14 de febrero de 2007

Hablo así cuando no puedo decir mas

  • Mi verdadera voz, la que canta cuando la bañera se abre para caer bendita, estrecha, extraña. Agua bendita por los mil pasos debajo de tus pies, pasando por tus paredes y junto a las cloacas. Llegan aguas de las misteriosas tuberías que pasan por debajo de la plaza en donde se etiquetan funerales, se marcan jotas, se repiquetea de fiestas masivas que transforman con sus saltos al agua que pasa debajo, y pasa a los saltos, bailando como nosotros bailamos y es entonces cuando los que no habían venido comienzan a llegar. Algunos dicen que es porque el ruido los despierta y los atrae. Yo sostengo que se han levantado con la boca seca del verano por la noche, y después del primer sorbo del agua cantarina contoneándose en el buche no pudieron contenerse más.

La mirada total sobre los ojos de los ojos, como si los cachetes se hubieran estirado hasta convertirse en explanadas, una nueva referencia visual que existe y nos obliga a replantearnos la que nos sostenía hasta ahora y que parecía respetable. La nueva es como el horizonte de un barco y uno no sabe para donde correr porque el equilibrio de los pies se impotentiza de rabia al confirmar que no logra nada mas que patalear en el barro del aire que ahora y amorosamente nos camina y nos camina, árbol de la alianza sagrada y eterna, nos camina.

No sé cuanta habrá durado y ni siquiera sé si sucedió para la mirada de otro que hubiera estado mirando, yo mismo ni siquiera lo vi con mis propios ojos. Me pareció suceder como me parecen mentira tantas cosas y que a pesar de serlo me sacuden los bolsillos, me arrancan las almas, me dejan tan tirado como este resbalón que me he dado en la ducha de mi baño, hoy miércoles de enero y que sin duda ha sido la caída mas lenta y mas la última que he tenido.

Ducharse como una forma de bendecirse cotidiana y a la temperatura que uno quiere.

Sentarse todos los días a desarrollar esta forma que no asegura nada pero propone.

Fumar si hace falta por los respiraderos que lo hagan, despejar el humo para ver agregándole una niebla distinta que de a poco irá desapareciendo porque esta inventada para eso: suplanta lo que no quería moverse con su misma esencia pero con la promesa de ir dejando pequeños huecos para ir viendo lo que hay detrás y de a poquito, como discurso de militar cuando arranca de cuajo el cuajo y los demás estómagos del poder mientras te acaricia con mantas contra esos cucos demócratas y te dice que es por unos meses creyendo que podrías hacer algo por evitarlo. El sabe, yo sé, que sabemos todos de lo perfectamente que están las cosas cuando el ojo del fusil nos mira tan fijamente como en este casco.

De una forma nueva y desconocida como algodones de compresas que nadie ha usado todavía me veras atravesado todo el día y te preguntaras que hago cuando no lo estoy. Leeré en tus ojos el camino y me iré desatravesando. Declaraste ofenderte con las lunas que yo dije en marzo y yo que no recordaba ni lunes ni soles pero sabia que algo en ese marzo me había divertido mucho, ¡ah! Era que las verdades no se dicen así, que de pronto suelto eso y que ¿quien me creo que soy? Una paloma se parece mas a un venado que mi cara al entendimiento y te das cuenta que voy entrando y me dejas entrar hasta que hayas cerrado el corral. No me cabe el culo en ninguna parte y eso me salva, te lo dije de la forma que vos me lo decís siempre y reconocer que podemos es la amistad de saliva en la palma, apretando bien los puños, al rescate.

Pero somos todos tan rubios cuando queremos que caminamos los pastos sabiendo que cada brizna es un cartel de prohibido pisar. La inmovilidad de no saber a cual aplastar es desgarrante. ¿Qué hago? ¿Avanzo sin fijarme o destierro a pisotones y que sea lo que Dios quiera? Avanzo y ya veré las cuentas, que tal vez nunca lleguen porque no se ve a nadie controlando, a lo mejor sea todo gratis y esto del billete un juego en el que estamos porque queremos. Nadie recuerda cuando se abrió la caja de cartón ni quien desplegó el tablero pero venimos jugando desde un domingo a la tarde sin despertarnos y tal vez vaya siendo hora de proponer un poco la iluminación o algún otro estado mas evolucionado de la conciencia. Prescindir de las rentas que hayamos podido conseguir invirtiendo en lo más arriesgado que hayamos podido hacer. Congelado me despeino a cada trozo y siento el furor huracanado de los comienzos. Las venas no hacen más que escupir últimas noticias y el cerebro tiene canas y bigote y sobretodo: una boina calada entre la calavera y el escote.

¿Qué más dará?, se preguntan los habitantes de la noche. ¿Entender a cada paso o írsele todo revelando a trompicones? Una codorniz atraviesa volando la luna sobre el estanque pero su vuelo es corto y cae pesada sobre el agua que de tan espejo se quiebra en mil pegasus volando con trazas de luna sobre los hombros contrayéndose en un esfuerzo que solo esas alas podrían explicar.

Por eso fortalezco lo que se volverá senil, no me importa que envejezca, lo que me aterra es perderlo. Sentir la atrofia de lo diario en lo más querido es como remachar con los dientes el contorno de la cadera amada. Amarrar con canelos gruesos y rugosos el cuello de un perejil recién nacido, abrazar hasta la asfixia al brócoli más verde que había en la huerta congelada del supermercado. No le busques la costura porque no la tiene, soy yo en mis paños mas menores y me vengo usando desde hace tanto que la vergüenza es casi un requisito, si no es una será otra pero el ridículo estará primero en tu mirada y ya veremos si logras desnudarte acorde a lo pactado. Yo por lo pronto me despego los gayumbos como si tiras de piel, rasgando las epiteliales estando seguro de que si no estas no habrá milagro y solo estaré desnudo en el medio de una gran plaza, sobre un pedestal, bajo un foco de cien mil watts y con todo el mundo mirando para otro lado.

Así es como les importo.

Como un pedo en un pedestal cagándose de frío, como una marioneta en un gesto congelado de chocolate y fresa, como la última lagrima que has perdido en una apuesta callejera. No mucho más pero siempre algo tangible, la imagen se pone en movimiento y todos los que estaban vestidos se esconden en la misma boca de metro. Parapetados por las barandillas ahora si me miran y yo justo estaba descargando lo vivido y no es que oliera justamente a las rosas que me había comido.

Entonces es que tú me lo das, yo lo recibo, lo cocinamos, lo compartimos, lo departimos y luego lo olvidamos o quizás nos quedó algún comentario de las veces que lo hemos repetido. Pero su camino sigue, de hecho yo cuento con que va a alimentarme y al final eso es lo importante, vamos, lo es, me alimento de vos a todas horas y cuando nadie mira me seco con la toalla que olvidaste para que tus células se me agolpen en los huecos que las necesiten, para curarse o como una forma de perfumarse o como un camuflaje, para algo sirve, lo que siento en el tejido no me parece extraño es mas bien como una piel que me has dejado y yo uso silenciosamente en la oscuridad que tiene lo que se ha mojado.

Pero al final cae la noche y se escucha el silbido de la olla a presión, las estufas a todo lo que dan, el aroma del conejo criado con la berza y las cebollas, la temperatura lograda, el silencio por el que vivo aquí, las llamadas invitando a quien sabe que otra vez recoveco del juego ya jugado.

Me he propuesto algo y no voy a confesarlo. Simplemente lo haré y quedará entre mis tesoros ocultados. Te recomiendo que hagas lo mismo hoy. Las invitaciones siguen en pie y al pie iré a que me diga que debo hacer. A veces me entero y otras como si no me hubiera dicho nada, pero esta vez le entenderé las señas o dejará de ser mi amigo de la infancia y pasará a ser uno mas de estos boludos cercanos que con tal de no verse son capaces de recitarme en la oreja todo el manual de instrucciones del windows vista.


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