La brumosa entraña de lo que no es superado.
La celosa condescendencia de lo descartado.
Lo apenas, la tan previsible, lo ya amado,
Todo lo que duele con tan solo pensarlo.
Eso somos.
Los tres ojos en llanto.
Las manos sin saber que hacer.
El cuerpo con una pesadez de barco encallado.
Cuando la melancolía se almuerza,
Cuando somos almorzados por la ira oculta
Del que ya sabe que de nada sirve.
La lluvia en cada uno de los tejados.
Y la seguridad del torpe que cree que un día más no va a matarnos.
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