14 de febrero de 2007

Tomese una por las mañanas

Desde esta mañana, a la cual llego después de soñar los diagnósticos de mi muerte, la vida se me complica entre dolores de pecho y retorcijones de espíritu.

Describo el exterior porque lo interno esta blindado.

Una fina capa de nieve sobre todo lo horizontal, la que estaba sobre las verticales no ha podido sostenerse.

Presumo un hígado a punto de soltar todo el aire contenido en lo que no hubiera debido comer.

La luz se repite en los reflejos fríos y los pájaros se juntan apretados en una esquina de la única cornisa sin nieve.

No me duele nada porque es el todo lo dañado. Me trago una infusión de hierbas amargas como todo lo amargo que he catado pero concentrado en esta taza que para mi paranoia se parece mas a la madera del naufrago que a un simple remedio de un simple problema.

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