humeantes que se desbaratan en henchidos hechizos helados y no sé que hacer, pero lo plañidero no se asume como planificador planeante sobre este plano planeta prensado. Una vez mas es la rutina quien pone las etiquetas, esas, fotocopiadas de a millones en la librería de mi supuesta libertad.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario